Hasta que tus padres nos separen.

D O S

Mi celular suena a muy temprana hora de la mañana, contesto y es Claudia, una de mis tantas amigas presumidas.

—¿Hola? —finjo un tono amable de voz.

—¡Querida! —ahí viene la hipocresía —¿cómo estás?

—Fenomenal —miento —¿y tú?

—Mejor que nunca —chilla.

—¿Quieres contarme porque?

—¡Voy a casarme con Cooper!

—¡Wow, felicidades! —digo entre dientes.

—Y obviamente estás invitada, ¡serás una de mis damas de honor! —¡puaj, estoy a punto de vomitar!

—¿No se supone que debes de preguntármelo primero?

—Claro que no, querida —suelta una pequeña risa —la boda es el próximo fin de semana, pero el lunes iremos por todos los vestidos de las damas, ¡dime que podrás venir!

—No, a decir verdad no sé si vaya a poder ir, ¿por qué me avisas a última hora? —gruño.

—He estado muy ocupada, además te llamo y no respondes, te envié la invitación a tu departamento y al no obtener respuesta alguna la mande por email —eso explica todo, desecho todo mi correo y nunca reviso mi email.

—¿Ahh si?

—No tendría por qué mentirte, Kary. Entonces, ¿vendrás?

—Pediré permiso en el trabajo, aunque no te aseguro nada.

—¡Perfecto! Espero tu confirmación y recuerda traer a tu novio.

—¿Mi novio? Ismael ya no es mi nov…

—¡Si, trae a Ismael! Debo hacer más llamadas, ¡te amo!

—Pero… —colgó la llamada.

¡Genial!

Claudia es la última en casarse de ese grupito de amistades, sé que todas las demás chicas aprovecharán la oportunidad para agobiarme y preguntarme cuando será mi turno.

Se que no debería mortificarme por eso, sin embargo es difícil, pues somos amigas desde que tengo memoria, todas compartíamos ese sueño y para mi mala suerte ellas ya lo cumplieron «o lo están cumpliendo en el caso de Claudia» menos yo, ¡tomare leche podrida para suicidarme!

Dios, que gran lio.

No sé si Ismael vaya a darme permiso «ahora es el quien está a cargo de la funeraria»  y mucho menos uno tan largo, otro problema es que las chicas comenzaran a bombardearme de preguntas si no llevo a mi ‘novio’.

Termino de arreglarme y llego a la funeraria.

—Llegas tarde, Karyme.

—¿Vas a despedirme? —pregunto con un tono de voz cansado.

—No lo haría ni aunque me amenazaran.

—En cuanto llegue una chica con mejor trasero que el mío, lo harás.

—¿Acaso hay alguien con mejor trasero que el tuyo? —enfoca la mirada en mi trasero.

—Hay muchas más.

—Lo dudo, de igual manera no creo que hayan chicas con tanto valor y buen estómago como para trabajar aquí.

—Cambiando de tema —sonrío —quería… quiero —corrijo —pedirte unos días de descanso.

—¿Quieres disfrutar del verano en la playa? —ríe coquetamente, sabe que odio las playas.

—No —pongo los ojos en blanco —veras, una de mis amigas va a… —trago saliva para envalentonarme y decirlo —casarse —suelto luego de tanto dramatismo.

—No te veo emocionada con esto.

—No lo estoy, genio.

—Entonces, ¿a qué quieres ir?

—Eso es mi problema, no tuyo. ¿Me darás permiso o no?

—¿Cuántos días?

—Una semana —pelo los dientes.

—Me pides demasiado, amo… —¡iba a decirme amor! —Karyme.

—Por favor.

—De acuerdo, trabajaras el doble esta semana y saldrás a cenar conmigo.

—Tampoco quieras explotarme y no podemos salir, recuerda que eres mi jefe —me encojo de hombros.

—No te daré las vacaciones, porque soy tu jefe —se desquita y quiero besarlo… Digo, ¡matarlo!

—Trabajaré mi turno normal y saldremos lo que resta de la semana, ¿te parece, jefe?

—Me parece bien —sonríe.

—No quiero ser encajosa, pero hay algo más —lo miro tiernamente.

—¿Ahora qué? —pregunta molesto.

—¿Puedes acompañarme a la boda?

—¿Qué? ¡No, no puedo!

—Ayy, ¿por qué no puedes?

—No puedo dejar el trabajo botado y no hay nadie más que se encargue de la funeraria.

—¿Qué hay de tu mamá?

—Está cuidando a papá.

—¿Y tus hermanos?

—Están de vacaciones, ya te había dicho Karyme —cada vez está más furioso.

Ismael es muy tranquilo aunque yo tengo el don de hacerlo enojar tal y como ahorita, ¿sueno como una demente si digo que verlo enojado me enciende?




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