Hay duendes en los árboles

Capítulo cinco: Llegará el día en el que pidamos perdón

Habia algo que mi abuela nos decia siempre "Llegará el dia en el que pidamos perdón", aun no logro entenderlo del todo, aunque siempre me pregunto y aún más con todo esto que paso...¿acaso un perdón arreglara todo el daño provocado?

 

Las cosas en el pueblo parecían no calmarse, cierta parte del pueblo creía que Jeremías había escapado del pueblo y la otra parte creía que se suicidó dentro del bosque. La verdad es que el se dirigía a casa, mientras que el fantasma de Natalia lo guiaba de vuelta.

El sentía la necesidad de decir algo, y ella parecía no estar preocupada por hacerlo.

—Natalia,— dice Jeremías con cuidado.

Ella no respondía, solo seguía caminando con calma sin separarse mucho de Jeremías.

—Natalia, solo detengámonos un momento.

—¿Porque?,—responde extrañada.

—No lo sé, solo hay que sentarnos un momento.

—¿Okey?

Jeremías quería respuestas, quería decir tantas cosas.

—¿Qué se supone que eres?,— pregunta confundido 

—¿A qué te refieres?.

—¿Eres una alucinación o un fantasma?.

—Un alma perdida.

—¿Qué quieres decir?.

—Que seguiré aquí hasta que pueda descansar en paz.

—¿Por eso me ayudas? ¿Para descansar?.

—Algo asi, lo de la araña fue más bien un regalo, y esto solo lo hago por mi.

Ambos se quedaron por un rato disfrutando del bosque, los árboles no tenían duendes solo tenían paz y tranquilidad, el sol iluminaba casi todo y el canto de los pájaros era lo único que se escuchaba. Para Jeremías era una sorpresa ver lo feliz que estaba Natalia de estar ahí, al menos eso parecía, siempre se negó a ir ahí y ahora estaba en paz en ese lugar.

El cálido viento movía un poco el cabello de Natalia y el sol hacia relucir sus ojos, y eso Jeremías no lo podía dejar de ver. No se sentía en paz estando ahí con ella, se acercó cuidadosamente enfrente de ella y la vio a los ojos.

—Natalia, debo decirte algo.

—Te escucho.

—No puedo volver, no sin antes decirte algo importante y sino lo hago,—se le hizo un nudo en la garganta, pero aún así continúo,— Se que talvez no signifique nada, pero...Perdón, por todo lo que te arrebate, yo te quite todo y mucho más, la vida que tenias ahora, la vida que podrías tener y todo lo que pudiste lograr, lamento todo lo que le quite a tu hermana e incluso lo que le quite a Dante, esas personas te aman y yo les arrebate eso...desde esa noche, cuando cierro los ojos lo único que puedo ver es tu cuerpo sin vida y la sangre en mis manos, puedo recordar como morías lentamente y lo peor es que pude hacer algo, pero solo me acobarde, no es justo que yo siga aquí, no lo merezco.

¿Cómo reaccionarias a algo así? Una disculpa del responsable de tu muerte con el corazón hecho pedazos. Natalia respiro profundo y por primera vez lo miro a los ojos.

—Estuve pensando en las veces que me confesaste tu amor, no alimentaban el ego como muchos pensaban, pero ahora que reflexionó sobre ello me doy cuenta de lo mucho que eso me hacía enamorarme más de Dante,— no lograba esconder su sonrisa al decir eso último,—Mi vida nunca fue lo mejor la mayor parte del tiempo deseaba dejar de existir, personas que realmente quería se fueron y luego otras llegaron, y eso me hacía sentir menos miserable, aún así sentía que no lo merecía...

Los recuerdos de toda su vida comenzaron a inundar su mente.

—Se que lo lamentas, se que nunca lo podrás olvidar, pero cuando te veo lo único que recuerdo es mi muerte, a Bruno y a ti lanzando mi cuerpo al agua, veo la vida que nunca podre tener con Dante, puedo escuchar a mi hermana llorando por mi. No te odio ni te deseo la muerte, se que lo lamentas y agradezco tu disculpa, pero eso no me traerá de vuelta ni tampoco arreglara lo que paso...no te perdonó, pero puedo decirte que lo estoy intentando.

 

Era más de lo que Jeremías creía mereces, aunque no podía evitar seguir sintiendo culpa y disculparse no lo hizo sentir menos miserable, al contrario lo hizo sentirse un monstruo.

—¿Porque te preocupa tanto que vuelva?,— pregunta, mientras se seca las lágrimas.

—No eres un monstruo, eso es lo que crees, pero no es lo que eres.

—¿Y sino vuelvo?

—Entonces te convertirás en la clase de monstruo que crees que ya eres.

Natalia se puso de pie lista para seguir su camino.

—Ya estas en un infierno y se pondrá peor si no vuelves, ¿te quedaras aquí aceptandolo o vas a volver por una segunda oportunidad?.

Un último ultimátum para Jeremías.

—Antes debo ver a mi familia, si te parece bien, luego me entregaré.

—Está bien.

 

Ambos siguieron caminando de regreso al pueblo, la moche estaba por caer cuando por fin llegaron a casa de Jeremías, sin que nadie se diera cuenta. Al entrar a casa no habría marcha atrás, pero antes Jeremías debía dar el último adiós.



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En el texto hay: misterio, drama, sobrenatural

Editado: 22.04.2024

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