-¡Oh! ¡Vamos, corre, corre!-
Un maldito huracán contraído nos perseguía desde la boca del lobo, se dirigía directo a nosotros.
Y se lo llevó, ¡joder! lo atrajo hacia el, y lo absorbió como la arena al agua en aquel desierto.
Aún recuerdo sus temibles gritos de miedo.
Y hasta este punto se mantiene tétrico, cada melodía que invade la noche se convierte en un susurro de esas vidas arrebatadas.
Que no pude salvar.
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Editado: 09.07.2021