¡hay alguien más en mi celular!

PARTE 1

Todos en un momento de nuestras vidas hemos llegado a desear tanto dispositivos inteligentes como; tabletas, celulares, BlackBerry, pc y otras cosas más, quizás sea porque somos de otra era, una nueva generación del que muchos llaman los digitales.

Así es, lo admito, desde pequeña siempre eh querido tener un móvil, pero no uno cualquiera, sino soñaba con uno con el que podía hacer muchas cosas, más que un móvil quería que este hiciera todo por mí, hasta las cosas más incrédulas del que te puedas imaginar; sin embargo, mis padres no estaban de acuerdo, porque según ellos, eso está prohibido para niños.

Quizás haya sido el deseo tan fuerte o tal vez otra razón, pero ocurrió lo que nunca me imaginé y del que tampoco me puedo explicar ¿cómo comenzó todo?

Explicarles del mes que nací está fuera de mi alcance, pero les comento que nací en noviembre, y ahora estaba por cumplir mis quince años, hecho del que, con tan solo pensarlo, me pongo de puntillas para celebrarlo.

Muchas jóvenes, esperan con ansias llegar a esta edad, para deslumbrarse con sus vestidos y lucirse ante todos como unas princesas de cuentos, toda una noche de festivo, yo por mi parte, no espera nada de eso.

Cuando mis padres me propusieron festejar mis quince años, yo les dije que no quería nada de eso, que en lugar de ello me compraren lo que siempre les había pedido, ahora que lo pienso, quizás todo habría comenzado desde que puse todo mi deseo en esta cosa.

Cuando llegué del colegio, mi casa se encontraba en silencio, me resultó raro porque mis padres siempre suelen estar presentes a esta hora, quizás sea por la discusión que tuve en la mañana con ellos.

Entré en mi cuarto, tiré mi mochila en el piso, y con el uniforme todavía puesto me lancé sobre la cama, mirando al techo, estaba tan molesta.

Entonces escuché un ruido, y al poco tiempo, sonó el timbre, no quise salir de inmediato, pero volvió a tintinear, de hecho, sonaron cinco veces, entonces enfurecí e impaciente, bajé de mi cuarto por las escaleras, abrí la puerta, pero no había nadie, solo estaba una pequeña caja fruente a mi puerta.

No sé qué estará pasando por tu mente, quizás “esa historia ya me la sé”, pero no es lo que estás pensando, ni yo misma sé lo que realmente está a punto de suceder.

La verdad, mi reacción fue desinteresada y poco curiosa, así que, cerré la puerta de un empujón después de dar una patada a la caja que tenía delante de mí.

Algunos creen en el destino, yo simplemente vivo mi vida, pero como la mayoría de veces solemos escuchar, quizás uno no puede escapar de su propia historia.

 A pocas horas después, mis padres llegaron, estaban un poco misteriosos, lanzándose unas miradas entre ellos.

- ¿ocurre algo? - dije sin pensarlo, con una voz un poco molesta.

-no pasa nada, cariño- dijo mi padre

- ¿y ese humor? - interrumpió mi madre

Solo encogí mis hombros y regresé a mi cuarto.

Sobre mi mesa estaba una carta, es raro, porque no lo había percatado antes, la ventana estaba abierta, del que tampoco puedo explicar, entonces supuse que mis padres tenían algo que ver en ello.

Abrí el sobre, este decía: “Feliz quince años, pide un deseo, cierra el sobre y échale a volar por la ventana”

“¿Un deseo? Que broma es esto”, pensé y me molesté aun más de lo que ya estaba, entonces cogí la carta y me dirigí hacia mis padres.

- ¿Qué tipo de broma es esto? ¡Ya no soy una niña para este tipo de juegos! - les dije gritando y haciendo rabieta fruente a ellos, hasta incluso boté aquella carta en el piso y comencé a pisarlo.

- ¡Ya basta! ¡Estás castigada, no habrá cumpleaños, no habrá fiesta y no habrá, escúchame bien, nada de nada! - dijo mi madre más enfurecida que nunca.

Mi padre trató de calmarla.

Yo por mi cuenta, salí de la casa, y cerrando la puerta en un portazo.

Mientras caminaba, estaba tan molesta con todos, que hasta la cara las tenía tan hinchadas, pero no era por mi expresión, sino por el bofetón que acababa de recibir por mi insolencia.

Una anciana se cruzó en mi camino.

- ¡Muévete, vieja! - dije sin pensarlo, y seguí mi camino.

- ¿Tu eres Jance? - Esta me dijo, y cuando giré a mirarla, no parecía una anciana, era una señora joven, que llevaba una capa negra, ¿sería la caperuza negra? 

-Sí, ¿usted me conoce? - le respondí un poco confundida. 

-Yo no, pero alguien me pidió un favor- dijo mientras venía hacia mí.

Entonces sacó de su bolsillo, una cajita que contenía un celular, y me dio, yo sin dudarlo la cogí, y me quedé estupefacta, mirando a este dispositivo que estaba en mis manos, no había interactuado con uno hasta ahora, así que, cuando quise pedir explicaciones o por lo menos agradecerle por el gesto, la señora había desaparecido.

-¡Jance!, ¡Jance!, ¡Jance!- me llamaban, era la voz de mi madre, entonces sin darme cuenta caí sobre el piso, pero no de donde estaba parada, sino de la cama, todo había sido un sueño, la sensación que tenía era como si hubiera sido de verdad, así que me levanté, aun tenía puesto el uniforme, mi madre de seguro se enfada si se entera que me quedé dormida.



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En el texto hay: misterio, sangre, alma atrapada

Editado: 25.10.2022

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