Mi corazón está latiendo tan rápido que podría salirse de mi cuerpo, el cual está ardiendo, es como si un fuego me estuviera quemando por dentro desde mi cabeza a los pies. Este sufrimiento parecía no tener fin.
El pulso acelerado de la persona que me tiene atrapada en sus brazos resuena en toda mi espalda. Mi cabeza está a punto de explotar y sinceramente no creo que mi corazón siga resistiendo. Perdí el arma cuando me atrapó. El arma cayó de mis manos. No tenía fuerzas para defenderme.
Estaba más que claro que iba a morir.
Iba a morir lento y dolorosamente.
Había disparado a un Kook y con eso, firmé mi muerte.
--Shh. Soy Rafe.
Mis ojos volvieron a humedecerse. No moriría, al menos no por ahora.
--Pensé que no te encontraría. Voy a soltarte y tienes que prometerme que no gritaras, no pueden escucharte, Grace. -Mi cabeza se movió de un lado a otro repetidamente y unos segundos después su mano liberó mi boca y al fin pude respirar, pero él me seguía sosteniendo y una parte de mí lo agradeció porque no creía tener la fuerza para seguir de pie por mi cuenta. Si me soltaba, me iría de cabeza al piso.
--Voy a soltarte, Grace--Mi cuerpo dio una sacudida, no podía hacerlo.Mi voz no respondía, no salía de mis labios --Está bien, tranquila solo quería darte mi saco, pero lo haremos a tu manera aún puedo sostenerte para eso-Rafe nos movió hacia la pared que había a nuestro lado envolviendo uno de sus brazos alrededor de mi cintura y me llevó hacia el mi cuerpo quedando sobre el suyo mientras que con su otro brazo trataba de sacarse su saco. Una vez que lo logró, me ayudó a vestirme con el y mientras lo hacía hablaba de que tenía su auto a unas cuadras y que una vez que nos sacará de aquí me llevaría a mi casa.
Pero el hecho de ir a mi casa me aterraba. Mis padres podrían ya estar ahí, esperándome. Mi trabajo se había arruinado y los Marshall no le pagarían porque yo había desaparecido en el medio de la fiesta. Estaba arruinada.
Mi cuerpo no pareció darse cuenta de que nos movíamos hasta que el frío del afuera nos recibió, congelándome, agradecí llevar el abrigo costoso de Rafe que me protegía un poco del clima.
--Mi auto debería estar por aquí--Decía Rafe, pero no podía responderle, solo lo miré y seguí apoyada en el mientras caminábamos hacia su coche. Una vez estuvimos en el y con el coche en marcha salimos rápidamente del lugar, no sin que antes se detuviera a abrochar mi cinturón de seguridad.
Luego de unos minutos en el auto y que mi cuerpo por fin pudo relajarse y mi cabeza de pensar que alguien podría venir por mí. Mi voz volvió.
--No quiero ir a mi casa.
Mi voz salió rasposa. Rafe sacó su vista del camino para mirarme por un microsegundo y golpeando sus dedos en el volante, asintió.
--Mi casa está vacía hasta la próxima semana--Hablo, luego de unos minutos-- puedes quedarte.
La casa de Rafe Cameron estaba siempre vacía, desde que su padre murió y su madrastra y hermana menor se habían ido de la isla, no había nadie en esa casa. Su otra hermana se había escapado con el pogue más conocido de Kildare. Cada tanto, Rafe viajaba a verlos, pero hace unos dos meses había dejado de hacerlo.
Estaba solo. Pero él mismo lo buscó todo este tiempo. Todas las cosas que hizo lo llevaron a que se quede solo.
Y aunque una gran parte de mí odiaba a Rafe Cameron, por lo que se había convertido. Muy en el fondo sabía que era igual a él. No era una buena persona, hija o hermana. Y yo también estaba, al igual que sola que el.
Entonces, cuando estuvimos en su cuarto de invitados y antes de que desapareciera por la puerta, le pedí si podía dormir conmigo como en los viejos tiempos. Y él aceptó.
Y antes de quedarme dormida le confesé un nuevo secreto a la única persona que me entendería.
--Lo volví a hacer, Rafe.