Hasta Que Te Pueda Ver...

Prefacio

Prologo

 

Jess era el chico normal, pasaba sus días en un hospital esperando que alguien le sacara de aquel aburrimiento, no podía conversar con nadie, era solo el contra el mundo, era un pequeño chico de Diecisiete años que no le gustaba en lo más mínimo el amor. Solo las aventuras que pasaba con sus amigos desde que eran una banda de pequeños criminales destinados a hacer travesuras por su vecindario.

Alison era una adolecente que sufría de una enfermedad terminal que nadie podía curar, ni el mejor de los médicos. Pensaba que sus días estaban contados por aquella terrible noticia, su último medico dijo claramente.<<Solo le quedan algunos meses>> las palabras fueron tan terribles para sus padres, que nunca le contaron nada. Ella se enteró por otra parte. Una conversa que mantenían en voz baja en el cuarto de su casa. Alison se escabullo para ver que estaban hablando, pero solo le costaría una verdadera faena.

Luego que se sintió desesperanzada. Lo único que pudo hacer era resignarse a ver como los demás seguían sus vidas. Viendo el esfuerzo en vano que hacían sus familiares, mientras ella moría paulatinamente.

Las cosas en los últimos meses se complicaron para la chica, Alison enfermo mucho, hasta tal punto que no podía respirar. La enfermedad avanzaba muy rápidamente. Tuvieron que llevarla hasta un hospital de inmediato.

Hasta que los dos se encontraron.

Un camillero llevo a Alison a una habitación donde pasaría mínimo dos meses en unos cuidados intensivos.

—Maldición.—Mascullo esa mala palabra, ya se había convertido en un rutina desde que dijo la primera.

En la habitación había un chico como de su misma edad, en el que no se molestó por mirar de reojo. Luego el hombre: un moreno fornido y alto, la cargo de la silla de ruedas hasta la segunda camilla al costado de una pared. Poco después el enfermero conecto una mascarilla y encendió el regulador de la bombona de oxígeno, finalmente dejó la sala y se llevó la silla de ruedas.

Jess así conoció a su nueva compañera.

De un salto se levantó de la camilla y entonces se dirigió a ella con la intención de ponerle una conversa solo para sacarle algo de información. Su mirada malévola se dejaba resaltar con aquellos colmillos vampíricos.

Alison se sintió un poco incomoda. Estremeció su cuerpo de miedo. El muchacho de la otra camilla la miraba mucho. Parecía que se iba a devorar con la mirada.

Ella quería que él se quedara quieto en su camilla, pero por algo él se movió y no era para coger algo de agua del filtro.

Inmediatamente se puso encima de ella.

—Hola…

Escuchó la voz del chico que estaba distante. Para nada era su tipo de chico. Era un joven de cabello marrón y ojos cafés, muy blanco para su gusto y parecía estar padeciendo de desnutrición porque era muy raquítico.

Alison asintió con la cabeza. Era lo único que quería hacer antes de que sus padres llegaran a su  típica escena de drama con aquello de que la enfermedad había vuelto otra vez. Pero tampoco tenía que molestarse mucho. En pocos meses iba a… era una palabra fuerte para una criatura que apenas tenía quince escasos años de edad. Era una tortura para la pobre chica cargar con aquella cruz seguramente iba a morir siendo virgen.

El problema con aquella noticia de su muerte era nada más y nada menos, que no sabía cuándo podía morir. Porque si le hubieran dado una fecha exacta claramente estuviera ya haciendo aquellas cosas que quería hacer desde que era niña: Ver un jardín de flores por ejemplo. Un sueño que llevaba en su mente desde que tenía memoria. Pero que nunca consiguió realizar por su grandiosa enfermedad.

—¿Porque te han traído aquí?

Ella hizo caso omiso de aquellas declaratorias, mientras que sus padres llegaban para traer la comida y la ropa, con la que pasaría las próximas semanas. Karen y Maikel, se pusieron enfrente de la camilla mientras que se acomodaban en la habitación. Jess entonces se alejó hasta su camilla para volverse acostar esta vez saco un libro que ponía en la portada: Un Té El Destino Nos Unió.  Alison se interesó completamente… no sabía que alguien de esa apariencia pudiera leer algo que no fuera solo los mensajes que recibía en los buzones de sus redes sociales.

Tampoco demostró más interés.

Los padres de Alison entraron y acomodaron un poco más aquella infame y aburrida habitación que solo dejaba un olor a muerte que nadie le quitaba. Comió algo de la pequeña maletita que le hizo su madre, entonces poco después se acostó a dormir.

Karen antes de salir de la habitación le advirtió al chico que no la despertara, que más le valía quedarse dormido. Jess puso los ojos en blanco aquellas advertencias no le iban a quitar las ganas de descubrir que ocultaba la extraña chica que llego hoy al hospital. Poco después de aquellos padres tan bordes se fueran. No dejo cerrar los ojos de la chica.

—Vale sé que no te gusta hablar. Pero podría siquiera saber tu nombre, la estadía aquí sería mucho mejor. Si es que vamos a ser vecinos por algo de tiempo.

Ella lo volvió a mirar de arriba abajo.

—Leías a Goyo D… ¿Cierto?



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En el texto hay: comedia, tragedia, romance

Editado: 06.09.2020

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