Hasta que tus padres nos separen.

C U A R E N T A

[Semanas después…]

Me encuentro sumamente molesta y decepcionada por dejar que mi novio deje que su madre se meta en nuestra relación, ¡hasta parece que mi novia es ella en vez de Andrew!

Mi novio y yo no hemos tenido privacidad alguna, Emilia se ha convertido en nuestra puta sombra y apesar de que comprendo que quiere lo mejor para su hijo, estoy fastidiada de que se tome atribuciones que no le corresponden, juro que no exagero, ella hace hasta lo imposible porque su hijo y yo peleemos y sé que en cualquier momento lograra su cometido de separarnos, pues aunque lo ame, no estoy dispuesta a aguantar más humillaciones de su demente madre.

Cada día me cuestiono más si estar con Andrew es una buena decisión o no, y no digo que sea un mal hombre, el único defecto que tiene es su mamá quien ha hecho todo para intentar separarnos «¡hasta movió sus influencias para que trasladaran a Mara al hospital de mi ciudad! Por si no recuerdan, Mara es la sinvergüenza que se lamió los labios al mirar a mi chico en la inaguración de la funeraria en Oceanside».

Mara se le ha estado metiendo hasta por la nariz a Andrew sin importarle que esté en una relación conmigo y por supuesto que ella tiene toda la aprobación de Emilia para hacerlo, ¿cómo podría rechazarla siendo doctora igual que su hijo? ¡Son la pareja perfecta!

—¡Aggggh! —pataleo como niña chiquita —¡vale mierda! —exclamo al aire y en eso suena el timbre —¿¡ahora qué?! —maldigo y camino de prisa hasta la puerta, abro y mi peor pesadilla está frente a mí, ¡¿qué carajos hace aquí?!

—¡Hola! —ruedo los ojos.

—¿Qué quiere? —me quedo inmóvil frente a la entrada, no la dejaré pasar y no me importa que me acuse de maleducada, total ya me ha ofendido de todas las maneras existentes.

—Hacer las pases contigo.

—Muy creíble, señora —sonrío con hipocresía —¿a qué vino? —vuelvo a responder.

—Vine a que hablemos y solucionemos nuestras diferencias.

—Hoy no es el día de los inocentes, así que deje de hacerme bromas que ni siquiera dan risa —gruño.

—Mi hijo te quiere, por fin lo he entendido.

—¿De un día para el otro lo entendió? —ironizo —ayer estaba halagando a Mara y diciendo que era la chica ideal para su hijo, ahora no venga a decirme que ha cambiado de opinión por arte de magia.

—Es que... —se pone nerviosa —Andrew me dio un ultimátum.

—¿Ahh, sí? —me intereso en el tema —y según usted, ¿en qué consiste el ultimátum?

—Me correrá de su casa y me dejará de hablar si sigo jodiéndote la vida.

—Miente.

—No lo hago —intenta defenderse.

—Lo hace —gruño —Andrew no sería capaz de hacer lo que está diciendo.

—¡Es en serio!

—No estoy interesada en nada que tenga que ver con usted, invierta su tiempo en algo y a mí, deje de joderme —azoto la puerta y vuelvo a mi sala a seguir inundando mi cabeza con miles de dudas respecto a Andrew, sus padres y yo.

Emilia sigue tocando el timbre repetidas veces y pongo mis audífonos para dejar de escuchar y estresarme con ese molesto ruido.

No exagero al decir que Emilia me ha cagado la vida, he llegado a pensar que es una piscópata «¡en serio!».

Hace unos días me sentía muy enferma, tenía fiebre, gripe y el cuerpo cortado «hasta pensé que tenía coronavirus» y ella muy "amablemente" me dio una pastilla para el dolor, lo que no sabía es que me había dado paracetamol y, ¡soy alérgica a esa medicina! Inmediatamente comencé a hincharme, si Andrew no fuera doctor y si no hubiese actuado rápido, seguro habría muerto a causa de su propia madre.

Era obvio que me había estado investigando, incluso contrató a un detective con la intención de buscar algo negativo en mí, lo gracioso del asunto es que no encontró nada, mi historial está más limpio que el baño de un limpiador compulsivo.

Como si todo lo anterior no fuera suficiente, me puso en ridículo una de las tantas ocasiones en las que fingía hacer las pases commigo.

Hizo una reunión en su casa, juró que sería algo muy casual y familiar, como una especie de parrillada, el caos y la molestia en mí se desató al mirar que habían cientos de personas vestidas de manera elegante en cada área de su enorme mansión, mientras que yo llevaba un vestido blanco de tirantes, ¡demasiado casual para la importante merienda que organizó! 

Y esas sólo eran unas de las tantas cosas que había estado haciendo mi hermosa, adorable e inocente suegra en mi contra.

Ninguna me ha molestado tanto como la de traer a Mara a la ciudad, ¡no hay quien detenga su maldad!

Mi celular suena, veo que el remitente es Andrew y decido mandarlo a la mierda, no tengo ánimos de verlo y pelear por su maniática madre.

El celular sigue sonando e interrumpiendo mis canciones, por eso decido responder más molesta que un cachorro cuando se llevan a sus crías.

—¿¡Qué?! —bramo furiosa.

—¿Qué te pasa, princesa? —me hierve la sangre de coraje por lo pacífico que es, nunca puedo estar del todo enojada con él si me habla con ese tono de voz tan relajante y amoroso.




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