Hasta que llegue mañana

Capítulo 2: Recuerdos Agridulces

Continúo mi camino atravesando el parque para llegar más rápido. La lluvia comienza a caer muy fuerte, pero aun así no siento frío. Mi sangre está ardiendo de enojo, nunca pensé volver a sentir está sensación nuevamente.

Bajo la mirada y la observo, está profundamente dormida en mis brazos. Una loca idea se cruza por mi mente cegada por el enojo, la idea de dejarla ahí y continuar mi camino. pero aborto la idea en el momento en el que recapacito y siento que algo en mí dice que debo cuidarla a pesar de todo.

05 de julio del 2007
Derek. 15 años.

—¡Derek date prisa! Nos dejará el autobús. —grita mi amigo Danny mientras corre de manera desesperada por la calle.

Es la tercera vez está semana que vamos llegando tarde al Instituto, y como lo amenazaron con no dejarlo jugar en el equipo de fútbol americano si llegaba tarde, está muy preocupado por llegar a tiempo.

—Voy justo detrás de ti. —respondo corriendo tras él, pisándole los talones.

Faltan 3 minutos para que salga el autobús y si lo perdemos, tendremos que esperar una hora por el otro.

Continuamos corriendo a toda prisa, una vez que marca la hora se cierran las puertas y el chofer debe arrancar el autobús sin importar a quién deja, es la más grande regla del Instituto, para “disciplinarnos” y que aprendamos a ser puntuales.

Justo al último minuto y cuando la puerta está a punto de cerrarse Danny entra y yo me preparo para subir tras él... pero entonces, escucho un grito y por impulso dirijo mi mirada hacia el lugar de donde proviene.

—¡No, no. Detenlo! —suplica una chica, mientras corre en dirección al autobús.

La observo embobado mientras corre, su cabello rojizo ondea con el viento mientras agita su mano para pedirle al autobús que se detenga.

—¡Derek! —grita Danny sacándome de mis pensamientos.

Lo observo a él y luego a la chica indeciso.

—No hay tiempo chico, o subes, o te quedas con ella. —amenaza el chofer.

Lo observo seriamente, mientras aparto mi mano de la puerta del autobús con lentitud, dándole a entender que me quedo. Él pone los ojos en blanco y suelta un suspiro exasperado mientras cierra la puerta y arranca el autobús.

—¡Idiota! —me grita Danny, sacando la mitad de su cuerpo por la ventana y mostrándome su dedo corazón. Sonrío y niego con la cabeza.

El autobús se aleja, y cinco segundos después la chica llega corriendo hasta donde me encuentro.

—¡No! —chilla, reflexionando sus rodillas y posando sus manos sobre estas mientras da bocanadas tratando de recuperar el aliento.

La observo detenidamente, y no puedo negar que es una chica muy linda, su cabello rojizo está un poco despeinado, pero aun así se ve hermosa. Sus ojos color esmeralda se conectan con los míos cuando levanta la mirada para verme y puedo notar unas hermosas pecas sobre la nariz y mejillas de su rostro sonrojado por la fatiga. Sus labios son color cereza rellenos y suaves a la vista. Es una chica realmente hermosa.

—No t-tenías que ha-hacerlo. —murmura jadeante por falta de aire.

Parpadeo un par de veces para poder salir de mi trance y reaccionar.

—¿Uh?

—Debiste subir al autobús —dice incorporándose y poniendo su mano en su frente con un gesto desesperado. —. Estaré en problemas, debía llegar temprano hoy y no alcancé el autobús. —explica al borde del llanto.

Algo me dice que es del tipo de chica que no acostumbra a faltar a clases.

—Hey tranquila, todo estará bien, no es el fin del mundo. —digo acogiéndome de hombros en un intento de consolarla.

—¿Qué no lo es?, ¡reprobare el semestre! —chilla desesperada, frunciendo el ceño en mi dirección.

—Bueno, desesperándote no lograrás nada y a menos que tengas los 100 pavos que cobra el taxi para llevarnos a la estúpida secundaria a la que asistimos, será mejor que te sientes a esperar el siguiente autobús designado. —replico un tanto incómodo mientras me siento en una de las bancas a esperar.

Ella me observa detenidamente durante un largo período de tiempo. Luego, camina hacia la banca y se sienta a mi lado.

—Gracias por no abandonarme. —susurra con timidez.

Me giro en el asiento para verla a la cara, aún mantiene las mejillas sonrojadas, dándole un aspecto de niña tierna.

—Soy Derek, y es un placer ser tu compañero de retraso. —digo con amabilidad extendiéndole la mano como todo un caballero.

Comienza a reír a carcajadas ante mi comentario, es lindo verla reír... sus dientes brillan de blancura y sus dientes frontales son un poco más grade que el resto, no digo que parezca conejo, pero sí, es linda su sonrisa.

—El placer es mío Derek... Soy Hanna. —se presenta estrechando mi mano sin dejar de sonreír, al mismo tiempo unos hoyuelos se forman en sus mejillas.




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