Heartless

Prólogo

Las luces de los faroles empezaban parpadear cuanto más ella caminaba, la llama en ellos temblaban por quedarse unos minutos u horas quietas y funcionales para la población.

Cuando una falló, el cuerpo de Scarlett se paró de golpe, con las piernas temblando, cayó de un solo golpe al asfalto húmedo, su cabeza cayó rendida, impidiendo que sus ojos que se encontraban hinchados por las lágrimas, vieran como la lluvia golpeaba con fiereza el pavimento.

—Nathan... —un alarido de lo más profundo de su garganta salió, y cuando lo hizo, su voz distorsionada la hizo quedarse muda. Su voz, que era suave y alegre, se encontraba ronca y apagada. —¡Nathan!

Sollozó con fuerza cuando sus súplicas no fueron escuchadas, su pecho ardía en llamas por el dolor que en cada segundo que pasaba crecía dentro de ella. Dejándose caer de pecho contra el piso, sus antebrazos impactaron contra este provocándole una molestia en ellos, sin tomarle importancia lloró con más fuerza, realizando junto a los truenos, una melodía desgarradora. En medio de la nada se encontraba tirada lamentándose por el único amor que había conocido después de la muerte de su padre. Oh, él sabía, Nathan sabía cuánto había sufrido por la muerte de su más gran sol, pero, estaba sufriendo más con él. ¿Aun cuando le había contado de su padre, él se osaba a lastimarla? Le había jurado el mundo entero, y solo bastaron unas horas para que todos esos sueños y anhelos se fueran a la borda...

—Scarlett —se congeló por un segundo, el aire le empezó a faltar cuando sintió como unas manos le empezaban a acariciar el cabello.

Con el aire contenido en sus pulmones, lentamente empezó a levantar la cabeza.

Lo primero que sus ojos vieron fueron aquellas botas tan características de Nathan, para después ver aquellos vaqueros desgastados que le quitaban en aliento, y luego, la camiseta blanca que escondía aquellos fuertes brazos que habían sido trabajados en el verano; el rostro cincelado de su amado entró a su campo de visión, su fuerte mandíbula, su labio inferior regordete que le encantaba besar cada que tenía oportunidad, y aquella nariz.

Oh, esa nariz que en ocasiones le causaba unos orgasmos que no podía concebir ni en sus mejores sueños, por último, sus ojos miel con motes verdes que la miraban con ternura y amor cada vez que la miraba sin que ella se diera cuenta.

—Levántate, mi amor, es hora de irnos —murmuró, extendiendo su mano para que la tomara. Scarlett dudó por un momento, pero al final la tomó con entusiasmo.

Sintió como su corazón se llenaba de alivio, él había llegado, tarde, pero yacía frente a ella y era lo único que le valía. No importaba que la estación ya estuviera cerrada y a kilómetros de distancia de ellos, podrían pasar la noche en un motel y esperar a la llegada del amanecer para partir a su destino.

—Pensé... pensé que no llegarías —sollozó con fuerza, sus ojos azules como el mar chocaron contra las mieles de él, en su mirada encontró dolor. —Tenía tanto miedo de que me dejaras aquí, sola en esta noche tan fría y en esta tormenta torrencial.

Hipó haciendo que una sonrisa apareciera en los labios de Nathan, negando con la cabeza le sostuvo las manos para tomarlas entre las suyas, y posteriormente, llevarlas a sus labios plantándoles un beso que a Scarlett le hizo sentir escalofríos junto a las corrientes eléctricas que su toque le causaba.

—Jamás te dejaría en una noche tan oscura, y si era fuese la más iluminada, aun así, no te dejaría por nada del mundo, Scarlett. Te amo, nunca lo dudes.

Una risa llena de felicidad salió de los labios de la chica y soltó sus últimas lágrimas, se encontraba temblando y si seguía así, entraría en un estado de hipotermia. Sus manos se sentían heladas, sin embargo, las de Nathan por una extraña razón estaban calentitas como la manta que en noches de invierno le gustaba acurrucarse. Frunciendo el ceño lo miró con recelo, soltando sus manos se alejó de él cerrando los ojos mientras negaba en su cabeza lo que sus ojos no querían ver.

No podía ser.

No.

No, lo era.

Él era real.

Lo era.

¿Él cruzaría mil tormentas para estar junto a ella?

¿Verdad?




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