Hasta que nos volvamos a encontrar

EPÍLOGO

FAITH

Podía escucharlo pasearse afuera del cuarto. Sus pasos se notaban pesados, cargados de preocupación. Y era entendible. Yo estaba adentro en pleno parto intentando traer al mundo a mi segundo y tercer hijo. Ya teníamos una hija, la preciosa Sayumi de apenas dos añitos. Su padre escogió su nombre porque para él, Sayumi era lo que su nombre indicaba……su “princesita”, la que en ese momento dormía plácidamente a pesar del alboroto que había en casa por la llegada de sus hermanos.

Contra todo pronóstico, en mi primer embarazo solo tuvimos a un bebé. Pero distinta fue la cosa en el segundo. Desde un principio supimos que ese sería múltiple. No solo porque mi barriga era enooooorme, sino también porque tanto Daiki como yo tuvimos todos los síntomas del embarazo, cosa que no sucedió con Sayumi.

Era demasiado divertido vernos a los dos tomando turnos para vomitar por las mañanas. O sentir a todas horas las molestas náuseas. Ni hablar de los antojos. Durante todo el embarazo Daiki comió cientos de caquis, que antes eran objeto de odio de su parte. A mi me fue pésimo con mi antojo, porque lo único que quería comer era cucharadas y cucharadas de Nutella, una delicia que no existía en ese entonces.

Sufrí horrores por ello, pero Daiki, con su infinito amor, trató de compensar dicha carencia con unos dulces llamados Wagashi. Eran muy escasos y costosos, pero Daiki no escatimaba esfuerzos ni recursos en traerlos para mí de vez en cuando. El pobre nunca supo que los odiaba. Y es que no hay punto de comparación entre un dulce con gusto a arroz, judías rojas y frutas….. y mi maravillosa Nutella…

Aún así me los comía en agradecimiento a su preocupación y amor por mí.

El primer bebé salió casi a la velocidad de la luz, pero el segundo bebé se estaba tomando su tiempo y de pasadita provocándome unos dolores infernales con cada contracción. Gracias a Dios, las parteras estaban haciendo un buen trabajo.

_Vamos, Sakura-san…. ya queda poco. Una puja más y tendremos al bebé completamente afuera_ me dijo la que me estaba ayudando a parir, mientras que la otra terminaba de limpiar al primer retoño que salió.

_¡¡Muy bien!!..... ya está aquí. Excelente trabajo. Ha tenido dos hermosos varones_ me comunicó con alegría.

La puerta se abrió lentamente y Daiki entró al fin para conocer a sus hijos. Las parteras se encargaron de mostrárselos. Daiki los tomó, uno en cada brazo y luego los acercó a mi para que los conociera.

_Mira, mi amor. Nuestros hijos. Al fin están aquí con nosotros_ me dijo visiblemente emocionado.

_Son hermosos…. iguales a su padre_ le dije mientras colocaba a los bebés en mi pecho para alimentarlos.

_Esta vez te toca a ti escoger sus nombres. ¿Has pensado en algunos?_.

_Sí. El mayor se llamará HAYATE, porque así llegó…. ”rápido como el viento”. Y el segundo, se llamará TAKESHI, porque luchó como un “guerrero” para llegar a nosotros_.

_Hayate y Takeshi…. son perfectos…..como tú. Una vez más, gracias. Gracias por darme todo aquello que siempre anhelé. Te amo, mi amor…. mi Faith, mi Sakura, mi hechicera…._.

_Yo también te amo ……mi DAIKICHI.

 

 

Charity

“……Después de vencer a Sasaki Kojirō, considerado uno de los más hábiles samuráis de la época, pasó por una gran mudanza espiritual. A partir de entonces, jamás en su vida volvió a usar las espadas verdaderas en ningún duelo, solamente usaría las espadas de madera (o bokken). Era "invencible", y en adelante se consagraría a la búsqueda del perfecto entendimiento por la vía del Kendo.

Según sus propios escritos, llegó a entender el arte de la estrategia a la edad de cincuenta años, en 1634. Ese año él y su hijo adoptivo Iori, un huérfano que había encontrado en la provincia de Dewa en sus viajes, se asentaron en Ogura. Nunca volvió a dejar la isla de Kyushu

Él, de hecho, se convirtió en Maestro de artes y destrezas. Produjo obras maestras de pinturas en tinta, probablemente más valoradas por los japoneses que las pinturas en tinta de cualquier otro. Era un calígrafo experto, evidenciado en su obra "Senki" (Espíritu de Guerra). 

Hizo trabajos en metal, y fundó una escuela de fabricantes de tsuba (guardas de katana) en las que firmaba "Niten" después de su nombre (en alusión a su escuela Niten Ichi Ryu). Se dice que escribió poemas y canciones, pero ninguno de éstos ha llegado hasta nuestros días.

Constantemente buscó contactar con intelectuales del sacerdocio, artistas, monjes, artesanos y célebres pintores de la época, con el único fin de ensanchar sus conocimientos.

Musashi es más conocido por su nombre artístico Niten.




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