SALOMÓN
Llegué al salón y no veía por ninguna parte a Sébastien, lo busqué hasta que se me ocurrió ir al cuarto de los niños, como imaginé estaba con ellos, todos los niños estaban sentados en la forma de un circulo escuchando los cuentos que desconocia donde se los había aprendido mi gemelo pero me daba cuenta que los tenía atrapados a los niños con la trama, me recosté en la pared y le hice señas, no quería que Julieta estuviera afuera mucho tiempo.
Sébastien se levantó y se dirigió hacia mi.
- Salomón, ¿pasa algo?- lo miré extrañado.
- Es lo que deseo saber, la niñera me dijo que te urgía hablar conmigo- miré la cara de sorpresa de Sébastien y negó con la cabeza.
- ¡Dios!! Sébastien, es una trampa, Julieta esta sola en el jardín - eché a correr y escuché los pasos de mi gemelo seguirme.
JULIETA
Laura me miró con furia, la vi sacar algo de su bolso que brillaba, solté un jadeó al darme cuenta que era un arma, no podía creer que el día más feliz de mi vida se iba a convertir en el más triste para mis hijos y Salomón.
Me puse de pie, por dentro temblaba pero saqué todas mis fuerzas para demostrarle una serenidad que no existía en mi.
- Tú maldita, me has robado el amor de Salomón - enarque una ceja - Pero hoy te mandaré al infierno y él volverá a ser mío, te has interpuesto entre nosotros.
Frunci el ceño, las palabras de Laura me decían lo que ya sospechaba que estaba loca, confundía la realidad con sus fantasías.
- Calmate Laura, no estas pensando bien - negó furiosa.
- Te odio, tú y esos mocosos saldrán de la vida de mi amado Salomón, entiende que él me ama - me mordí el labio y empecé a pedirle a Dios que me ayudará, que guardará a mis hijos y a mi también, tenía miedo de lo que hiciera si llegaba Salomón.
- Quítate los anillos, son míos, me pertenecen - miré los anillos, el símbolo de nuestra unión con Salomón.
Con mucho dolor me los quité, no podía arriesgar a mis hijos, estaba loca.
- Perdóname Salomón -murmuré y los pusé en la palma de su mano que tenía extendida.
La vi sonreír y admirar la piedra, me mordí el labio al ver como se ponía mis anillos, me moví, quería quitarme del lugar donde estaba, no tenía donde correr, ella estaba distraida viendo los anillos en su dedo pero no dejaba de apuntarme.
-¿Qué haces maldita? - me detuve, lo que más deseaba era golpearla pero ella me llevaba ventaja con el arma.
Empuño el arma con sus dos manos, sonreía como una loca.
- Te daré la lección de no meterte con lo mio, él me ama - me miró directamente a los ojos - Quité de enmedio al bastardo que llevaba Natalie,fue tan fácil cortarle los frenos a su auto, no iba a permitir que ella le diera un hijo a Salomón y ahora tú, desaparecerás junto con los mocosos - cerré los ojos cuando escuché que quitó el seguro.
- Suelta el arma, hazlo o disparo - abrí los ojos y me encontré con un desconocido apuntando justo en la cabeza de Laura, ella abrió los ojos asustada cuando escuchamos que él quitó el seguro, Laura temblaba y tiró el arma lejos de ella.
Suspiré cuando tiró el arma, agradecía al desconocido, miré que Salomón venía corriendo y detrás de él venían más hombres.
Sin pensarlo me tiré a sus brazos, él jadeaba.
- ¿Maximiliano?- me separé de Salomón para ver al desconocido.
- Así es Salomón, llegué a tiempo, estaba a punto de dispararle a tu esposa.
- Salomón mi amor, aquí estoy, ya regresé, suéltala que ella nos esta separando, mírame el color de mi cabello es mejor que el de ella - Salomón la miró y negó con la cabeza.
- Jamás te he amado Laura, fuiestes un error y hasta el día de hoy me lamento porque casi le haces daño a la mujer que amo - ella se revolvía pero Maximiliano la estaba sujetando de ambos brazos que los tenía hacia atrás.
- Sueltame Maximiliano, ¿no me reconoces? Soy yo, Laura, me conoces desde niña como vas a ayudar a esa maldita que me esta robando a Salomón.
Sébastien se acercó y le dijo a Salomón.
- Ya llamé a la policía -Salomón asintió.
- Ella confesó que provocó un accidente- Salomón miró a Maximiliano.
- ¿De qué hablas? -miré la espalda tensa de Salomón, puse mi mano sobre su espalda y comencé a acariciarla.
- Mi amor, ella provocó el accidente donde Sébastien perdió la vista y Natalie el bebé, no quería que naciera tu hijo.
Se quedó quieto procesando la noticia.
-¿Sabes cual sera tu castigo? -se acercó a ella - Que estarás sola pudriendote en una cárcel, no supistes valorar a las personas que te querían, eres tan egoísta y enferma que te crees Dios para decidir sobre quién vive y quien no, en la soledad extrañarás sentir un abrazo, ver una sonrisa, morirás sólo Laura porque te juró que te hundire por la muerte de mi hijo y el atentado contra la mujer que amó y mis hijos - las lágrimas corrían por las mejillas de Laura ante las palabras de Salomón.
Me acerqué hacia ella y sujeté su mano, le quité mis anillos y la miré directo a los ojos.
- Rstos me pertenecen, nunca ocuparás mi lugar.
Escuchamos las sirenas de la policía, cuando se la estaban llevando, ella le gritaba a Salomón que no dejará que se la llevarán, que lo amaba, nosotros teníamos que ir a la comisaría a declarar pero por mi estado lo haria al día siguiente.
Greta y Lena me abrazaban fuerte, los invitados se fueron, como siempre nada que tuviera que ver con nosotros era normal.
Don Victor entró con sus hijos y Maximiliano.
- Muchachas - se dirigió a nosotras -Les presentó a mi sobrino Maximiliano Arevalo, quien estuvo ausente por un par de años, él regreso al país a petición mía, Lena, él es quien acaba de encontrar a una de tus hermanas.
El asintió y estrechó nuestras manos.
- Maximiliano, te debo la vida de mi esposa y mis hijos - él negó con la cabeza.
- Era mi obligación Salomón.
Miró a Lena.
Editado: 01.01.2022