Hasta que nos volvamos a encontrar

CAPÍTULO 13

Descansé en Izumo solamente para que Hikari recobrara fuerzas. Al cabo de un rato, ya estaba montando de nuevo su lomo en dirección esta vez a Edo, un rumbo completamente contrario al que había llevado hasta ese momento.

Era un largo viaje y el tiempo jugaba en mi contra. Ozuru me llevaba un día de ventaja y eso no era bueno porque apenas llegara a kozukappara movería cielo y tierra para ejecutar un juicio rápido contra Daiki y él terminaría ejecutado como un vil criminal.

No podía dejar que eso ocurriese.

Cabalgué sin cansancio temiendo que el pobre Hikari en cualquier momento se derrumbaría y moriría de agotamiento. Traté de darle descanso cada cierta cantidad de kilómetros, pero aún después de alimentarlo y darle de beber ya estaba notando su sufrimiento y falta de energías.

_Vamos, muchacho, no me falles ahora. Te lo suplico, Hikari. No te rindas, por favor_ le decía mientras acariciaba su pelaje.

 

Llegamos a duras penas a primera hora de la mañana. Ya no daba más, ni Hikari tampoco. Podía intuir lo que se avecinaba.

Apenas me bajé de él, sentí cómo se acercaba a mí, y aún con su respiración tremendamente agitada acarició mi cabeza con la suya y lentamente se desplomó de cansancio. Me arrodillé a su lado para seguir acariciando su cara empapada en sudor producto del agotamiento. No pude evitar echarme a llorar cuando vi sus ojos que me miraban como preguntándome si acaso había hecho un buen trabajo.

_Claro que lo hiciste bien, mi amigo. Ningún otro pudo haberlo hecho mejor que tú. Fuiste la “luz” de mi camino, Hikari. Te estaré eternamente agradecida por ello_ Entonces cerró sus ojos pronunciando un silencioso adiós.

Me costó sobreponerme a su muerte y por Dios que no dejaría que ésta fuera en vano. Debía apresurarme si quería llegar a tiempo para salvar a Daiki. Tenía un plan que había estado formulando durante toda la noche y confiaba en que tendría el resultado esperado una vez que lo expusiera.

 

Corrí hasta que mis talones se llenaron de ampollas sangrantes. Llegué a la prisión temerosa de que los guardias no me dejaran entrar, pero en vista de que estaba por efectuarse la ejecución de varios delincuentes ese día, permitían que cualquiera entrara a presenciar la muerte de éstos. Entré casi a la rastra y llegué en el momento justo cuando las cabezas de los prisioneros yacían sobre los taburetes a la espera de su ejecución. La decapitación era inminente. 

Sacando fuerzas de donde no las tenía, grité a voz en cuello……

_¡¡ALTO, detengan la ejecución!!_ dije buscando con mis ojos a Daiki hasta dar con él. Cuando levantó la mirada para verme, sus ojos se llenaron de lágrimas pero fue incapaz de pronunciar ninguna palabra. _Aquí se está cometiendo una injusticia con un gran guerrero…… el legendario Musashi Miyamoto_ Ozuru Tanaka, me vio y en el acto supo quién era detrás de mi fachada de joven aprendiz.

_¡¡Saquen a esa mujer de aquí!!, no sabe lo que dice_ espetó con ira y comenzó a apurar la ejecución. _Ese hombre no es Musashi Miyamoto. Es solo un vil asesino que acabó con la vida de mi hijo_ gritó.

_¿Y por qué no dice la razón que llevó a Musashi a cometer tal acto?_ la atención de todos los presentes se volcó a la discusión que estábamos teniendo Ozuru y yo. Incluso los Yorikis a cargo del arresto de Daiki quisieron saber la otra versión de la historia.

_Las únicas víctimas aquí fuimos Musashi y yo. Ozuru Tanaka me pidió que salvara la vida de su hijo en vista de que soy curandera, pero cuando éste mejoró, el muy depravado me secuestró e intentó violarme porque se había encaprichado conmigo a pesar de que yo le había dicho que iba a desposarme con otra persona. Cuando Musashi se dio cuenta de mi secuestro, supo inmediatamente dónde buscarme, y cuando me rescató, el hijo de este hombre lo atacó con el fin de matarlo. Musashi solo se defendió causándole la muerte a su atacante. Ozuru fue a las autoridades a denunciar a Musashi pero contó solo su versión y me amenazó con denunciarme como cómplice del homicidio si yo osaba contarles a las autoridades lo que el bastardo me había hecho. Se las arregló para perseguir por todos lados a Musashi. Ansiaba atraparlo y darle muerte injustamente como está a punto de hacerlo ahora. Pero tengo fe en la justicia y sé que tomarán en cuenta mi testimonio y dejarán libre a un hombre honorable, el más grandioso de los guerreros, Musashi Miyamoto_ terminé de exponer mi argumento aunque estaba esperando la mejor parte.

_No pueden creerle a esa mujer. ¡¡Ese asesino no es Musashi Miyamoto!!_ seguía insistiendo Ozuru mientras las autoridades presentes se miraban unos a otros sin atreverse aún a ejecutar la sentencia por miedo a darle muerte a quien yo decía era Musashi Miyamoto.

_¡¡Por supuesto que lo es!!, tan solo tienen que mirar la marca que posee en su nuca. La marca que lo identifica como el “hijo del demonio”_ todos comenzaron a murmurar y el verdugo fue hasta Daiki para revisar la bendita marca. Me estaba jugando la vida, pues no sabía a ciencia cierta si efectivamente Daiki tenía la marca, pero si Kaede tenía razón, la marca debía estar allí. De contrario, hasta yo acabaría sin cabeza por levantar falso testimonio.

_¡¡Aquí está la marca!!_ gritó el verdugo. _Este hombre en verdad es Musashi Miyamoto, el guerrero_.

Al fin respiré. Ahora solo quedaba que lo dejaran libre y ese sería el fin de nuestra pesadilla.




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