Haunter 1 - La Sombra del Cazador

Lo Que Podría Llamarse Normalidad

Trisha y Amy me vieron llegar, se miraron y se ahorraron cualquier pregunta o comentario. Me subí al asiento trasero y me dormí apenas salimos del estacionamiento del hotel, dejándolas turnarse para conducir todo el camino de regreso a Casa Blotter.

Llegamos antes del atardecer. Estábamos las tres agotadas y nos fuimos a dormir. Nos despertamos bien temprano a la mañana siguiente, incluso Trisha, y decidimos hacernos un buen desayuno para compensar la cena que nos habíamos salteado. Tal parecía que habían estado hablando de mí mientras yo roncaba en el asiento trasero. Trisha esbozó su sonrisa de reina de la discreción y preguntó si podría alojarla un par de veces por semana, en días hábiles.

—Precisarás ayuda con las quemaduras por otro par de semanas —dijo.

—Y a mí me gustaría venir los fines de semana, si no te molesta —terció Amy.

Fruncí el ceño, desconfiada. —Estoy bien, chicas.

La mirada que intercambiaron las delató.

—No, Fran, no estás bien —replicó Amy con su aire maternal—. Sé que adoras a los Blotter y ellos te adoran a ti, pero te vendría bien un poco de compañía humana.

—¡Estoy bien! —protesté—. O sea, me encantaría que vengan cuando quieran, por el tiempo que quieran. Pero no lo hagan porque están preocupadas o les doy lástima.

La palmada de Trisha en mi nuca era algo que no había echado de menos desde que dejara Boston.

—¡Tonta! Estoy sin trabajo y a Padme le gustaría traerse a su novio al departamento, así que en cualquier momento me deja de patitas en la calle. Necesito un plan B hasta que encuentre empleo. O se abra el cielo e Isaac me llame para trabajar con Cazadores aquí en la Costa Este.

—¿Te lo propuso? —pregunté sorprendida.

—Dijo que le gustaría que me contraten para trabajar con ellos toda la próxima temporada. Así que lo más seguro es que me llamen cuando vengan a filmar en la zona, para trabajar con ellos en un episodio y ver si sirvo para contratarme fija.

—¡Excelente! —exclamé alegremente.

Recordé mi última conversación con Brandon, pero no la mencioné, porque no creía que fuera capaz de alejarse de las luminarias de un día para el otro.

—¿Entonces? ¿Le darás asilo en Casa Blotter a esta pobre refugiada hasta que vuelva a encaminar su economía?

—Con una condición: sin visitas.

—Por eso te dije en días de semana.

—Bien, déjame consultarlo con los Blotter.

La llamada de Brett a las ocho de la mañana me tomó por sorpresa, y atendí en altavoz. Explicó que hacía el turno de la noche y me llamaba de camino a su casa con buenas noticias: Kujo estaba de maravillas. Había prestado especial atención al sector de Tinicum Hall durante las últimas dos noches y nada. Kujo pasaba inadvertido, y cuando fue a verlo antes de irse del asilo, lo encontró en el sótano con un par de  espíritus humanos, tranquilo y contento.

Amy vio las lágrimas en mis ojos y me palmeó la mano mientras yo le agradecía de corazón a Brett, pidiéndole que siguiera manteniéndome al tanto.

Antes de irse por un par de días, Trisha me ayudó a lavarme y Amy le mostró cómo cambiar mis vendajes. Un rato después, cuando salí a despedirlas, Amy la dejó adelantarse hacia el lujoso auto deportivo.

—¿Y qué hay de Brandon? —preguntó en voz baja.

—¿Qué hay con él?

Me enfrentó alzando una sola ceja. Me encogí de hombros.

—Nada, Amy. Como que sugirió que fuera a visitarlo, pero no lo haré. No tiene sentido. Es lo que fue. Ya está.

—Eso dices, pero no te ves como si lo sintieras.

—¿Tengo alternativa? Olvídate de cuánto quiero a los Blotter y lo que disfruto viviendo en la mansión, me pagan para que lo haga. Es mi trabajo y no puedo darme el lujo de perderlo. —Suspiré con una mueca—. Todavía está medio perdido sin sus gusanos y precisa tiempo para recuperarse. Eso no es razón suficiente para tirar por la ventana lo que tengo aquí. Al fin y al cabo, no nos conocemos.

Ella suspiró también, asintiendo. —Es cierto. No es extraño, sabes. Después de lo que pasaron juntos, la transferencia de energía puede provocar sentimientos. A veces echan raíz y crecen, a veces se diluyen y desaparecen. Por eso preguntaba. —Me palmeó el brazo con suavidad—. Déjalo correr, Fran. No tiene nada de malo sentir algo por alguien. Y tampoco tiene nada de malo dejar de sentirlo. Llámame si precisas algo, aunque sea platicar o un hombro para llorar, ¿de acuerdo? Regresaré en un par de semanas.

—Ve, ve y no te preocupes por mí.

Se volvió para saludar con la mano en alto hacia el porche, donde seguramente los Blotter habían salido a despedirla.

Regresé a la mansión a paso lento, pensando que recibir a Trisha varios días por semana me ayudaría a apreciar mucho más mis momentos de tranquila soledad.

Jenkins me llamó al día siguiente para hablar sobre la casa de huéspedes. Al parecer, Brandon lo había llamado personalmente, y lo había convencido de aceptar su dinero y sus condiciones. Jenkins y yo coincidimos en que no tenía sentido iniciar ninguna obra a tan pocas semanas del invierno, de modo que las reparaciones comenzarían a fines de febrero o principios de marzo, dependiendo del clima. Y como la Fundación no invertiría un centavo, yo sería quien aprobaría la remodelación, del plano de obra al color de las cortinas.




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