Hasta que tus padres nos separen.

V E I N T I N U E V E

[Días después...]

Estoy alistándome para ir a una fiesta de beneficencia a la que me invitó Claudia, incluso estoy en su casa un tanto avergonzada por invadir su espacio y el de su esposo.

Además de que es una buena oportunidad para despejar mi mente, se me ocurrió la magnífica idea de promocionar la funeraria discretamente «¡deseo que todo salga bien!» tengo planes de expansión y aunque la ciudad quede lejos de la mía, los beneficios de sumar una funeraria más a la lista, son muchos.

Donaré el 10% de las ganancias del último mes en la funeraria y me enloquece saber que ese dinero irá a orfanatos y asilos.

Gonzalo está haciéndose responsable de la funeraria mientras estoy fuera y quedó en reportarme todas las actividades que surjan a lo largo de los días que no estaré, aunque sigue insistiendo en salir conmigo, le he dejado claro que eso no sucederá, es un chico increíble, es excelente trabajador, pero hablando de aspectos personales, hay algo que no me cuadra en él y sus actitudes, ¿cómo puede decir estar enamorado de mí sin conocerme internamente?

El duelo que estoy viviendo, cada día va mejor, nunca dejaré de extrañar a Ismael, ya me hice a la idea de eso, pero me he esforzado en demasía para cumplir sus últimos deseos que consistían en no frenar mi vida, en sonreír y en enamorarme, ese último no lo he cumplido y tal vez nunca lo haga, ¿cómo podría enamorarme de nuevo si sigo enamorada de él?

He estado dándome amor a mi misma, consintiéndome y procurándome, no quiero ni debo cometer el mismo error que cometí con mi cielo, ese error que consistía en depender de él, de sus emociones, de sus gustos y sentimientos.

No puedo enlazar mi vida con la de alguien más, porque al momento de perder a esa persona, me perderé a mi misma y tal vez no haya reparo alguno para ese jodido error, la vida da segundas oportunidades, pero no estamos seguros de que dé terceras y cuartas, por eso quiero aprovechar al máximo la segunda y tal vez única y última oportunidad que me dio la vida.

Esa oportunidad que consiste en amarme, en ser fuerte ante cualquier adversidad, en llorar cuando sea necesario «sin derrotarme», en valorar a mi familia y amigos «que aún siendo pocos, son verdaderamente valiosos» y en conocerme.

Mi estado de ánimo, mi vida, mis chistes, mi vestimenta y absolutamente todo lo que hacía, dependía de mi cielo y ahora que ya no está aquí, todo depende de mí, sólo de mí.

Sé que ni Ismael ni yo nos convertimos en la otra mitad del otro con intenciones negativas, sé que la dependencia que uno creó del otro fue dándose espontáneamente, sé que nuestra intención nunca fue perder a uno cuando se fuera el otro, sé que me entregué de lleno a él porque fue el primer chico que me amó, respetó y miró en mí cualidades en donde otros miraban debilidades, sé que se entregó de lleno a mí porque fui la primera que miró lo que había en su interior y no lo de su exterior, sé que fuimos el primer, todo y único del otro y ahora, también sé que aunque no uno esté, el otro vivirá en nombre de ambos y ansiará el momento en el que esas mitades vuelvan a estar juntas.

Quizás Ismael y yo volvamos a encontrarnos y a amarnos en la eternidad, de lo que estoy segura es que cuando eso suceda, modificaremos los pequeños inmensos errores que llevaron nuestra relación a ser tan cliché, perfecta y dependiente del otro.

Sigo pensando por las noches que Ismael se fue de mi vida intencionalmente para que aprendiera a vivirla, fue tan perfecto, alocado y me amó tanto, que mi idea deja de sonar descabellada al imaginar que él la tuvo.

Me dolió, me duele y me dolerá eternamente haberlo perdido, pero los recuerdos, el amor, las enseñanzas que me dejó y lo mucho que me enseñó, nunca se perderá y justo es con eso con lo que quiero quedarme hasta la eternidad.

No siempre el primer amor, es el último, pero siempre el primer amor es el que más te sana, te enseña y te marca para toda la vida, la prueba clara de eso es Ismael, quien estará siempre en mi corazón y me ayudará en cada paso bueno y malo que dé, él será mi cómplice como siempre lo fue en vida.

Quiero dejar de añorar lo que hicimos, lo que vivimos y lo que tuvimos juntos y empezar a agradecer por aquello.

La vida me dio y me quitó al mejor chico del universo, y aunque no sepa cuáles fueron las razones para hacerlo, estoy segura de que todo tiene una explicación lógica.

Algún día miraré al cielo y en vez de llorar por saber que ahí está quien fue mi primer amor, sonreiré por saber que tuve a alguien tan impresionante como él en mi vida.

—¿Puedo pasar, Kary? —la voz tierna de Claudia me hace volver a la realidad.

—Sí —anuncio y gira la perilla de la puerta para entrar.

A través del espejo puedo ver lo linda que se ve con ese vestido en color azul marino, lleva su cabello en un moño alto, trae puesto un saco de peluche que la hace ver cuán gurú de modas y empiezo a pensar que el outfit que escogí tal vez no sea el adecuado.

—Te miras muy linda —confieso y me levanto para abrazarla —nos opacarás a todas —suelto risitas.

—No digas eso, estoy segura de que tú te mirarás bellísima —mis ojos viajan a las piezas que están esperándome en la cama.

—Lo dudo, creo que desentonaré, como siempre —curvo los labios.




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