Hay duendes en los árboles

Capítulo dos: Las brujas de Ridgewood

Cuenta la leyenda que hace siglos antes de que el pueblo fuera lo que es hoy en día, estas tierras eran habitadas por mujeres que vivían en armonía quienes recibieron con los brazos abiertos a un grupo de hombres, mujeres y niños, siendo de esta forma que una comunidad creció. 
Pasaron los años y todo marchaba bien, hasta que un día un hombre acuso a una de aquellas mujeres de brujería, el hombre juraba que aquella mujer había provocado que una cabra caminara en dos patas, la mujer se defendió diciendo que el hombre estaba ebrio y que ella estaba ordeñando a su cabra para poder intercambiar su leche por algo de pescado. La comunidad le creyó, pero la paz no duraría mucho, a las semanas uno de los niños desapareció en el bosque y esta vez el pueblo entero culpo a todas aquellas mujeres. 
Las culparon de brujería ya que cosas raras pasaban en ese lugar, y cada noche decían verlas ir al bosque, después de eso gritos salían de aquel lugar y animales eran encontrados sin vida, algunos juraron haberlas visto volar, realizar rituales o simplemente seducir a sus esposas. 
Casi todas fueron capturadas, y en la parte oscura del bosque que hoy en día es conocida como la fosa, aquellas mujeres fueron colgadas, quemadas o decapitadas. Las que lograron huir maldijeron las tierras dejando claro que todos algún día morirían gracia a ellas, entrando al bosque para jamás ser vistas de nuevo, algunos cuentan que aquellas mujeres no eran brujas, pero no tuvieron de otra que serlo, otros cuentan que aceptaron a esas personas para después sacrificarlas y así darle la bienvenida al diablo a estas tierras.
Gracias a ellas la muerte se enamoró de este pueblo y lo extraño se hizo uno con el bosque. Hoy en día la gente dice que tres de esas bujas viven aun en el bosque, alejadas de todo lo exterior, solo se sabe de ellas cuando alguien acude a su cabaña.
 

Desde niño mis padres me advirtieron una sola cosa, que nunca por ningún motivo me acercará a las brujas, normalmente aquellos que acudían a ellas era para cambiar su suerte, sanar alguna enfermedad o evitar el nacimiento de un hijo no deseado. Yo solo me tope con ellas sin querer. 
 

— ¿Entonces ellas te salvaron?, tres mujeres locas que viven en el bosque te salvaron— me dice incrédulo. 
—Se cómo suena, pero es verdad. 
Lo siguiente que recuerdo después de que me noquearan es despertar en una cama, pero una cama echa de paja, me dolía tanto la cabeza, sentía como si en cualquiera momento se me fuera a caer. Estuve ahí viendo a mi alrededor por unos minutos, hasta que una de ellas fue conmigo, y traía un jugo amarillo tan espeso para que yo lo tomará.
—Ten bébelo— me dice de una manera seca. 
—¿Qué es? –pregunto asustado— No lo beberé— le digo. 
La mujer me tomo a la fuerza y me hizo tomar esa cosa hasta la última gota. 
 

—Cuando te sientas mejor vienes a la sala— me dice. 
 

No sé qué era eso que me obligo tomar, no tenía sabor, pero podía sentir como poco a poco mi cuerpo se sentía como nuevo, mi cabeza ya no me dolía, sin embargo, aún tenía miedo de lo que me podrían hacer. Me arme de valor y me levante de esa cama y fui a la sala. 
 

Ahí estaban las tres sentadas en la sala, una de ellas se veia algo anciana, la otra un poc mas joven que ella y la última parecia de mi edad. Solo estaban ahí concentradas en el fuego de su chimenea hasta que la más familiar se acercó a mí. Con familiar me refiero que su rostro era como si lo hubiera visto antes en algún otro lugar. 
 

—Mírate te ves como nuevo— me dice alegre. 
Es raro su voz es tan dulce no puedo evitar pensar lo hermosa que es, hay algo en ella que era diferente. 
—Dime, ¿te sientes como nuevo? —me pregunta 
—Si... si de hecho si— digo nervioso. 
—Me alegra muchísimo— me dice con la risa más tierna posible. 
La más anciana de ellas daba miedo, y cuando interrumpió a la tierna bruja, no pude evitar sentir escalofríos. 
—Discúlpala, todavía es muy infantil—me dice— Ven,  déjalo en paz— le dice de una forma intimidante. 
—Está bien no me molesta. 
Solo me miro de mala manera, buscaba la manera de escapar, pero parecía imposible. La bruja que me dio aquel jugo me pidió acercarme a la fogata. 
—¿Por qué me trajeron aquí?—pregunto. 
—Porque él así lo quiso—me dicen las tres. 
—¿Quién? 
La bruja tierna, para llamarla de alguna forma, dijo algo que me dejo frio. 
—¿Has oído que la muerte se enamoró de este pueblo? 
 

Me asuste, solo quería salir huyendo de ahí, pero la bruja anciana rápidamente hablo. 
—Tranquilo, la muerte es amigable, pero ella los está vigilando a tus amigos y a ti, tiene grandes planes para ti—Me dice de manera siniestra. 
—Están locas, solo déjenme ir hay alguien que necesita me ayuda, mi padre me buscara y cuando sepa que ustedes me tienen les harán daño., el pueblo entero las quedra linchar.
Pareció no importarles, solo a la bruja tierna le preocupo un poco. 
—Si te vamos a dejar ir, solo te vimos en problemas y te trajimos aquí— me dice la bruja del jugo. 
—Agradécele a Clara fue quien te encontró— me dice la bruja anciana— Si no fuera por ella quien sabe que seria de ti en este momento.
 

Clara, la bruja tierna, ¿Por qué me salvaria? ¿Por qué no dejarme ahí a mi suerte? ¿Sera que la muerte en realidad tiene planes para mí?, son tantas preguntas que cruzaban por mi cabeza. 
—¿Entonces ya puedo irme?—les pregunto. 
—¿Ya te sienes mejor?— me pregunta Clara. 
—Si, lo que me dio ella ayudo demasiado— le digo tranquilo. 
—Está bien, te dejaremos ir, pero antes hay algo que nos pidió decirte—me dice la bruja anciana. 
 



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En el texto hay: misterio, drama, sobrenatural

Editado: 22.04.2024

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