Verano. ¡LO ODIO! Odio el verano desde, bueno, desde siempre.
Por eso, cuando terminé las clases y los exámenes finales, decidí tomar un descanso e ir de vacaciones durante un mes con mis tíos y sobrinos a Temby, en Gales, donde ellos veraneaban todos los años. ¿Por qué tan lejos de Brighton? Bueno, porque básicamente quería desconectar y aquel era el lugar más remoto donde podía ir gratis, ya que soy su ahijada y tenía que sacar partido de eso, aunque tuviera 21. También hay otro factor importante... Allí fue donde conocí a Albert, mi ex pareja, y desde entonces no he vuelto a pisar Gales, solo veía a mis familiares en Navidad o Fin de Año.
Por eso, quería pasar página, estaba mentalizada en que tendría que enfrentarme a mi pasado. Así que hice las maletas y fui a la estación de autobuses.
Allí, esperando a que el autobús se pusiera en marcha, toda mi familia me quiso acompañar y relajarme, aunque más bien era al revés.
-Julien, ten mucho cuidado, ¿vale? Tus tíos estarán esperándote allí para cuando llegues. No te distraigas con nada y sobretodo no hables con desconocidos. Te vamos a echar mucho de menos- dijo mi madre con una lágrima cayendo de sus ojos. No quería verla llorar y menos por mi culpa.
Después de una larga despedida, el conductor comunicó que el viaje directo a Temby iba a comenzar, así que cogí mis maletas, con la ayuda de mi familia, y me subí al autocar, no sin antes volver a despedirme con montones de besos por parte de todos. No quería alargarlo mucho ya que mis lágrimas amenazaban con salir y eso provocaría un círculo vicioso entre los llantos de nosotros.
Al subir, me senté al lado de la ventana, para poder ver el paisaje, aunque no le haría mucho caso, ya que disponía de una amplia gama de libros, Spotify premium y varios capítulos de series descargados en mi móvil para no aburrirme.
Cuando el conductor cerró las puertas, sentí un nudo en el estómago. Una parte de mí me suplicaba no ir por lo que comencé a llorar y saludé a mis padres y hermanos mientras veía cómo se alejaban a medida que se movía el autobús.
El pueblo se fue quedando a lo lejos y yo me dispuse a intentar despejarme. Volví a mirar para los demás pasajeros, no había mucha gente así que no me molestarían. El viaje era directo, por lo que no tendría que preocuparme de las paradas. Saqué de mi mochila mi libro favorito "HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE" y le dí play a una playlist con canciones de piano.
Cuando terminé el libro, me dí cuenta que ya estábamos cerca. Me dispuse a guardar el libro, pero dejando mis auriculares puestos y puse una playlist distinta, con canciones diversas desde "The Ballad of Mona Lisa" de Panic at The Disco a "Play" de Jolin Tsai.
Después de un rato, divisé a lo lejos el cartel de Temby. No sabía cómo sentirme: si feliz, nerviosa o ansiosa. Todo aquello se mezclaba dentro de mí.
Llegando a la estación de autobuses, divisé a lo lejos a mis familiares. Avisé a mis padres de mi llegada sana y salva. Así que al parar, bajé rápidamente, saqué mis maletas y me dirigí corriendo hacia ellos.
-Hola Julien- me abrazó mi tía Denise. Me recordaba bastante a mi madre; cariñosa, atenta y muy buena conmigo -¿qué tal fue el viaje?-
-Bien, nada del otro mundo, algo largo-
Saludé a mi tía primero y después a mi tío Henry. Él se caracterizaba por llevar siempre sus famosas monturas de gafas ambiguas que no las cambiaba desde que se las puso.
-¡Julien!- me abrazaron fuertemente mis sobrinos Marc y Helen, gemelos de 12 años. Me tratan y les trato como si fueramos hermanos ya que soy su madrina y siempre he estado con ellos. -Te hemos echado mucho de menos-
-Yo también, vidas mías- me aferro más a ellos propinándoles muchos besos -Vamos a jugar mucho y a pasarlo muy bien, ¿verdad?-
-¡Sí!- gritan al unísono.
Mis tíos me ayudan con el equipaje dirigiéndome hacia el coche mientras les doy la mano a mis sobrinos.
En el coche, miro por la ventanilla las distintas calles de Temby y me iba asombrando de cuánto había cambiado desde hacía 4 años.
Paró el coche -bueno, aquí es. Aquí es donde pasaremos las vacaciones- afirmó mi tío.
Salí del coche y me asombré. Era un pequeño hotel rural algo alejado de la urbanización pero con encanto, tenía características romanicas. Cuando entramos, me sorprendí aún más. El interior seguía teniendo su toque antiguo pero acomodado al público y con WiFi.
-Wow- seguía embobada viendo los antiguos detalles y recitando en mi cabeza de memoria todo sobre aquella época, ya que estaba estudiando Historia del Arte.
-Julien- me llamó mi tía y me devolvió a la realidad -ya hemos pagado. Vamos a instalarnos en las habitaciones-
-Voy- agarré mi mochila y mi equipaje y subí las escaleras. Marc y Helen subieron los primeros, con bastante alegría. Igual que yo, pero lo demostraba en menor medida.
Encontré mi cuarto. No era muy grande, pero consistia en paredes de piedra con ventanas verticales y estrechas. Junto a la ventana estaba la cama. Para ser individual, era bastante grande. Junto a una cómoda y un armario demasiado pequeño para toda la ropa que llevaba, la cual seguramente no usaría la mayoría.