-Tranquila- dijo susurrando, muy cerca a mis oídos.
- ¿Quién eres? - contesté con toda la frialdad, y sin darme cuenta, estaba caminando por aquella casa, sin ni siquiera saber a dónde me dirigía, lo único que hacía era apartarme de esa voz extraña, porque tampoco podía verla, las luces aún no colaboraban.
De repente alumbró.
Delante de mí tenía un espejo enorme, estaba lleno de polvo, sin darme cuenta había pasado a otro cuarto de la casa, me había perdido de la salida, ahora mismo no sé en dónde estoy.
La habitación se encontraba vacía, lo único que tenía era un espejo grande y unas ventanas, estas cubiertas por unas cortinas antiguas, empolvadas, se movían. “¿Y el cadáver? ¿Cómo llegué aquí?” Pensé, muy atemorizada y al mismo tiempo confundida.
Me acerqué lentamente a la ventana. De repente sentí que alguien cruzó por dé tras de mí, giré para averiguar quién era, pero, no había nadie.
Quería saber dónde me encontraba ahora mismo, seguí caminando hasta llegar a la ventana, al mirar por este.
- ¿CÓMO ES ESTO POSIBLE? - dije espeluznada, me hallaba tan alto ¿Qué piso sería?, sobre todo ¿Cómo llegué aquí? Yo que recuerde, no subí ninguna escalera, pero, ya me encontraba en el piso de arriba.
- ¡Oh, Dios mío!, No tengo salida- dije llorando, en tanto pateaba el piso tan fuerte, como si peleara con alguien.
Tan repentinamente, mi humor cambió de tristeza a odio, caminé desesperada por el cuarto, y de un golpe boté el espejo contra el piso.
Crack, este sonó, como si se hubiera hecho mil pedazos, pero no fue así, estaba completamente sano, como si hubiera caído en una almohada, entonces ¿Qué fue ese ruido?
Sabía que no me encontraba sola, aun así, por un momento, todo estaba en silencio, este que es realmente asfixiante, incluso para mí, que desde siempre había amado el silencio.
Necesitaba respuestas inmediatamente, ahora ya nada me importaba, si era morir o vivir, quería que terminara esta pesadilla.
Editado: 25.10.2022