Haunter 1 - La Sombra del Cazador

Cuenta Regresiva

Esa llamada en conferencia fue como el empujoncito en la espalda que te precipita por el tobogán más alto del mundo. Antes que pudiera caer bien en la cuenta, me deslizaba a toda velocidad y no tenía forma de detenerme.

Llamé a Trisha antes de ir a dormir y tuve que alejar el teléfono de mi oreja hasta que terminó con sus grititos y exclamaciones.

—¿Cuánto precisas que me quede?

—¿Tres días?

—¿No dijiste que los Cazadores se quedarán cinco?

—Sí, pero…

—Entonces me quedaré al menos seis.

—No puedes faltar tantos días al trabajo, Trish.

—¿No te conté que renuncié? Sí, me harté de ese hijo de perra mano larga. Conseguí un par de entrevistas pero serán por Zoom, de modo que no importa dónde esté.

—Entonces tal vez puedas venir antes. Déjame consultarlo con Amy.

—¡Sí! ¡Genial!

Aparté el teléfono otra vez hasta que mi audición no corriera peligro para despedirme.

En la mañana desayuné aguardando a los Collins y les expliqué lo que sucedería en los próximos días a partir del viernes. Susan tomó notas para no olvidar nada, y tuve que agregarles tareas cuando Amy me envió una lista de cosas que precisaría. También quería que le preguntara a Price qué medicinas estaban tomando él y su amigo. ¿Qué se traía entre manos?

Amy opinaba que lo mejor era que ella recogiera a Trisha para venir a la mansión, para invertir la hora y media de camino en explicarle la situación, y hacerle prometer por su vida que se comportaría y no importunaría a los Blotter.

Susan preguntó por la dieta de los invitados y me di cuenta que no tenía idea que comían Price y su amigo. Otra cosa para preguntarle.

Cuando terminé de hablar con ellos me corrí hasta el salón norte.

—Bajaré al sótano —avisé en voz baja—. No hace falta que me acompañen.

Olvídalo

—Como quieran. —Me volví para salir y me encontré con Susan petrificada en el umbral, escoba, plumero y canasta de artículos de limpieza en las manos—. No te preocupes, Susan. Tú sigue con lo tuyo.

Salí y ella retrocedió, esforzándose por controlar su miedo. Un momento después me apresuraba escaleras abajo y más allá del pilar central. Me dejé caer de rodillas frente al rincón y alcé una mano con la palma hacia la pared posterior.

—Choca mi mano con la tuya, Kujo —dije alegremente, y reí al sentir el roce caliente contra mi piel—. ¡Bien! Es otra manera de saludarnos.

Hola Fran.

—¡Lo logramos, Kujo! —exclamé—. Amy y Price vendrán en pocos días. ¡Serás libre en una semana!

El gruñido me tomó por sorpresa, y lo oí apartarse.

—Bien, sí, lo sé, pero lo necesitamos, ¿sabes? Amy lo necesita para cortar tu cadena.

Odio Brandon.

—Claro que sí. ¿Qué haremos, Kujo? Es la única manera de liberarte. Por favor, necesito saber que no intentarás lastimarlo.

El siguiente gruñido no era precisamente prometedor. Suspiré apesadumbrada. Lo que más quería en el mundo era liberarlo, pero no pondría a nadie en peligro por lograrlo.

Fran triste.

—Sí, porque sin tu ayuda no podré cumplir mi palabra.

Ayuda Fran.

—¿Lo harías? ¿Lo harías por mí, Kujo? ¿Puedes prometerme que no intentarás hacerle daño? Tienes mi palabra que no le permitiré acercarse antes de tiempo, pero tendremos que traerlo aquí abajo un rato para cortar tu cadena.

Lejos.

Tienes mi palabra. Sólo lo traeré para el ritual.

Prometo.

Me incliné hacia adelante, metiendo la cabeza en las sombras del rincón, y alcé una mano para detener al Blotter que me hubiera acompañado. Un momento después sentí la suave ráfaga caliente tocando mi frente.

—Mierda, mi muchacho —susurré—. Si pudieras alimentarte de amor, te tendría obeso.

El gruñido sonó más como un gemido y me provocó un nudo en la garganta.

—Olvídalo. No trates de ser lo que no eres. Te quiero así, tu dieta no me importa.

Sentí el calor que me envolvía los hombros.

Retrocede.

—Está bien —respondí, soportando el calor y el hormigueo un momento más antes de apartarme sonriendo—. Mejor me voy, que ya me metí en problemas.

Ya lo creo.

Me incorporé riendo y conteniendo las lágrimas, y me alejé hacia la escalera.

—¿Quién es? ¿Joseph o Edward?

Joseph. Si fuera él.

—Sí, corrí con suerte. Por favor, no me regañes. Tú lo has visto dos veces ya. No me lastimará, y preciso abrirme a él. Recuerda que lee mi mente y mis emociones, así que tengo que estar comprometida con su situación. De lo contrario, no podré proteger a Price.




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