Perdón por tardar tanto en subir un nuevo capítulo, pero estuvieron pasando muchas cosas en mi vida durante el verano. Estaba preparándome para mi último examen para entrar a la universidad, el cual por suerte pude aprobar y ahora soy una estudiante de psicología y cuando tuve un pequeño descanso para poder escribir antes de empezar con mis clases, perdí a mi gata y eso me saco todas las ganas que tenía de escribir.
Voy a estar subiendo otro capítulo, pronto no prometo nada, pero puede que sea esta misma noche.
Rafe Cameron nunca se pondría contento por mi presencia, pero la verdad ya no tenía ganas de contradecir a nadie, solo quería conseguir un lugar donde poder quedarme y comida. Mi estómago estaba llorando por ella. No recuerdo la última vez en que mi cuerpo había ingerido un alimento.
--Por qué no volviste a la tienda? - La pregunta de Barry me toma desprevenida, pensé que ellos no querían mis cosas y mucho menos después de que Rafe me viera ahí estaba completamente segura de que les prohibió comprar mis cosas--Mi tía te estuvo esperando toda la maldita tarde!
--¿Ella quiere comprar mis cosas?
--Sí, chica, esas cosas que llevaste son caras y estos malditos niños se vuelven locos por ellas. Así que sí queremos todas tus cosas.
--Espero que no estés mintiendo, Barry.
Barry se detuvo a mitad de camino y me hizo una señal de que lo juraba. Pero, ¿realmente podía confiar en Barry? No era una persona de confianza. Había escuchado muchos rumores sobre él y las miles de veces que engaño a personas de la isla. Pero necesito ese dinero para poder regresar a mi casa.
--Si estás tratando de engañarme, juro que te cortaré...--Tome su brazo y me acerqué a él-- la maldita garganta y no estoy mintiendo, Barry—Amenace aunque mis palabras no lograban ningún impacto en el, solo me veía con un gesto divertido. Y eso solo hacía que me enojase aún más.
Una voz interrumpió mi fallido intento de amenaza.
--Un día, Grace, un maldito día--Sus palabras cortaron mi fallido intento de amenaza.-- No puedes estar un maldito día sin tratar de meterte en problemas
Rafe Cameron
Me estaba pidiendo a mi que no me metiera en problemas.
--¿Tú?--Negué con mi cabeza. Una cosa era que me lo pidiera mi madre, pero él. De todas las personas en esta isla. Él. No era el indicado para pedirme eso.
--¿No deberías estar arriba de la moto?—preguntó Barry acercándose a Rafe, que se encontraba con el casco en su mano y la motocicleta tirada sobre la arena. Esa cosa parecía estar aún más arruinada que yo.
--Esta cosa no sirve, Barry—dijo mientras arrojaba el casco sobre ella y haciendo que vuelen unas piezas de ella.
Solo me quedé a un lado mirando como Barry le decía algo sobre que no debía abandonar la carrera cuando lo que estaba en juego era importante a Rafe, pero él no parecía prestarle demasiada atención porque su vista había quedado fija en mí. En mi rostro, y no porque mi belleza esté deslumbrándolo, sino porque el golpe de mi mejilla era algo nuevo. Demasiado notorio para pasar desprevenido.
Algo que no había estado en mi cara esta mañana cuando el dejó la cama en donde dormimos juntos.
Traté de taparlo con mi pelo y hacerme a un lado, pero en una milésima de segundo Rafe se había quitado el traje y estaba frente a mí tomando mi rostro y pidiendo una explicación y llenando una vez más mi cabeza de dudas de cómo podía ser esta persona cuando esta misma mañana dijo cosas hirientes.
Pero yo no soy quién para juzgarlo. Porque también soy dos personas a la vez. A veces juego a ser la buena hija y devolverles ese favor que me hicieron y otras me transformo en esta persona que trata de arruinarlos continuamente.
--Me lo merecía, Rafe.
--No, Grace. Menos con lo que paso ayer...
-Ellos necesitaban el dinero y yo lo eché a perder.
No iba a jugar al papel de víctima y dejar que los demás tomaran la culpa. Había sido mi error. Solo mío.
--¿Fue él?—preguntó Rafe y con su pulgar recorrió mi mejilla y mi cara se inclinó hacia el calor de su mano, porque juró por dios que necesitaba una muestra de afecto, porque estaba sintiendo como mi cuerpo se estaba hundiendo en una profunda desesperación. Estoy sintiendo que pierdo el control y no me gusta. Odio sentirme así.
--No. Fue mi mamá cuando volví a mi casa—confesé y vi su gesto de dolor porque hubo un tiempo en donde mi madre nunca me levantaría la mano, porque eso quedaría para mi padre o mis antiguos padres. No ella la mujer que me rescató de un hogar violento. —Aunque creo que ya no es mi casa. Estoy sin hogar--No pude evitar reír. No quería seguir llorando.
Y una vez más, Rafe volvió a sorprenderme.
--Vienes a casa, Grace.