Hecatombe

Epifanía

Incluso cuando observó las cosas se tornan distantes.
¿El tiempo corre?
Porque sin duda lo he pensado, trato de aclarar las ideas que recorren cada centímetro de mi mente, pero siempre llego a la misma conclusión.
O solo llega a un acto en el cual la perplejidad me absorbe.
¿Y qué ocurre con las leyes?
Esas malditas y horrendas explicaciónes que tienen un porqué y un para qué.
Aquellas que demandan las acciones y los momentos.
Sé que son correctas, que ayudan a éste jodido mundo que no tiene arreglo.
¿pero, porqué en el tiempo?
¿por qué el tiempo las contiene?
Tal vez, porque simplemente ya está escrito.
Lo he escuchado mil veces, y hace que me sienta inútil, hace que a lo que llamó "vida" no me pertenezca y que esto sólo sea una perspectiva de algo a lo que no puedo pertenecer.
Ya está escrita, sólo sigue palabra por palabra, no hay equivocación.
La ley del tiempo a la que quiero pertenecer, no me constituye a mi, no me elige a mi.
La ley del tiempo que tengo que seguir por mil vidas más.

Bien, nuevamente me he dado un viaje astral hasta el quinto universo con la ayuda de una Ayahuasca que encontré en la vieja cabaña del líder, al lado de la planta había un arbusto de chacruna, igual lo tome. De cualquier manera si no servía me regresaría de una patada a la realidad.
Claramente si funcionó, ya que lo ingeri cuando el sol se comenzaba a ocultar y este mismo se esta asomando por las montañas del Este.
Después de lo sucedido en el hexágono prefiero mantenerme al margen y no llamar más la atención.
Nos dieron indicaciones de lo que sucederá en los próximos días y pudimos marcharnos a nuestras actividades, luego de esto estaba tan cansada que lo primero que encontré fue la cabaña y solo me adentre en esta.
Los rayos del sol me lastiman los ojos, así que prefiero levantarme antes de quedarme ciega.
Recojo todo lo que tire ayer y limpio un poco mi uniforme para que no parezca recién levantada.

Saco un poco la cabeza por la puerta de madera y miro hacía todos lados, en un momento las luces que se comenzaban a asomar por las ventanas se van oscureciendo hasta que se vuelven casi invisibles.
No me sorprende demasiado ya que en ocasiones parece que el tiempo se descompone y se retrasa o se adelanta el clima.
Me percató de que los árboles se mueven de un lado a otro con desespero, el aire revolotea causando que todo lo que tenga un peso mínimo se vaya con él.

-Okey Neith, eso no es muy común que digamos- Me repito mentalmente.

De pronto comienzan a sonar suaves melodías que se asemejan a susurros dulces con livianos sonidos de arpas. El lugar entero se llena de estás armonías y parece que todo aquel ser vivo se durmió.

Mis ojos se dirigen hacía el cielo azulado, este se mueve como las olas del mar, las ondas devoran las nubes grises y las transforman en una superficie acuosa que no tarda en abarcar todo el lugar posible.

Desde el fondo se acerca una aleta tan grande como todo el hexágono, va y vuelve hacía el fondo, sus escamas color esmeralda se hacen notar apesar de que se mueve sin parar. La transparencia de lo que yace sobre mi es inmensa.
Las olas reclaman territorio mientras la melodía sigue su curso.

"El cielo se tiñe de universo, se reclama el lugar, ya han despertado, corre, nada, vuela o deja de sentir, la risa retumbará"

Una pequeña risa se escucha al rededor de cada árbol gigante que me rodea.
Con los ojos aún puestos en lo que era el cielo salgo por completo, mirando a los seres que nadan sobre San Lucas.

Más gritos catastróficos comienzan a sonar haciendo que la melodía se transforme en una disonancia grave, grandes gotas caen sobre mi cuerpo paralizado mojandome con tan solo unas pocas.

Las aletas, tentáculos o lo que sea que fuesen, que apenas pude captar van desapareciendo con el aire que los empuja hacía atrás.
Regresando unas cuantas nubes incoloras, el cielo azul vuelve a tomar acto de presencia y los rayos brillantes aparecen haciendo que las flores vuelvan a abrir sus capullos.

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Elios me espera en la entrada de San Lucas, sus rizos rubios se mueven de un lado a otro revoloteando su cabello despeinado. El es alto, aún más que yo que tan solo mido 1.65, su cuerpo es muy delgado que pareciera que se va a romper en cualquier momento, y aunque si lo ves fuera del hexágono dirías que es tan solo un tipo inútil sin la fuerza suficiente para sobrevivir en una tormenta, dentro de este es tan fuerte como algún líder. No es que este exagerando, si que lo es.
Lo he visto acabar con un minotauro que mandaron como mensajero de su propia montaña, no debió matarlo él, pero estaba muy molesto con Álef que no le importo romper unas cuantas reglas con tal de hacerlo enojar.
Al final se quedó durante 66 noches a velar todo el lugar entero.
Y lo peor es que ni siquiera le importó, el asegura que lo volvería a hacer.

Sus largas manos se mueven en señal de saludo desde las rocas.

-¡Mierda! ¿Viste eso? Dime qué lo viste o pensaré que estar vigilando tanto tiempo el desierto me ha  dañado el cerebro.- Dice estando eufórico.

-Si, así es. Por un momento pensé que me había pasado de yerba y ya estaba alucinando con mi fin.-

-Los líderes estarán jodiendo de un lado para a otro de nuevo.- Se queda pensando y prosigue- No estaría tan mal, tal vez así pueda escaparme unas horas para ver a mi madre.-

-Claro y para cuando se den cuenta que no estás mandarán por ti con una lanza en la mano.- Digo imaginándome como sería encontrarlo en casa lloriqueando por su madre, probablemente le corten la cabeza, o solo lo saquen y lo humillen durante la siguiente vida, no lo sé bien.




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