Hasta que tus padres nos separen.

D O C E

—¿Sigues ahí, mi niña? —escucho esa voz de la que hace algunos años hui y mil dudas atraviesan mi cabeza —¿hola?

—¿Qué quieres? —pregunto sin amabilidad.

—Quiero saludarte, hablar contigo y verte, sé que estás en la ciudad, mi amor.

—¡No me llames así! —grazno con fuerza —¿cómo sabes que estoy en la ciudad?

—¿Se te ha olvidado que aquí corren las noticias como rayo?

—Nunca podría olvidarme, esa fue una de las mil razones por las que decidí abandonar esta jodida ciudad y antes de que digas algo... Sí, tú entras en la lista de esas razones.

—Perdóname. El estrés me tenía vuelta loca y tú siempre has sido complicada, malcriada, rebelde y una niña mimada, así que no me culpes con totalidad.

—No soy ni fui mimada —blanqueo los ojos —pero tú siempre fuiste una migraña para mí. Nunca me apoyaste, querías hundirme con tus ideales tan enfermos y con tus conductas tan bipolares. No me arrepiento de haberme ido de aquí.

—Han pasado muchos años y quiero arreglar las cosas contigo, no creo soportar envejecer y no tenerte a mi lado —mis mejillas adquieren un color rojizo de rabia, decepción y cólera al mismo tiempo.

—Ya entiendo porque me llamas... —suelto una falsa carcajada intentando no denotar mi molestia —lo haces por tu propio interés al igual que siempre, eso está en tu naturaleza porque nunca te importamos papá y yo.

—Karyme...

—¿Vas a negarlo? —la interrumpo.

Y sí, esa mujer al otro lado del celular es mi "mamá", la razón porque la que me fui de la ciudad, simplemente no soportaba pelear con ella a diario por cosas estúpidas, por cosas sin sentido y nunca soporté que no haya valorado a papá.

Ella fue, es y por siempre será una arpía egoísta pensando solamente en su bienestar y comodidad.

Es una mujer sin escrúpulos, lista para lanzar el veneno a quien sea quien pase frente a ella. Es una mujer que siempre buscó ofender a los demás para sentirse superior al resto. Una vil serpiente «y hasta más venenosa». Es una mujer que nunca buscó un atributo en mí ni en papá sino mil errores, siendo que ella es la persona con más defectos que he conocido en mi vida.

Es la típica mujer frustrada que nunca hizo nada con su jodida vida y que me culpó «silenciosamente» de eso «por darme a luz», cuando esa acción solamente fue un pretexto para justificar su absurda, miserable y conformista vida.

Siempre quiso salir de la pocilga en la que vivía, pero nunca hizo nada por méritos propios para hacerlo. Nunca pensó en que quizás trabajando, estudiando y esmerándose podría lograrlo.

Se esperó a que un pobre y tonto hombre lo hiciera «lamento decir que ese hombre iluso es mi padre, el hombre al que amo con todo mi corazón».

Papá se enamoró de ella perdidamente «aun no entiendo que le miró. A veces confirmo que el amor es verdaderamente ciego» la sacó del chiquero en el que Nicole (mi "mamá") vivía, la ayudó en todo lo que pudo, le ofreció pagarle una carrera pero ella siempre pensó en el "qué dirán" de las personas. «¡Ja!, cómo si los demás estuviesen interesados en su vida».

¿Qué dirían de mirar a una mujer adulta recién terminando el instituto?

¿Qué dirían de saber que su hija era una "rebelde sin causa"?

¿Qué dirían al saber que su esposo la había salvado de la perdición en la que estaba?

¡Joder, yo hubiese presumido a papá en todo momento!

Ella es una mujer tan temperamental, vacía y enferma mental que necesitaba alejarme de ella, no quería ser su vivo retrato y no quería que sus hábitos se me pegaran. Sé que no todo es su culpa, el ambiente en el que se crio no fue el más adecuado, pero con un hombre como papá a su lado pudo cambiar su manera de ver la vida, pudo cambiar sus pensamientos anticuados y pudo ser la mujer que salió de un charco para conocer el océano aunque en vez de eso decidió lanzarse a un pantano.

Recién estaba en la adolescencia «¡en pleno desarrollo!» cuando se aferraba a decirme que tenía unos kilitos de más, que en vez de crecer para arriba estaba creciendo a los lados y que debería pensar en comer ensalada de mañana, día y noche o sino, probablemente llegaría rodando al instituto cuando podría apostar mi propia vida a que no había subido ni dos estúpidos gramos. Ella quería que fuera una tonta y hueca barbie, que contara las calorías que ingería y que me mantuviese perfecta o quedaría para vestir santos, ¿cómo pudo decirle eso a una niña en pleno desarrollo, a una niña tan vulnerable?

Uff, pero eso no es todo, tengo una lista interminable.

Cuando me salió mi primera espinilla chilló de terror, diciéndome que me miraba fatal y que incluso parecía una bruja malvada y horrible de esas que salían en los cuentos. Hizo todo ese escándalo por un estúpido barro, ¡por mi primer barro a los 14años!

Los insultos eran cada vez más fuertes y dolorosos, me hacía sentir una mierda, una bola de grasa, una hueca y debía poner un alto.

Siempre he creído que las marcas de los golpes se quitan, pero las palabras se quedan en tu mente sonando una y mil veces más.

Fue por esa razón que conforme fui creciendo, fui dándome cuenta de que tenía que armar mi propio escudo de acero inoxidable para protegerme de las tremendas llamas que mi madre lanzaba cada que miraba un mínimo error en mí, de no haberlo hecho probablemente ahorita estuviese frustrada en casa de mi padre, sentaba en un rincón de mi habitación llorando por ser la bruja del cuento en vez de ser blanca nieves.




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