Hasta que tus padres nos separen.

T R E I N T A Y O C H O

—Lo la-lamento —tartamudeo, en ese momento, se gira hacia mí, mi rostro se vuelve pálido y es tanta mi impresión que dejo caer el plato que tenía en mis manos hasta hace un momento.

—¿Estás bien? —¡esa voz! —¿señorita? —actúa como si fuese una desconocida, ¿qué mierda sucede? ¿Es un fantasma?

—Yo... —mis lágrimas comienzan a salir sin freno alguno, ¿de verdad es él o es mi cabeza jugando en mi contra? Puedo jurar por mi vida que es él porque sus ademanes, su voz y su físico es el mismo, pero si es él, ¿por qué no me recuerda? —yo... —vuelvo a comentar sin saber como terminar mi oración.

—¿Cómo puedo ayudarte? —sus labios delgados sonríen con nerviosismo, no entiende lo sucedido y para ser sincera, yo tampoco —¿por qué lloras? —se acerca a mí y limpia las lágrimas que están saliendo de mis ojos sin freno alguno, su tacto en mi rostro me trae muchos recuerdos y a la vez muchas dudas —¿te robé uno de los rollos que querías comer? —cuestiona juguetón, tal y como lo recuerdo.

—Eres tú... No entiendo nada —sollozo.

—Yo tampoco —frunce el ceño.

Me lanzo a sus brazos sin importarme nada y cuando siento lo acolchonado de su pecho, compruebo que es él, ¿¡cómo es eso posible?!

—¿Eres su fantasm...? —una voz femenina detrás de él, me interrumpe.

—¿Por qué tardas tanto, amor? —ahí compruebo que no es un fantasma —¿qué te sucede? —gruñe al ver que estoy embelasada abrazándolo —¿por qué abrazas a mi novio?

—¿Tu-tu novio? —no podía haberme equivocado.

—¡Mi novio! —lo toma de la mano y lo jala hacia ella —¿por qué dejaste que te abrazara, amor? —reclama —¡¿hay algo que debería saber?! —exige una respuesta.

—No entiendo, Megan.

—¿Megan? —mi corazón se rompe y no sé qué pensar o creer —¿Ismael? —cuestiono y se le cae la quijada a la chica.

—Ve a la mesa, amor, yo me encargo.

—Pero... —la chica lo mira con un rostro de súplicas y él termina asintiendo.

—Lamento haberte asustado —se disculpa conmigo y se marcha, parece robot a lado de esa chica, ¿¡qué le hizo?! ¿Quién carajos es ella?

—¿Lo conoces? —el color se va de su rostro —¿quién eres? —me observa de manera retadora.

—¿Quién es él? —indago lo obvio —es Ismael, ¿¡cierto?! —los nervios afloran su piel y no sabe ni cómo respoder —¡contesta, carajo! —la paciencia abandona mi cuerpo.

—No sé.

—¿Qué? —la miro sin creerle.

—Que no lo sé.

—¿Cómo mierda no vas a saber quien es tu novio? —reclamo —¡sé clara!

—Él... —rasca su nuca con nervios —yo...

—¿¡Qué?! —parezco una histética y agradezco que aún no hayan venido a sacarme los de seguridad.

—¿Lo conoces?

—Demasiado bien —sollozo —es Ismael —un remolino de emociones se aloja en mi estómago —es mi Ismael —el aire comienza a irse de mis pulmones y hago todo lo que está a mi alcance para sobrellevar la situación.

—Oye, ¿cómo te ayudo? —cuestiona aterrada por mi palidez y niego.

—Ayúdame hablando sobre él —digo a como puedo, estoy muy anonadada con la situación que hasta me pellizco para ver si es un sueño, pero lamentablemente es una realidad.

—Es una larga historia y muy poco creíble.

—Por favor —suplico —sólo acepta que es Ismael.

—¡Es que no lo sé! —gruñe con fuerza y me sobresalto —¡lo único que sé es que lo amo y no permitiré que vengas a quitarme su amor! —¿Cómo no vas a saber? Megan, por favor, háblame con la verdad.

—Ven acá —me toma del antebrazo y me arrastra hasta el baño, nada me importa si se trata de hablar sobre lo sucedido —¿cómo dices que se llama?

—Ismael —flashbacks inundan mi cabeza, todo da vueltas en ella: el fuego del accidente, las cenizas, el momento en el que me pidió matrimonio, el día en que nos conocimos, las salidas juntos, las noches de sexo y mis interminables sufrimientos por haberlo perdido, ¿¡estoy alucinando o nunca lo perdí?!

—¿Segura que es él? —pregunta temerosa y asiento.

—¿¡Por qué está contigo?! —gruño ruidosamente —é-él fa-falleció o eso pensábamos —su rostro cambia a uno de terror ante mis palabras.

—¿Estás segura que es él? 

—¡Sí, pero está cambiado, lo has cambiado! —reclamo.

—¿Me creerás si te digo la verdad? —asiento —¿me demandarás?

—¡Habla! —omito su última pregunta.

—Hubo un accidente en la ciudad, el autobús cayó por el barranco y se incendió por completo con las personas que estaban dentro, excepto él —parece remontarse a lo sucedido —él por instinto salió del autobús entre llamas y caminó hasta encontrarse con un hogar, ese hogar fue el mío —suena irreal, eso no podía haber sucedido, antes de desvanecerme por el shock que experimenté en ese momento, miré claramente que Ismael estaba ahí, dentro del bus que estaba incendiándose y consumiéndose por el fuego —llegó a casa con graves heridas en el cuerpo y con la cabeza sangrando, deshidratado y en muy mal estado, mamá y yo lo llevamos al hospital y...




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