Alguien había entrado en mi cabeza y estaba jugando conmigo todo este tiempo.
Sabía que venía de mi celular.
Me hallaba en el piso, boca arriba, apenas respiraba, tenía un cansancio inefable, como si alguien hubiera utilizado mi cuerpo sin mi permiso, alguien que la hubiera tenido trabajando sin parar.
Ring, ring, ring…
Sonó nuevamente el misterioso celular, se hallaba a centímetros de mi cabeza, ahora estaba al lado mío, ¿cómo llegó aquí? O la pregunta sería ¿cómo llegué yo aquí? Ya no me interesa saber.
Entendí que todo no es como parece ser.
No tenía más opciones, o tú me engañabas o yo lo hacía, de otra forma terminaría enrollada en un laberinto, una que no tenía salida.
Necesito dominar mis propias acciones.
- ¡Vamos tú puedes!, un último esfuerzo más- me dije a mi misma
Me levante, parecía a un zombi, esos que aparecen en las películas y comienzan a salir de las tumbas en busca de cerebros, con la única diferencia, es que yo me levantaba en busca de ti.
Cogí el móvil, todo comenzó a parpadear, las luces se prendían y pagaban, me repetía una y otra vez:
“YO GANARÉ, YA VERÁS”
Cogí mi bolso, miré mis manos, al hacerlo, sentí un dolor tan fuerte, estos se encontraban rajadas, llenos de cortes, ensangrentadas, acompañado de unas uñas salidas.
-No es real, es tu juego, pero no caeré-
Tomé el celular y salí de este lugar.
Caminaba por las calles, una vez más no sabía dónde me encontraba, mucho menos a dónde me dirigía.
De repente, recibí un nuevo mensaje
“¿A DÓNDE VAMOS?”
No puedo contarte a dónde me dirijo, porque no confío en ti, ni siquiera en mí, ahora no confío en nadie.
Me abstengo a mis pensamientos.
Pero
Te prometo que te destruiré.
Acabaré contigo.
Y cuando llegue ese día, volveré a escribir y a presumir cómo fue tu final.
Editado: 25.10.2022