Luego de su cumpleaños, Hikaru queda al mando. Ahora como líder del equipo de élite A, llevará a cabo una misión compleja.
Eran las 00:01 del 29 de abril, el cumpleaños número 30 de Hikaru, todos dormían salvo Alex que caminaba sigilosamente hacia la habitación de Hikaru con un paquete en su mano más sana. Tocó la puerta y Hikaru le abrió amablemente.
—¡Feliz cumpleaños! —dijo Alex mientras entraba a la habitación y extendía su mano, para darle el regalo.
—¡Gracias! —dibujando una gran sonrisa y mirando el paquete con ternura prosiguió— imagine que vendrías así que prepare algo ligero para comer y… tengo un buen sake.
En el suelo había un par de almohadones, perfectos platos de sushi, una botella de sake, palillos y dos vasos.
Ambos se arrodillaron en los almohadones, él abrió el paquete con gran cuidado logrando avistar un libro “El nombre de la rosa” y entre sus páginas había una cadenita con un dije, un kanji japonés que significaba amor. También en la página en blanco había una una inscripción en Japonés y varias firmas » Disfruta el libro y este día y todos los días venideros […]«
Ante tal regalo, Hikaru dijo emocionado:
—Este libro... Tu familia realmente me quiere...—sonriendo—. Imagino que esto compensa el otro libro que... desapareció…
—A... Imagino que si, no sabíamos que regalarte, asique bueno... —pensativa— Que bueno que te hayan gustado.
—Son regalos fantásticos. Luego les llamaré, son muy atentos, aterradores a veces, pero atentos.
Luego de unas miradas incómodas, Hikaru y Alex juntaron sus manos inclinaron levemente sus cabezas y al uniso dijeron »Itadakimasu« Luego se dispusieron a comer en silencio.
Al finalizar mientras tomaban sake, hablaban como si fueran niños, al conocerse de toda la vida parecía no haber secretos entre ellos. Hablaron de su pasado, de sus proyectos, brindaban al grito de »Kanpai«
En el transcurso de la velada Alex decidió dirigirse hacia el escritorio de Hikaru tomo un pequeño control remoto que estaba sobre un parlante. El control el cual era algo particular, ya que tenía una pequeña pantalla donde podía ver el nombre de la canción que sonaba además de un pequeño teclado digital. Encendió el parlante y seleccionó una lista de reproducción aleatoria, las canciones pasaban una tras otras mientras charlaban. A veces Alex tarareaba e incluso cantaba con su bella voz, las canciones que más le llamaban la atención.
A veces Hikaru no sabía si ella le estaba hablando o solo cantaba, al escuchar que ella dijo en un perfecto Japonés »Quiero volver contigo amor«, él se extraño por unos segundos no entendió la frase salida de tema, hasta que comprendió que se trataba de la canción que estaba sonando en ese momento Kaeritakunatta yo, de Ikimono Gakari.
—¡Alex! ¿escuchaste lo que te dije?
—Perdona... es que me gusta esta cancion.
—Esta bien, entonces canta para mi...
—Déjame escuchar este tema y cantaré lo que quieras.
Cuando kaeritakunatta yo dejo de sonar, Hikaru tomo el control. “Akai hana shiroi” escribió. Una canción simple y bella, comenzó a inundar la mente de Alex de recuerdos. Ella no pudo emitir sonido, por lo que Hikaru pauso la música unos segundos y luego, ante el “ok” de su compañera, reinicio la canción. Alex comenzó a tararear hasta que las palabras, en un hermoso y calmado Japonés, brotaron de sus labios.
Al finalizar ambos rieron y siguieron con el karaoke un tiempo más, luego el sueño los venció y se tumbaron en la cama.
A las cinco treinta, Alex se despertó y sigilosamente salió de la habitación. Afortunadamente su cuarto quedaba casi en frente, camino sin siquiera ver para los laterales, en silencio y en calma estiró su mano para abrir su puerta.
—Pero qué veo. ¡Un zombie! —grito Julie quien también caminaba por los pasillos en pijama.
—Shh —haciendo ademanes desesperados de silencio.
—A esta hora los zombies regresan a sus habitaciones…—acercándose rápidamente— Es la hora más divertida del día, ja, ja, ja. Aunque me sorprende haberte pillado, vienes del cuarto de Hikaru ¿que tal la pasaron? ¿Bien?
—Hola… —suspirando amargamente— Solo fui a darle su regalo de cumpleaños y pasamos una noche de amigos, nada especial, nada de sexo. Ambos necesitábamos una noche así. Por otro lado… Y tu zombie ¿de donde vienes?
—Yo no soy una zombie, yo saludo y no me escondo. —con tono irónico— como si follar o coger o como quieras llamarlo, fuera algo que nadie hiciera aquí. Por dios, todos a estas horas regresan a sus cuartos y nadie saluda, ni te miran siquiera y...
—A la gente no le agrada que todo el mundo sepa con quien y cuando tiene sexo… Por eso prefieren la discreción. Pero no contestaste mi pregunta.
—Estaba con la chica de contabilidad. —bajando la voz al máximo— Entre nos es muy inexperta, es linda y simpatica pero… bueno, eso. Últimamente no he tenido suerte… Y se ve que tu tampoco...
—Te entiendo… y no contestaré a eso último —pensativa y dubitativa— Mmm, Julie… Tengo que pedirte un favor, más bien darte una orden que deberás cumplir con discreción. Verás…
Editado: 16.10.2019