Todos los días tenemos pequeñas muertes: los desengaños, las traiciones, cada vez que enfermamos muere algo de nosotros.
Mili
Aún me encontraba un poco triste por lo de Nora, pero así era la vida y tenía que seguir, luchar y no darme por vencida, seguir y no mirar atrás enterrar todo, hacer como si no doliera.
Hoy era sábado, Aron pasaría por mí en 20 minutos, ya que iríamos al cine, estos días que no lo vi me sentía extraña.
Sonreí cundo reviví su llamada la noche anterior, invitándome; opté hoy por ponerme un vestido, que para ser sincera me sentía muy descubierta, es de color azul con rayas blancas, es entallado hasta la cintura y de lo demás es suelto.
-Te ves muy linda- hablo nana recargada en la puerta.
-Me siento muy desnuda- me miré en el espejo.
- Estás más qué perfecta-Sonrió y me dio un pequeño apretón en la mano- No lo hagas esperar, baja ya y recuerda disfruta.
Me miré por última vez al espejo y metí mi teléfono en mi bolsa, no te negaré que aún me dan nervios cada que salgo con Aron.
Cuando baje las escaleras lo mire, lleva puesto una chaqueta negra con unos vaqueros, su cabello está perfectamente peinado.
-Estás hermosa- Me tomó de la mano
-Gracias- me, sonroje.
-¿Estás lista?-
-Si- con él siempre estaré lista.
Le avisé a Nana que regresaría en la noche, y salimos en dirección al cine, durante el trayecto no podía parar de pensar como una persona te puede ayudar a mejorar.
-Eres patética, mírate eres insignificante- escuchaba una voz en mi cabeza, que trataba de ignorar.
Cuando llegamos el cine estaba lleno, lo bueno fue que Aron compró las entradas por internet y no hicimos fila, más que para comprar unas palomitas.
-¿Te gustan saladas o dulces?- me pregunto mientras pedíamos la orden.
-De las que sean no importa- Él solo asintió con la cabeza.
-Buenos tardes- saludó una muchacha de cabello rojo y ojos negros trabajadora del cine-bienvenidos a cine las puedo tomar su orden-hablo cordialmente.
-Hola, nos gustaría ordenar unas palomitas de mantequilla grandes y dos refrescos grande, por favor-
-Algo más- ofreció la chica.
-¿Se te antoja otra cosa?- me pregunto Aron.
-Así está bien gracias- le regalé una sonrisa.
-Sería todo -le hablo a la chica.
-En un momento les entrego su orden, sería un total de trescientos pesos.
Después de pelear con Aron por no dejarme pagar las palomitas por fin entramos a la función. La película era de Acción, para ser honesta pensé que me aburriría, pero fue todo lo contrario me encanto.
Al salir de la función recorrimos la plaza hasta que llegamos a él área de juegos y comenzamos a hacer una guerra de videojuegos, al final él me ganó en todos.
Estaba una máquina de baile, sabía que en eso era muy buena y no me podría ganar así que lo rete.
-Quiero que sepas que soy bueno en esto así que prepárate - parloteo antes de que comenzara el duelo.
-Eso está por verse- sonreí.
Nos pasamos la tarde como dos niños jugando y paseando por la plaza, al final pasamos por un lugar donde se encontraban muchos peluches.
Entramos en él y vi un panda que me llamo mucho la atención, lo tome y lo volví a dejar en el lugar, salimos de ahí y fuimos al final por un helado.
-Espera, espera - hablo él.
-Que pasa- pensé algo malo.
Sacó su teléfono y habría la cámara.
-Estás muy linda te sacaré una foto-
Me sonrojé- No me gustan las fotos- jugué con el helado.-Amenos que tengan un propósito así que dime cuál es el propósito-
-Simple y sencillo-se acercó a mí y acomodo un mechón de mi cabello detrás de mi oído- Quiero tener conmigo y ver a la persona que más feliz me haces y cada que la vea saber lo afortunado que soy de tenerte conmigo.
La afortunada soy yo de que él llegara a mi vida, antes había leído demasiadas historias de amor, donde se encontraban por casualidad con la persona que se enamorarían y eso me parecía una completa tontería, no fue hasta que mi propia historia comenzó con él.
Si ya estaba roja, ahora mismo parecía tomate por todo lo que dijo- Bueno está bien - al final acepte y también aproveche para sacar unas cuantas con mi teléfono.
Ambos comenzamos a hacer gestos graciosos, sacamos demasiadas fotos que casi llenamos nuestra memoria del teléfono, la que más me gustó fue una donde él me beso mientras yo me encontraba revisando las fotos que tome con mi teléfono.
Cuando terminamos nuestra improvisada sección de fotos, caminamos hacia el estacionamiento para regresar a mi casa, pero antes haríamos una parada.
-Que hacemos aquí- miro al rededor intentando entender.
-Cuando fue el baile me llevaste aún lugar que era importante y te hacía feliz, ahora yo he querido traerte a mi lugar favorito-
Lo invité a salir del auto y entramos a un edificio que quedaba a tres cuadras de mi casa, el edificio ya era un poco viejo y eso se notaba en su estructura, las terminaciones y cuadros que tenía son del siglo pasado.
-Ven- lo tome del brazo y lo adentre en el pequeño museo que asía en el lugar.
Él aún no entendía el porqué - Solía venir de niña con mis padres- comencé a explicarle mientras estábamos enfrente de una pintura de una cabaña- Me gustaba tanto este lugar que cada fin de semana les pedía que me trajeran, ellos nunca entendían, pero este lugar me transmitía paz, aparte que todas las pinturas son hermosas.
Él miraba y escuchaba con atención.
-Me encantaba venir porque cada trazo cada pincelada es una liberación de el alma, atreves de las pinturas puedes sentir lo que el artista quería transmitir. Era tanta mi admiración que comenzó mi poción por la pintura, mi sueño era ser una gran pintora, pero ahora ya no.