Hasta que tus padres nos separen.

D I E C I O C H O

Hasta ahorita no he recibido ninguna llamada de emergencia de la funeraria, es por eso que dedico el día a limpiar y ordenar mi pequeño departamento, odio admitirlo, pero soy muy desordenada y debo empezar a cambiar eso antes de que sea imposible corregirlo.

Luego de colocar ropa en la lavadora y ponerla a trabajar, saco las sábanas de la cama para poner unas limpias recién salidas de la secadora, las extiendo y un olor floral se apodera de mis fosas nasales, tiendo la cama perfectamente y la mitad de la habitación ya se ve reluciente.

Pongo mis audífonos luego de elegir mi playlist favorita del momento y me dispongo a vaciar mi closet para regalar a la caridad la ropa que ya no uso y otra que ya no me queda.

Voy formando dos torres de ropa, una con la que me quedaré y otra que regalaré, a veces no entiendo mi estúpido afán de comprar a lo pendejo, hay mucha ropa que aún tiene la etiqueta de compra y no hago más que darme topes en la cabeza ante la situación, necesito empezar a cuidar el dinero que tanto me cuesta obtener.

En vez de tener tanta ropa nueva en mi closet podría tener un jugoso ahorro para alguna emergencia, algún viaje o regalo sorpresa para mi chico, pero no, me cegaba por las ofertas en las tiendas y los signos de dólares.

Doblo la ropa que voy a regalar y la coloco en una enorme bolsa plástica mientras que guardo perfectamente la ropa que decido conservar.

Me dirijo a la cocina, coloco mis guantes de plástico y después de lavar los pocos trastes sucios, le doy una limpieza profunda a cada uno de mis electrodomésticos, la cocina queda brillando cuán vía láctea y sonrío orgullosa.

Me quito los guantes de la cocina y coloco los guantes del baño, coloco químicos para alejar la suciedad que pudiese haber en el retrete y observó la tina y regadera perfectamente limpias luego de lavarlas por la mañana mientras tomaba mi ducha.

Lo único que falta hacer es limpiar la sala y aspirar todo el departamento, pero una llamada urgente me impide hacerlo.

Veo el remitente de mi celular y siento punzadas en mi corazón alertándome de que algo malo puede estar sucediendo.

—¿Cielo? —contesto la llamada, escucho respiraciones aceleradas y compruebo mi teoría —¿Isma? —espero a que responda.

—Se fue, bonita —dice apenas en un susurro —mi papá se fue —termina la oración y todo el aire abandona mis pulmones.

—¿Qué? —es lo único que logro decir en un completo estado de shock.

—Mi papá falleció, bonita —solloza involuntariamente y necesito estar con él cuánto antes, necesito mimarlo, besarlo y demostrarle que jamás me iré de su lado.

—¿Dó-dónde estás, mi amor? —tartamudeo nerviosa y afligida.

—En su casa —no le permito seguir hablando cuando cuelgo la llamada, tomo las llaves del auto, mi bolso y manejo a gran velocidad hasta el lugar donde se encuentra el amor de mi vida.

Por momentos pasa por mi cabeza desobeder las señales de tránsito, pero me abstengo a hacerlo al pensar en las costosas multas que impone el gobierno, por eso freno en los semáforos en rojo y acelero cuán demente cuando cambia a verde, en este momento mi vida depende de la de Isma.

Aterrizo en el hogar de los papás de mi prometido, toco el timbre y él abre de inmediato, reflejando un rostro devastado.

Sus ojos están rojizos e hinchados de tanto llorar, sus mejillas están ardiendo de dolor, impotencia y devastación, su nariz está fruncida sin entender nada de lo que sucede y su simétrico rostro está adornado con imponencia.

—Lo lamento, mi niño —se lanza con fuerza a mis brazos, me guía hasta la sala y reposamos nuestros traseros en el cómodo sillón.

Pongo su rostro en mi regazo mientras hago círculos en su cabello oscuro y dejo besitos tiernos en sus labios que parecen estar sedientos de los míos.

—Se fue, se acabó —alcanzo a escuchar lo que sueltan sus delgados labios —papá ya no estará aquí para mí —sorbe por la nariz y saco un paquete de pañuelos de mi bolso para entregárselo.

Puedo sentir su dolor gracias a la unión que hay entre ambos y caigo en cuenta de que un gran hombre como el señor Gallagher abandonó el mundo terrenal para no volver a él.

—Sé que nada de lo que articule te dará paz, sin embargo quiero que sepas que estaré contigo acompañándote en cada paso que des, en cada caída que tengas y en cada momento trágico que vivas. Ésto es sólo una prueba más de tantas que vas a superar, de tantas que superaremos juntos, como pareja, como futuros esposos —mis lágrimas resbalan por mis mejillas luego de decir aquello, nos miramos a los ojos brillosos por unos minutos que me parecen infinitos y nos deleitamos con el sabor del otro que en ese momento era de dolor.

Me dolía no poder ser la novia fuerte que apoyara a su chico en una situación como ésta, pero el señor Gallagher también signifcaba mucho para mí.

Fue quien me brindó un trabajo, quien me abrió las puertas de su hogar cuando decidí emprender el vuelo y no tenía ni en dónde caerme muerta, fue quien me enseñó todo lo que sé hasta ahora del mundo funerario, fue quien me brindó un cariño incondicional y un espacio en su familia, fue quien me quiso, valoró y amó como si fuera su hija, fue el padre del único chico al que he amado, fue quien le jaló las orejas a Ismael cuando pensé que me había engañado y fue quien a pesar de todo lo malo que pude hacerle a su hijo sin intención estuvo ahí para apoyarme, protegerme y defenderme.




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