Hasta que tus padres nos separen.

C I N C O

Hoy es Jueves, hoy es la despedida de soltera de Claudia y las chicas me dijeron que será una verdadera despedida de soltera, incluso contrataron a strippers con anticipación «presiento que eso acabará muy mal».

Me doy una larga y relajante ducha, me arreglo muy casual porque sé que nos es necesario arreglarme excesivamente «por el momento».

Las chicas tienen la costumbre de llegar a muy temprana hora a la casa de Claudia, no sé si sea por la boda o siempre son así.

Tocan la puerta de la habitación en donde me estoy quedando, les digo que pasen y se miran muy felices.

—Buenos días, Karyme.

—Buenos días.

—¿Estás lista para ir de compras con nosotras? —pregunta Eunice.

—¿Qué debemos comprar? —frunzo el ceño.

—La decoración para hoy —sonríe coqueta.

—Ahh, ¡es verdad!

—¿Nos vamos de una vez?

—Sí, hay que apurarnos antes de que Claudia despierte —dice Samanta.

Entramos al auto y es Samanta quien maneja pese a que el auto es de Eunice.

—¿Por qué tu novio no se vino contigo, Karyme?

Las chicas me caen bien aunque son más preguntonas que un niño de 5años y eso suele desesperarme un poco.

—Tenía pendientes que resolver en el trabajo.

—¿Cuándo vendrá?

—El sábado, el día exacto de la boda.

—¡Estoy ansiosa por conocerlo!

—¿Por qué tanto interés, chicas?

—A mí no se me olvida tu carita cuando nos hablaste de él, creo que es un gran chico y no sé porque presiento que estará guapísimo —dice Saraí.

—De eso no hay duda, pero recuerden que es mi guapísimo —ayy, ojala eso fuera verdad.

—Que celosa.

—Algo hay de eso —les guiño el ojo.

Seguimos platicando hasta llegar a la tienda en donde comprarían cosas en forma del aparato reproductor masculino «que conste que ellas así lo quisieron hacer, no me culpen»

Las chicas toman los utensilios, los manteles, las diademas y algunas bandas tipo ‘‘miss universo’’ con mensajes demasiado graciosos.

Ni siquiera se a que vine, creo que mi función es supervisar lo que hacen.

—¿Hay algo que quieras llevar, Karyme?

—No —rio —ustedes se han preparado muy bien para esta despedida de soltera.

—No nos culpes, la última despedida a la que fuimos fue a la de Eunice y aunque tengamos novio siempre es bueno divertirse y complacer las necesidades femeninas.

—¿No pueden cumplir todo eso con sus novios?

—Sí, pero llega un punto en que lo hacemos por monotonía, sin chispa, sin fuego y eso no es nada excitante —dice Saraí.

Wow, son muy directas hablando del ámbito sexual.

—Veo que no entiendes muy bien, voy a explicarte —habla Eunice —cuando Zaid y yo éramos novios teníamos sexo todas las mañanas —joder, eso es mucho —era divertido, podíamos hacer los absurdos juegos sexuales que probablemente todas las parejas hacen, ahora se la pasa metido en el trabajo y su enorme barriga por el alcohol me dificulta llegar a… —la interrumpo.

—Ya entendí —sonrío nerviosa —veo que son muy intensas con eso.

—¿Tú no lo eres?

—No.

—¿En serio? ¿No le exiges sexo a Ismael?

—No.

—¿Te da miedo decírselo?

—No soy tan fanática como ustedes… ¿Podemos cambiar de tema? —cada vez me incomodo más, es extraño que hablen de eso tan casual, quizás yo aún vivo en el siglo XIX y aun me resulta un tema tabú.

—Eres una niña muy bien portada y buena —se burla Samanta —te diremos ‘‘pequeña’’.

—¿Qué? —pregunto sulfurada —¡no!

—Es de cariño, pequeña —ahora es Eunice quien se burla y arrugo el rostro.

—Ya les encontraré un apodo a ustedes —ruedo los ojos.

—No tendremos problema con eso, pequeña —dice Samanta.

Tenía poco tiempo de conocer a las chicas y eso no impedía que entre nosotras surgiera una buena relación, una relación que no tuve y no sentí con mi ‘‘inseparable’’ y anterior grupo de amigas.

Siempre hubo hipocresía, siempre hubo chismes, malos tratos y sobre todo falta de empatía entre nosotras mismas.

Se preguntarán porque no me alejé de ahí si estaba al tanto de todo lo que sucedía, pues fue por una promesa que hicimos  «que era más falsa que los labios de Kendall Jenner», esa promesa se basaba en que no dejaríamos de hablarnos hasta que todas estuviésemos casadas y todas hubiésemos asistido a la boda de las otras.

Cuando Claudia me contó lo que habían dicho esas perras me molesté demasiado pero también me lo esperaba, ellas nunca fueron leales, nunca fueron amigas de verdad.




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