Hasta que tus padres nos separen.

T R E C E

Luego de pasar tanto tiempo besándonos y acurrucados «pese al terrible calor que hace en la ciudad», Ismael me mira detenidamente por un largo rato que me parece infinito, hasta que decido cuestionarlo.

—¿Qué tienes, cielo?

—Lo mismo me pregunto respecto a ti nena. No he podido dejar de pensar en tu rostro al volver después de recibir aquella llamada —suelto un largo suspiro —cuéntame que sucedió, bonita —acuna mi mejilla con dulzura, lo miro a sus ojos color miel e instantáneamente me siento con seguridad para contarle lo que pasó.

—La que llamó fue Nicole —blanqueo los ojos y él frunce el ceño.

—¿Tu mamá, nena? —asiento —¿qué quería esa señora? —gruñe con fuerza y lo entiendo, Ismael conoce todo de mí, hasta la parte más vergonzosa, dolorosa y oscura de mi ser y sin temor a equivocarme puedo decir que cuando le das la oportunidad a alguien de conocer todo de ti, es porque confías ciegamente en él/ella y eso es lo que sucede con mi novio.

Ismael ha sido sincero conmigo desde el primer momento en que nuestras miradas se fundieron, muchas veces me he cuestionado que hice tan bien para merecer a un chico tan valioso como él, siempre lamentaré haber creído que me había fallado, lo positivo dentro de todo lo negativo es que aprendí la lección y jamás soltaré su mano a menos de que él me lo pida.

—Según ella, quería reconciliarse conmigo, quería que nos viéramos.

—¿Ahh, sí? —me mira con intriga.

—Eso dijo, la realidad de la llamada es que se está dando cuenta de que ya no es la misma jovencita de hace años y seguramente teme de que no haya nadie en su funeral —ruedo los ojos.

—Y, ¿no tienes ni una pizca de ganas de verla, mi amor? —besa ni nariz, mi piel se estremece ante su acto y toda la ilusión se esfuma de mi ser al analizar su pregunta.

—No, cielo, no quiero verla —una picazón se aloja en mi nariz, agua salada se acumula en mis ojos y aprieto mis labios con fuerza para no soltar un sollozo —recordé todas sus humillaciones al escuchar su voz.

Fingía que no me importaba, que no me dolía y que no sentía, pero realmente los tratos tóxicos llegaban a mi cabeza cuán lluvia al suelo.

—No quiero que llores, mi amor —con suma delicadeza me toma de la cintura, me pone en su regazo mientras acaricia mi cabello y besa cada área descubierta de mi piel —eres muy valiosa para mí, ¿lo sabias?

—Me lo has demostrado a diario y no puedo amarte más de lo que ya lo hago, cielo —sin poder evitarlo mis lágrimas recorren mis mejillas y mi novio las limpia con el dorso masculino de su mano, me abraza con fuerza y sin siquiera ser creyente le agradezco a Dios por mandarme a un chico como él —creo que tú eres el premio que me mandó la vida por lidiar tantos años con esa mujer —sorbo por la nariz sin importarme que tan asqueroso sea y rozo mis labios con los de Isma sin llegar a besarlos.

—Lo que creo, es que gracias a esa mujer eres lo que eres hoy en día, mi amor —susurra contra mis labios y después me besa suavemente —he sido testigo de cómo intentas salir adelante día con día sin necesidad de humillar, juzgar o pisotear a los demás, luchas con constancia, valentía y perseverancia para no ser como tu mamá y eso es suficiente para que dejes de llorar, mi bella mujer.

—Isma.

—¿Si, amor?

—¿Porque estás conmigo? Yo —mi voz empieza a flaquear —, siempre te hice ver como el malo del cuento, cuando la única mala, egoísta y maldita, fui yo.

—No vuelvas a decir eso, nena —ruge cuan león —estoy contigo porque tienes todo con lo que algún día soñé tener. Me gustan tus gestos, tu sarcasmo, tus interminables bromas, lo gruñona que eres, tu estatura, tus bellos ojos, tus firmes labios, hasta me gusta la manera en la que te remueves salvajemente en la cama antes de levantarte —suelto una risita —me gustan tus ojos de huevo estrellado, me gusta el timbre de tu voz, me gusta lo valiente que eres y los valores que tienes… —decidí interrumpirlo.

—¡Ayy ya, cursi! —su mirada empieza a encenderse de molestia por interrumpirlo en su relato cliché y estallo de risa ante eso, me fascina ser yo quien amargue sus vida, cuando el sentimiento de risa se pasa, coloco mis manos en cada mejilla de mi chico, lo veo hambrienta como si se tratara de un helado de chocolate y sonrío tontamente —eres muy cursi, lo peor, es que me encanta… Tú me encantas, Isma y gracias por hacerme saber que nada es tan malo en la vida como solemos creer.

—La vida siempre nos recompensa, nena —hace a un lado la dulzura por un momento y me besa duramente —te amo.

—Tú eres mi recompensa y te amo, mi cielo —hablo acalorada por la temperatura del día y por la temperatura que Ismael siembra en mí.

—¿Te sientes más tranquila? —niego —¿qué necesitas para estar tranquila en totalidad, nena?

—Un sueldo fijo de 4000USD semanales —lo miro con ojos de borrego a medio morir y estalla de risa.

—¿Ahora entiendes la razón por la que te amo? Nadie es ni será como tú, nena —entrelazamos nuestros labios —y ahora, alístate.

—¿Por qué debería de alistarme, Isma? —me pego a su cuerpo y acaricio sus oblicuos, logrando que suelte una sonrisa perversa.

—Porque tenemos muchas actividades que hacer en el hotel, mi amor —su mano gira en círculos alrededor de mi hombro —sé que odias la playa, pero mi plan es hacer que la ames.




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