Heartbeat

Capítulo 2

-Disculpe- llamé la atención del cocinero alzando la voz una segunda vez -Perdone, querría preguntarle sobre el menú 'especial' del que mis tíos informaron-

-Sí, ya me advirtieron sobre aquello- dejó de cortar algo sobre una tabla de madera y se giró hacia mí, limpiándose las manos en el delantal blanco, aunque algo ya sucio, que portaba.

No puede ser.

Mi cara expresaba estupecfacción y sorpresa. Tras unos segundos sin contestar y quedarme boquiabierta, me digné a responder, intentando no parecer lo abobada que me sentía -Espera, ¿eres tú, Ace?-

-Eres Julien, ¿verdad?- entrecerró sus ojos y dió unos cuantos pasos hacia mi persona -¡Pero si eres tú! ¡Oh Dios!- Ace vino corriendo y me dió un abrazo. El cual tuve que corresponder -Cuánto tiempo. ¿Hará unos... veinte mil años?- rió dejando ver una gran sonrisa.

-La verdad que han sido unos cuatro años o así, para ser sincera- nos separamos. Insólitamente me sentía bastante incómoda. No le veía desde mi última visita a Temby. 

Ace era el mejor amigo de Albert. Había hecho muy buenas migas con él. Recuerdo que él me siguió hablando por chat e incluso haberme llamado por skype, pero obviamente las rechacé todas. Supuse que era Albert, que quería volver conmigo obligando a su amigo a hacer como si lo pasara mal. Pero, siendo sincera, quería volver con él.

Le conocí mucho antes que a Albert, por quien me lo presentó. Francamente, llegué a sentir cosas por él, cosas que fueron disipándose a medida que mi relación con mi ex iba viento en popa. Sin embargo, el hecho de haberle visto hoy, ha hecho que mi antigua "yo" volviera. 

-¡Vaya! Es verdad- me dedicó otra de sus bonitas sonrisas -Y dime, ¿Qué te trae por aquí?-

-Bueno, había venido por lo del menú-

-Ya lo sé, tonta- se mofó de mí -decía qué por qué habías vuelto a Temby-

-Ah pues, solamente quería desconectar. Londres se llega a hacer algo aburrido cuando ya no tienes nada más que hacer y además hay demasiada contaminación. Por eso he venido con mis tíos- pestañeé varias veces de nuevo -Y bueno, ¿qué haces aquí? ¿Trabajas aquí?-

-Sí, solamente durante el verano. Mi madre me obliga a estar aquí. Dice que teniendo un profesional de la cocina como hijo que lo tenía que aprovechar- mostró una faz cansada. 

-¡Vaya! No sabía que eras cocinero- me sorprendió bastante. Recuerdo que quería estudiar arquitectura, como su padre. 

-Para tu información, "Chef" es la palabra técnica adecuada. Y además, hay muchas cosas que no sabes de mí- se rascó la nuca tímidamente. 

-Ya, bueno... Debería irme. Si la comida es la adecuada, perfecto. Pero te lo advierto, como me pongas una triste ensalada con dos aceitunas, te mato, "CHEF"- le amenacé apuntándole con el dedo y frunciendo el ceño, imitando a una vil asesina, la cual no quedó muy convincente ya que era evidente mi risa. 

-De acuerdo- rió a carcajadas mientras levantaba los brazos en son de paz. 

Terminé saliendo de la cocina en dirección al  comedor. Encontrandome a mis tíos entablado conversación con los que serían los padres de Ace. 

No participé demasiado, ya que no sabía de qué trababa la conversación y, aparte, no me apetecía. Permanecí callada, contemplando las maravillosas vistas que se podían apreciar desde la ventana. Hasta que un sonido de vajillas captó mi atención. Devolví la mirada y ví a un Ace llevando un carrito de metal, típico de los hoteles, hacia la mesa y repartiéndolos. 

-Aquí tienen- puso cada plato para cada uno -y aquí para la señorita exquisita. Espero que su plato le sea de agrado- me guiñó y me mostró y posó sobre la mesa un plato lleno de varios condimentos tales como tempeh, verduras variadas, setas y lo que parecía salsa de soja. Todo colocado como si de una obra de arte se tratara. Era magnífico. 

La velada continuó tranquila. Mis tíos me presentaron a Myrtle, otra vez, y a David, el padre de Ace. Éste se sentó entre su madre y yo. Mis tíos y sus padres se pasaron la cena hablando de nuevas noticias y política, mientras que Ace no paraba de preguntarme si los platos eran de mi gusto; además, como postre, tuvo el detalle de prepararme mi pastel favorito, red velvet, pero vegano. Me sorprendió bastante que acertara, para ser sincera. 

-Está delicioso- afirmé, aún terminando de masticar el último pedazo del trozo de pastel que trajo.

-Pues ya sabes, si quieres más, en la cocina está. Está preparada para que la comieras tú- hizo una pausa -aunque no sé si querré. La cocina es sagrada y no permitiré que nadie esté ahí deambulando sin mi presencia-

-¿Me estás invitando a tu zona más íntima? ¿La cocina? ¿Debería asustarme?-

-Bastante- bajó su su rostro hasta la misma altura que yo a muy pocos centímetros y sonrió de medio lado, bajando su voz en un susurro. Desafiándome. 

No hice nada excepto mirar a otro lado e intentar no ruborizarme. 

Rápidamente, dí las gracias por la comida y me levanté. Como costumbre en casa, llevé mis cubiertos y platos a la cocina. Nada más abrir la puerta, sentí como alguien estaba detrás mía y al entrar me abordó haciéndome frente. 




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