Hasta que tus padres nos separen.

T R E I N T A Y N U E V E

Llego a la casa de mi novio ya que me invitó a cenar y me sorpredo al no ver su auto en el estacionamiento, frunzo el ceño y avanzo hasta la puerta, donde toco el timbre y me abre Faith.

—¡Hola! —exclama ilusionada al ver a su futura hija «¡amo molestar!».

—Hola, má —se sonroja y estallo de risa —¿cómo estás?

—Bien —sonríe —adelante, por favor —ingreso a la casa de mi chico y definitivamente me sorprendo por su ausencia, ¿por qué me invitó si no iba a estar presente?

—¿No sabes a qué hora llegará Andrew, Faith? —niega —seguro está muy ocupado.

—Lo explotan en el hospital.

—A veces no sé si es un doctor o un esclavo —se ríe —¿y los pequeños? 

—En la cocina, haciendo tarea, ven, acompáñanos mientras viene Andrew —asiento.

—¡Kary! —exclaman al unísono en cuanto me miran entrar a la cocina, son tan sincronizados que hasta me recuerdan a los marcianitos de Toy Story «sí, esos que dicen "nos has salvado, estamos agradecidos"».

—Hola, niños —me inclino para besar la frente de cada uno —¿quieren jugar?

—¡Sí! —saltan ilusionados, nunca me gustaron los pequeños, y para mi mala suerte siempre me han seguido, hasta parece que les agrado, por eso he decidido seguirles el juego, además de que pronto pasarán a ser mis hermanitos.

—Ok, primero hay que terminar la tarea, ¿vale?

—¡Vale! —bailan de felicidad y Faith mira la escena con orgullo, ha educado a unos pequeños muy agradables.

—¿Nos puedes ayudar, Kary? —indaga nervioso Lucio —así terminaremos más rápido y vamos a jugar más tiempo.

—Eres un listillo —le hago cosquillas —les ayudaré con una condición.

—¡¿Cuál?! —saltan hiperactivos.

—Que me den besitos.

—¡Sí! ¡Guerra de besos! —se lanzan a mí al unísono y llenan mi rostro de besos haciendo que mi corazón se infle de felicidad.

—Déjenla respirar, hijos —se burla Faith y los pequeños obedecen, van a sentarse en el orden que estaban cuando llegué y las tareas son tan fáciles que hasta dan risa «para una profesionista como yo».

—¿Qué color es este? —le pregunto a Lucio y tomo la crayola azul.

—Azul —su voz es tan dulce como un chocolate.

—Y, ¿qué número es éste? —apunto un área específica del cuadernillo.

—El 1.

—Vas a colorear de azul todas las figuras que tengan el número 1, ¿ok?

—Ok —corre para besarme y regresa a su lugar como rayo, ¡owww, es adorable!

Al siguiente pequeño al que le ayudo es Valentín, a quien le dejaron de tarea resolver unas sumas y restas.

—Si tengo tres manzanas —le enseño tres dedos —y me como una —le muestro dos de mis dedos —¿cuántas manzanas me quedan?

—¡2! —asiento y escribe el número en el cuadrito donde debe ir la respuesta.

—Muy bien —despeino su cabello y estoy dejando de concentrarme porque cada vez huele más delicioso lo que prepara Faith, aunque sigo sin descifrar qué será.

—¿Tú no tienes tarea, cielo? —le pregunto a Adam.

—Ya terminé, Kary.

—Acuérdate que aún tienes que leer, mi amor —recalca Faith —léele a Karyme un fragmento de tu libro favorito.

—¡Iré por él! —sale como rayo a la parte trasera de la enorme mansión, ahí hay una habitación que le pertenece a Faith y a sus pequeños.

Andrew la ha invitado a vivir en la casa con él, pero ella se ha negado rotundamente.

—¡Listo! —trae en sus manos el libro del principito y sonrío, me da gusto que Faith les esté inculcando ese hábito positivo de leer a sus pequeños.

—Soy toda oídos —le guiño el ojo y se sonroja, es muy tierno.

—¿Qué significa “domesticar”?

—Tú no eres de aquí -dijo el zorro —¿qué buscas?

—Busco a los hombres -le respondió el principito—. ¿Qué significa “domesticar”?

—Los hombres -dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es su único atractivo. ¿Tú buscas gallinas?

—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”? —volvió a preguntar el principito.

—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa “crear vínculos… “

—¿Crear vínculos?

—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…

—Comienzo a comprender —dijo el principito—. Hay una flor… creo que ella me ha domesticado…




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