Hasta que tus padres nos separen.

O N C E

Despierto debido a que la respiración fresca de Ismael choca contra mi cuello alborotando todo dentro y fuera de mí.

—Por fin despiertas, nena dormilona —me mira con admiración y detenimiento, intenta besarme y me alejo rápidamente.

Corro al baño a lavarme los dientes rápidamente y a darme una intensiva ducha, nunca ¡nunca! me ha gustado besar a Ismael con el aliento de recién levantada, debe ser asqueroso, porque haciendo el cliché de las novelas y películas a un lado, por la noche se almacenan bacterias en nuestra boca y no me perdonaría transmitirle todo eso a mi novio, ¡ewk!

Pensándolo bien, siempre habíamos peleado por eso… Él odiaba que cada que nos despertáramos corriera a la ducha sin siquiera darle un beso de ‘‘buenos días’’, es verdad que los novios deben de conocerse en las buenas, en las malas y en las peores, pero Dios mío, yo parezco una verdadera bruja cuando me despierto.

—Date prisa, nena —dice con un tono muy desesperado.

—¿Ocupas hacer pipí? —estalla de risa.

—No, mi amor. Quiero besarte… Quiero besar a mi preciosa novia y futura esposa —no es necesario verme en el espejo para saber que estoy sonrojada.

—¿Futura esposa? —tartamudeo.

—¡Sí, bonita! Y la madre de mis hijos —suspira con ilusión.

—¡Estás loco! —exclamo al cerrarle al grifo del agua fría.

—¿Por qué, bonita? —escucho la chapa de la puerta girar, pero no me preocupo porque antes de entrar le puse seguro.

—No vamos a tener hijos.

—¿Quién dijo eso?

—Yo te lo estoy diciendo ahora mismo, Isma —empiezo a secar mi cuerpo.

—¿Por qué no quieres que tengamos hijos?

—Mi figura de modelo se arruinará —bromeo y puedo escuchar una leve risa detrás de la puerta.

—¡Te amo!

—Te amo —susurro.

Es muy fácil amarlo y muy difícil dejar de amarlo, porque él se ha impregnado en cada parte de mí cuán sudor en mi frente en verano.

Me coloco un vestido verde oliva con un escote recatado y de tirantes, unos zapatos muy cómodos y amarro mi cabello largo y ondulado en una coleta alta.

Me perfumo, coloco crema en todo mi cuerpo y salgo sonriente a la habitación, ¿cómo no sonreír si después de mucho tiempo me sentía más feliz y afortunada de lo normal?

—¡Por fin! —exclama al mirarme salir del baño y funde sus labios con los míos creando uno solo —estás bellísima, tan bellísima que no saldrás así.

—¿Qué? —pregunto juguetona y con la ceja alzada.

—No vas a salir así de la habitación —frunce el entrecejo y no puedo evitar reírme.

—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? —doy una pequeña vuelta haciendo que el vuelo del vestido sea notorio.

—Ese vestido está muy corto, bonita —me atrae hacia él apretando mi espalda baja y besándome con pasión —y no quiero que nadie más aprecie las preciosas y candentes piernas de mi novia.

—Ayy, cálmate celoso posesivo —sonrío tiernamente —¡por todos los cielos! —exclamo al recordar que hoy mismo Claudia y Cooper se irán de luna de miel.

—¿Qué sucede, bonita?

—¡Debemos empacar, cielo! —dejo un beso en sus labios y corro al baño a sacar todos mis productos de higiene y mi ropa sucia.

Cuando salgo miro a mi novio ordenando la cama y no puedo evitar suspirar, soy muy afortunada de tener a un chico así en mi vida, hombres como él valen totalmente la espera y la pena.

—Te amo, cielo —digo tímidamente y el me regala una sonrisa demasiado hermosa.

—Te amo mucho más, Karyme —me manda un beso que atrapo con entusiasmo y sigo ordenando todas mis cosas.

Cuando terminamos de ordenar la habitación y nuestra maleta, bajamos a la sala y ahí están todas las chicas acompañadas con su pareja y mirándonos con complicidad, ¿por qué demonios siempre me miran así?

—Buenos días, dormilones —dice Claudia quien reposa en el regazo de su esposo.

—¿Cómo la pasaron por la noche? —pregunta Eunice con un ápice juguetón y ruedo los ojos.

—¿Por qué todo el jodido mundo supone que nos la pasamos cogiendo todas las noches? —pregunto con molestia, las chicas se ríen a pesar de que no lo dije con la intención de hacerlas reír, lo dije porque realmente lo siento.

—Quizás por sus ojos de borregos desmayados y por la química tan palpable que transmiten —dice Cooper y las chicas enfocan su mirada en nuestras manos entrelazadas.

—¿Qué es eso morado que tienes en tu cuello, Kary? —pongo la mano en mi cuello como si con eso se quitase lo morado y ella estalla de risa —¡caíste!

—Evidenciaste lo que hicimos ayer, bonita —dice sarcásticamente, me guiña el ojo y ruedo los ojos dándole un codazo.

—Oigan, ¿por qué traen las maletas? —pregunta Saraí.

—Ya nos vamos.

—¿¡Tan pronto?!

—Llevo casi una semana aquí, Claudia, además de que ustedes se irán de viaje hoy.




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