Hasta que tus padres nos separen.

V E I N T I S I E T E

Estoy sentada en el inodoro y no estoy haciendo mis necesidades fisiológicas, estoy ahí porque el papel me queda más cerca para limpiar mis lágrimas y mis mucosidades.

Son las 6:10am y no he dormido desde que pude recordar lo ocurrido ese día.

Siento el fuego a centímetros de mí tal y como lo sentí el día que perdí a mi cielo, el día en que la oscuridad se apoderó de mi vida.

Sus palabras románticas resuenan en mi cabeza, sus besos los siento en mis labios como si justo en éste momento me estuviese besando y recuerdo su aliento a la perfección, tan fresco y armonioso como siempre.

Él me suplicó que saliera del autobús y no quise hacerlo, de no haber sido por esos hombres que me sacaron a la fuerza, las cenizas de Ismael y las mías estarían juntas.

El timbre de casa me hace salir de mis tóxicas lagunas mentales y entumecida por el largo período de tiempo que estuve sentada en la misma posición, me dirijo hasta la puerta para abrir y encontrarme con mi papi.

Por inercia limpio mis lágrimas, él alcanza a notar mi dolor y se entristece, sé que está cansado de que su hija sea una chillona.

—¿Otra vez llorando, hija? —suelta un largo suspiro que siento como cuchillo en mi pecho, me duele en demasía dañarlo —habías estado jodidamente bien —sé que está decepcionado de mí.

—Recordé todo lo que sucedió ese día, papi —abre sus labios con impresión y me atrapa en sus brazos para guiarme al sillón.

—¿Quieres contarme, mi niña? —coloca mi cabeza en su regazo y acaricia mi cabello.

—Se te hará tarde para ir al trabajo.

—Eso es lo de menos, hija.

—Resulta que... —le cuento todo lo sucedido con lujo de detalle y de la nada comienzo a sentirme mal físicamente.

Las náuseas se apoderan de mí, me zafo del tierno agarre de papá y corro hacia el baño a expulsar lo que comí el día anterior, toso con fuerza luego de vaciar mi estómago y me levanto para lavar mis dientes, me veo en el espejo y literalmente pego un brinquito del susto al verme tan pálida, todo es cambiante en este punto de mi vida y me caga en demasía.

Estoy irritándome de tener un día soleado y otro oscuro, de tener un día blanco y uno negro, de tener un día pacífico y otro terrorífico, de tener un día en el que me siento tranquila e intento recuperar mi vida y otro deprimente, en donde la vida no tiene sentido para mí.

Estoy consciente de que la vida es cambiante y que no todos los días serán perfectos «de ser así, ¿qué sentido tendría la vida?» sin embargo estoy cansada de que la puta vida se aferre a divertirse a mi costa, ¿¡por qué todo está sucediéndome a mí?!

Regreso a la sala con papá y está preocupado dando vueltas por toda la superficie, hasta reviso el piso para asegurarme que no le haya hecho un hueco.

—¡Hija! —corre a abrazarme y a besar mi mejilla —necesitamos ir al doctor, ve a abrigarte.

—¿Doctor? —me carcajeo —estoy bien, papá.

—Has estado vomitando muy seguido.

—Debe ser porque me la he pasado comiendo fuera de casa, papi, seguro tome algún virus y ya, no es nada grave, deja de preocuparte —pego mi mejilla en su pecho y mis manos viajan a su espalda para abrazarlo —te amo y agradezco que estés conmigo siempre.

—Esa es mi función, soy tu papá, Karyme —acaricia mi cabello y lo besa.

—No todos los padres cumplen con sus responsabilidades como tú —pienso en lo buen padre que hubiese sido Ismael y lloro por enésima vez en lo que va de la corta mañana —te amo demasiado y lamento estarte dando tantos dolores de cabeza —siento picazón en mi nariz y ahora lloro por hacerle tanto daño a papá.

—Te amo más de lo que puedas imaginarte, mi niña —acaricia mi mejilla —eres la única mujer que me ha enseñado el significado de amar, has traído alegría a mi vida desde el momento en el que supe que Nicole estaba embarazada —parece recordar ese momento —me has enseñado más que la universidad y que la vida —sonrío ante sus halagos —nunca me reclamaste por no poder darte los todos los lujos que tenían tus amigas, me perdonaste cuando me vine a la ciudad y te dejé un tiempo con Nicole, me abriste los ojos ante muchas situaciones y no hay una palabra que describa lo impotente que me siento al mirarte tan mal y no poder hacer nada para sanarte —luego de mucho tiempo lo veo llorar y ahora no sólo soy una jodida novia que soltó la mano de su novio, también soy una jodida hija que está haciendo sufrir y llorar a su padre, al único hombre que la amó desde el primer instante —no sólo eres mi hija y la chica más hermosa ante mis ojos —logra hacerme sonrojar —eres mi luz entre tanta oscuridad, mi comida entre el hambre, mi oxígeno entre el agua, mi mejor amiga, mi consejera, el primer, único, gran y verdadero amor de mi vida. Te amo, te extraño y deseo que vuelvas pronto.

—Oww, papi —los dos nos desplomamos a llorar mientras nos abrazamos con fuerza desmedida y nos hacemos carantuñas de todas las maneras posibles.

—Te extraño tan radiante, sonriente y enamorada de la vida, te extraño tan bromista, sarcástica, simpática y perversa ante cualquier situación. Extraño a esa Karyme fuerte que no dependía de nada ni de nadie, a esa Karyme independiente que luchaba ante cualquier adversidad sacando fortaleza de su interior, a esa Karyme que por más destrozada que estaba se levantaba, daba lo mejor de sí y se enfrentaba cuán dragón ante la vida... Extraño a la Karyme que eras antes de Ismael.




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