Hasta que te conocí [serie Arévalo #3]

Capítulo 11

Los días pasaron y ya era rutina que Salomón llevará a los niños al colegio, me senté en la terraza tenía la mirada perdida en el mar, no supé en que momento Salomón se había metido de lleno en nuestras vidas, los niños lo incluían en todos sus planes, hasta Rufus, el miedoso, le movía la colita y esperaba por su respectiva caricia cuando llegaba Salomón.

Suspiré y pusé mi rostro entre mis manos.

- Sra. Julieta, tiene una visita  -levanté el rostro.

- ¿Quién es Rosa?

- Es el médico -mordi mi labio y noté que a Rosa no le hacía gracia que estuviera Joe en la casa, creo asumía que Salomón era mi pareja - ¿Lo hago pasar? -asentí.

Salió murmurando quién sabe qué, me encogí de hombros, me levanté cuando entró Joe, no podía negarlo era un hombre atractivo y muy meticuloso en su arreglo personal.

- Julieta, tan bella como siempre - me saludó con un beso en la mejilla.

- Sientate Joe - acomodé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja - ¿Hoy no trabajas? - el sonrió.

- Claro, abriré la clínica más tarde, tenía que pasar a verte, desde el día que pasó lo de tu hijo, no te he visto - asentí - ¿Podemos cenar hoy?.

Lo miré y me sentía indecisa, Julio desapareció ese día porque iba a salir con él, no entendía porque a los niños no les agradaba.

- Yo, no creo poder salir Joe -me levanté -Los niños no se sienten preparados aún para que yo tenga una relación - me giré al sentir que él estaba detrás de mi, no respondió sólo se acercó, retrocedi hasta que pegué en la baranda.

- Desde que te vi, te robastes mi corazón - sentí como puso sus manos en mi cintura, puse mis manos en su pecho para empujarlo cuando inclinó su cabeza para besarme.

-¡Que mierda! - vi como Joe era arrancado de delante mio de un solo empujón.

Salomón estaba furioso,me miró molesto y se dirigió a Joe quien se había compuesto, ambos hombres se veían furiosos.

- No te metas donde nadie te llamó - el rostro de Joe era una máscara de frialdad.

- Tú no te metas con la mujer ajena -Joe me miró con furia y se abalanzó sobre Salomón dándole un puñetazo en la mandíbula, solté un grito, Salomón después que se le pasó la sorpresa, le devolvió el golpe, ambos hombres se dieron golpes, Ramón el jardinero tuvo que intervenir separandolos.

Note que quien tenía más golpes era Joe, y forcejeaba para que Ramón lo soltará.

- Tú no tienes nada con ella, has venido a meterte en nuestra relación - enarque una ceja, no recordaba tal relación- te juró que esto no quedará así, sabrás de mi - se soltó de Ramón, me dirigió una mirada enigmática y busco la salida.

- Vuelves a acercarte a ella, quedarás peor de la que ya estás -Joe se detuvo y lo miró.

- Tú no decides por ella - salió de la terraza.

Rosa me extendió unas vendas y alcohol para limpiarlo, respiraba agitada, aún no podía procesar como se agarraron a golpes.

- Te curaré - me miró con la mirada más fría que existía.

- ¿Ibas a besarte con él?- negué con la cabeza - Que tonto he sido, tenías tus manos en su pecho - se dio la vuelta.

- Salomón - lo llamé - No es lo que piensas, iba a apartarlo.

Siguió su camino sin ver atrás, me senté y comencé a llorar, me importaba Salomón y en estos momentos él pensaba que era capaz de besarme con Joe después de haber estado con él.

- Tiene que evitar que el médico la siga buscando señora, he notado que él señor es muy celoso y tiene razón a ningún hombre le gusta que otro hombre ande alrededor de lo que es de ello - miré a Rosa.

- ¿Terminastes los quehaceres?- ella asintió - Quédate con Ana.

Salí de la terraza, no podía permitir que Salomón creyera lo que no era, Joe y yo no éramos nada.

Emprendí el camino a la casa esperando que Salomón no se hubiera marchado, vislumbre el auto que había adquirido para llevar a los niños al colegio, subí los escalones y me di cuenta que la puerta principal estaba bajó llave, no me daría por vencido, rodée la casa y todo estaba bajó llave, mordí mi labio inferior y pensé que todo mundo siempre dejaba una copia, él no debía ser la excepción, me crucé de brazos y pensé que tal vez la guardaba donde todo mundo lo hacía en una macetera, revisé la primera que estaba a la par de la puerta en el lado derecho, nada, suspiré y busqué en la del lado izquierdo y listo, la encontré.

Abrí la puerta y la casa estaba en silencio, caminé hacia la habitación donde estuvimos, se escuchaba el agua de la ducha correr, dudé, pero entre Joe y Salomón, mil veces prefería no volver a ver a Joe.

Entré al cuarto de baño, seria atrevida y no me negaría lo que tanto deseaba, me despoje de toda la ropa y me metí a la ducha, admiré el bien trabajado cuerpo de Salomón, él estaba de espalda, me acerqué y lo abracé por la espalda, se tensó y se detuvo de enjabonarse.

-Julieta...- bajé mi mano y a tientas busqué su amiguito, el cual no me decepcionó, suspiré al sentir como se dío vuelta y me pegó a la pared - no estoy para juegos.

- No es un juego - y me pegué a él.

Sonreí cuando Salomón me besó con pasión y sintiéndome triunfante cuando él me levantó, rodée sus caderas con mis piernas.

- No quiero esperar -murmuré en su boca.

Y comenzamos el ritual más antiguo de la humanidad.

 




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