Haunter 1 - La Sombra del Cazador

Un Esfuerzo Más

De regreso en la mansión, Amy nos mandó a ducharnos de nuevo y permaneció en la cocina, instruyendo a Susan sobre lo que quería que cocinara para el almuerzo. No sé si era a causa de nuestro encontronazo la semana anterior o porque Amy era casi de su edad y daba órdenes como un general, pero Susan le obedecía sin decir ni pío.

Me sobresalté cuando Amy llamó a la puerta del baño mientras me duchaba y pidió permiso para entrar. Parecía preocupada después de ver cómo había acabado tras la limpieza.

—¿Te molestaría decirme qué sentiste?

Terminé de ducharme mientras le explicaba lo diferente que había resultado en comparación con el día anterior. Me ayudó a envolverme en mi gruesa salida de baño y me siguió de regreso al dormitorio.

—No hace falta que comas si no tienes hambre, Fran —dijo—. Pero deberías dormir al menos dos horas.

Saqué ropa limpia del ropero todavía repasando lo que sucediera.

—¿Acaso hice algo mal? —pregunté.

—Todo lo contrario. Estuviste mucho mejor de lo que esperaba. Pero ese imbécil absorbió más energía de la que podías canalizar y acabó exprimiéndote. Por eso precisas reponerte antes de volver a intentarlo. Dormir te ayudará, y tomar tanta agua como puedas.

Trisha asomó la cabeza, el pelo empapado goteándole sobre los hombros.

—¿Me estoy perdiendo el aquelarre?

—No, tú y yo bajaremos a almorzar y dejaremos a Fran tranquila —sonrió Amy.

—¿Estás bien, Fran?

—Sí, sólo cansada.

Se fueron y comencé a vestirme, sintiendo la mente embotada. Lo atribuí a la falta de energía que Amy mencionara y me volví hacia mi cama. No. Más que pensarlo, lo sentí. Quería dormir, pero no allí. Y sabía con exactitud cuál era el mejor lugar para mí para descansar. Así que tomé mi saco de dormir, mi teléfono y bajé al primer piso.

Amy y Trisha se sentaban a almorzar cuando me vieron entrar a la cocina.

—¿Te vas a dormir con el Doctor Octopus? —bromeó Trisha.

—Qué graciosa —repliqué, abriendo la puerta del sótano.

—¿Adónde crees que vas? —inquirió Amy, al borde del regaño maternal.

—Quiero pasar un rato con Kujo pero tengo que dormir. Así que me voy a dormir con él.

—¿Estás loca? —exclamó Trisha.

—Despiértenme en dos horas —repliqué, encarando la escalera.

Joseph y Kujo parecían tan sorprendidos como ellas al verme cruzar el sótano y abrir mi saco de dormir junto al rincón.

—Mierda, hace frío aquí abajo —rezongué, metiéndome en el saco.

—Fran tibia —dijo Kujo.

—Oh, eso sería genial. —Me tapé hasta la coronilla, acostándome de lado con un brazo bajo la cabeza. Un momento después, parecía que estuviera bajo una de esas mantas eléctricas—. ¡Oh, gracias! ¡Se siente fantástico! Pero no gastes tu energía en esto, ¿de acuerdo?

Price te está observando —advirtió Joseph.

—Cierto, la cámara. Que piense lo que quiera.

Me dormí en un minuto, calentita y segura. Un sueño restaurador sin imágenes.

Amy me despertó dos horas más tarde para que comiera un bocado antes de volver al ruedo. Volví a agradecerle a Kujo y la seguí escaleras arriba, sintiéndome descansada como si hubiera dormido cinco o seis horas.

—Definitivamente tengo que escribir un libro sobre ustedes dos —dijo Amy trayéndome un plato rebosante de espagueti con albóndigas, espolvoreado con perejil y una pizca de ajo. ¿También precisaba protección contra vampiros?

—¿Por qué? —pregunté, dándome cuenta que estaba hambrienta.

Trisha entró con los mellizos por la puerta trasera mientras Amy me respondía.

—Te duermes junto a un demonio mestizo como si fuera tu perro guardián, y él muy sentado a tu lado con una pata sobre tu saco de dormir, velando tu sueño. ¡Alguien tiene que hacer un libro o una película!

—Bueno, Bella tenía un chico lobo musculoso y semidesnudo para no morirse de frío. Y yo lo tengo a Kujo.

—¡Es la historia de tu vida! —rió Trisha.

Amy me observó y se encogió de hombros asintiendo divertida.

—Pero funcionó. Estás lista para la batalla.

Las mismas palabras de Brandon la noche anterior.

—¿Cómo están los Blotter? Apenas tuve tiempo de estar con ellos desde que llegaron nuestros distinguidos huéspedes.

—Están bien —respondieron Amy y Trisha al mismo tiempo.

—Esperando que todo esto termine cuanto antes —añadió Amy.

Después de comer espié el jardín por la ventana. La camioneta seguía frente a la casa de huéspedes, de modo que todavía no habían huido. Le escribí a Brandon para asegurarme que estuvieran esperándonos.

“Ven antes que cambie de idea.”

—Mejor que le hagamos caso al príncipe Cazador —terció Amy.




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