Cuando noto que Ismael cierra los ojos me quito cuidadosamente de su agarre y empieza a reírse.
—Deja de intentarlo, no vas a irte.
—Si me iré —lo reto.
—No lo harás, bonita —le doy una patada en el estómago y se queja demasiado.
—¿No que no? —pregunto burlona, lo empujo con toda la fuerza que emana mi ser y logro tirarlo de la cama.
—Por esta ocasión ganaste, dormiré en el sillón —dice con el poco aire que le quedaba luego de aquella tremenda patada.
—Buenas noches —suelto risitas.
Me acomodo a lo largo de la cama y cierro los ojos para soñar con Chris Evans.
Despierto en la madrugada para ir al baño y me doy cuenta que el condenado de Ismael está dormido a mi lado, incluso está abrazándome, ¡lo odio!
Me dirijo al baño, termino con mis labores y me acuesto en el sofá.
A la mañana siguiente me despierta la fragancia varonil de Ismael que se impregna en mis fosas nasales.
—Buenos días, amor —besa mi frente.
—No me llames así y eres un sinvergüenza, ¿por qué demonios volviste a acostarte conmigo?
—Quería abrazarte y sentir lo fresco de tu cuerpo y, ¿te cuento algo más? —me mira juguetón.
—¡¿Qué?!
—También dormí contigo cuando volviste al sillón, ¿ya se te olvido que también me levanto en las madrugadas al baño?
¿Cómo demonios olvidarlo después de tantas noches durmiendo juntos?
—¡Me vengaré!
—Haz lo que quieras, de todas maneras nadie me quitará el deleite.
—¿Deleite? ¿De qué?
—De haber mirado y acariciado tus piernas durante toda la noche, comprobé por milésima vez que tienes el sueño muy pesado.
—¿Me tocaste? —pregunto malhumorada mientras me levanto del sillón y con mi mano logro rodear su mandíbula para apretarla con todas mis fuerzas.
—Sí y no me arrepiento —suspira —te extrañaba demasiado.
—¡Voy a demandarte! —tomo ropa limpia para darme una ducha y salir de la habitación cuanto antes, Ismael está haciendo que pierda la poca paciencia que tengo.
—Te miras hermosa cuando te enojas.
—¡Ya! —exclamo y entro al baño.
—¿No necesitas ayuda? —suelta una risa coqueta y salgo del baño más que molesta.
—Deja de molestarme si no quieres que te aviente por el balcón —lo empujo con fuerza.
—No te pongas tan ruda.
—Ni ti pingis tin ridi —le muestro mi dedo medio y vuelvo al baño.
Termino de ducharme y salgo de la habitación para dirigirme a desayunar con Claudia.
—Buenos días, Kary.
—Buenos días —sonrío.
—Siéntate, el desayuno ya está listo —me entrega un plato con pancakes y fruta.
—Se ve delicioso.
—¿Qué tal la pasaron ayer? —me mira cómplice.
—¿Qué? No, nosotros no hicimos nada de eso anoche —me llevo a la boca un pedazo de fresa.
—Pues se escuchaba mucho escándalo.
—Nos gusta demostrar nuestro amor con gritos —pelo los dientes con nerviosismo.
—Claro y yo nací ayer.
—Buenos días, Claudia —dice él entrando a la cocina y no puedo evitar rodar los ojos.
—Buenos días, Ismael.
—¿Cómo dormiste?
—Muy bien, aunque creo que ustedes durmieron mejor.
—Uff, fue una noche estupenda, extrañaba mucho a mi bonita —me manda un beso y en cualquier momento explotaré.
—Owww, que tierno apodo.
—Y a mi bonita no le gusta.
—Valora a tu chico, Kary.
—Lo valoro, créeme —sonrió falsamente.
—Buenos días.
—¡Hola, mamá! —Claudia se levanta y corre a abrazar a su madre que acaba de volver de Europa «así, ¿o más millonarios?» —¿te acuerdas de Karyme?
—¡Claro! ¿Cómo olvidar a esa niña blanca como la nieve? —se acerca a mi lado y me funde en un abrazo.
—Y él es Ismael, el novio de Kary.
—Mucho gusto, señora —estrechan sus manos.
—Vaya —sonríe la mamá de Claudia —tú sí que cumpliste tus expectativas, Karyme.
—¿A qué se refiere?
—Alto, delgado, guapo, blanco, con pómulos y quijada marcada y además inteligente —hace una pausa al ver que no entiendo —así fue como describías a tu hombre ideal desde que eras pequeña —el ego de Ismael aumenta al escuchar aquellas palabras.
—¿Lo recuerda? —pregunto anonadada.
—Mamá no se olvida de nada —responde Claudia.