Hasta que tus padres nos separen.

C A T O R C E

Luego de una semana disfrutando de nuestras vacaciones, del hotel y de la felicidad impregnada en nuestros corazones, regresaremos a nuestra ciudad y no porque queramos hacerlo, sino por la gran cantidad de trabajo que hay.

La temporada del año en donde hay más muertes es en invierno, además de las personas que fallecen por el tremendo frío, por epidemias de gripe, neumonía, fallecen muchas personas en accidentes automovilísticos a causa del alcohol que suele ingerirse en las celebraciones de fin de año y navidad, fallecen niños por quemaduras de juegos pirotécnicos y adultos mayores quienes no resisten temperaturas tan bajas.

La siguiente temporada donde fallecen mas personas es en verano, por las olas de calor, la deshidratación, ademas de los multiples crímenes y asesinatos que hay en esta temporada, no solamente a las hormigas les gusta el verano, sino a los asesinos, la probabilidad de encontrar a personas fuera de casa en verano es mas alta que en invierno, provocando que las personas corran mas peligro en esta temporada que en cualquier otra.

Los hermanos de Ismael habían estado marcándonos seguido para que volviéramos a casa, ellos eran unos cuñados perfectos y unos maricones si se trataba del trabajo, siempre éramos mi novio y yo los que teníamos que hacer el trabajo pesado mientras ellos hacían lo administrativo y contable.

Lo único bueno de regresar, es que veré a papá a quien tengo casi 1 mes sin ver, se encontraba fuera de la ciudad por cuestiones laborales y justo cuando volvió, yo estaba saliendo de la ciudad.

Dejo de pensar en todo lo que me espera al volver a la ciudad y enfoco mi mirada en Ismael, en mi precioso novio quien está muy concentrado empacando su ropa.

Según este viaje ha sido nuestra pre luna de miel, situación que me divierte demasiado, ni siquiera estamos comprometidos o algo por el estilo, lo que me llena de felicidad es que si algún día llegáramos a casarnos, seria mucho mas feliz de que soy ahora.

Algo muy dentro de mí me decía que las cosas con Ismael serian mucho más color de rosa de como lo son ahora, él es un buen hombre, lo dejé ir una vez, cosa que no volvería a hacer, no volvería a perder a mi novio, a mi mejor amigo y a mi todo ni aunque me pusieran una pistola en la sien.

—¿Qué tanto me ves, amor? —me mira de soslayo, me sonrojo de inmediato y sonrío por inercia.

—Veo a mi guapo chico —le enseño la lengua enrojecida, por el dulce picante que estaba comiéndome, sin importarme que aún no desayunábamos —te amo, por si no te ha quedado claro.

—¿Me amas pese a todo lo malo? —comienzo a reírme y arruga su masculino rostro.

—No encuentro nada malo en ti, Ismael —me acerco cautelosamente a él, me inclino sólo un poco y beso sus delgados labios.

—¿Vas a dejarme así, bonita? —cuestiona con rabia —bésame un poco más —me lanza una mirada suplicante, suelto risitas y empiezo a ordenar mi maleta, sabia que mi chico no quería que solo lo besara, sino algo más, algo que le había estado dando muy seguido durante los últimos días, debo admitir que extrañaba entregarme a él.

Ingreso al baño a sacar todos mis productos de higiene, los agrego en una bolsa y la meto hasta el fondo de la maleta, para después rellenarla con todos los cambios de ropa que había traído, veo la hora en mi celular protegido por una funda de cactus y caigo en cuenta de lo temprano que nos despertamos, considerando que nuestro vuelo sale a las 3pm.

—¿Qué haremos antes de irnos al aeropuerto, cielo?

—Bajaremos a desayunar aunque ya te hayas comido mas de un caramelo enchilado —hago un tierno puchero que consiste en arrugar mi nariz e inclinar mi rostro hacia la derecha —después iremos de compras y de ahí nos iremos al aeropuerto.

—¿Qué compraremos, cielo?

—Lo que quieras y necesites, amor —se acerca a mí, me analiza con ternura y admiración para después entrelazar sus labios con los míos, dejando que nuestras lenguas danzaran en sincronía.

—Lo único que quiero es tenerte a mi lado y lo único que necesito es a ti —musito contra sus labios.

—No sabes lo mucho que me hacías falta, nena. Necesitaba tu calor, tus pucheros, tus besos, tus labios, tu esencia… Te necesitaba a ti para complementar mi felicidad —mira mis labios con lujuria durante toda su oración e inevitablemente hago lo mismo con los suyos, creo que los besos son la manera mas fácil de hacerle saber a una persona que la quieres, fue por eso que nos besamos por tantos minutos seguidos que me sorprende no haber muerto por la falta de respiración.

—Necesitamos irnos antes de que las cosas se salgan de control, Isma —anuncio luego de besar la punta de su nariz y acariciar tiernamente su blanca mejilla.

—¿Acaso no quieres que tengamos hijos, nena?

—Lo que no quiero es llegar cansada a la ciudad después de tanto ejercicio lujurioso —nos carcajeamos de risa al unísono, éramos intensos en la mayoría de los aspectos, sobre todo en ese —ya vámonos antes de que perdamos el control —tomo mi bolso y en ese momento siento húmedo mi cuello, porque Isma deposita un beso ahī, haciéndome chillar para mis adentros —malvado —murmuro al conocer sus intenciones.

Salimos de la habitación tomados de la mano y me sorprendo al mirar que mi novio me guía al exterior del hotel, en vez de dirigirnos al restaurant, me muerdo la lengua para no cuestionarlo y me dedico a analizar cada rincón de la ciudad que me vio nacer, de la ciudad en donde sufrí tanto por estar distanciada de papá.




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