Hecha de Estrellas

4. Tentación

Un plátano tiene entre 55 y 110 calorías, el tamaño importa. Solía llevarme uno para la hora de la comida en el instituto, cortado en rodajas para evitar comentarios de mal gusto mientras me lo tragaba. No siempre me libraba de algún comentario, pero Luke y Emily estaban mucho más pendientes de mi relato sobre la noche anterior con William Wolf que de lo que me tuviera en la boca.

     —¿Y cómo fue tenerlo tan cerca? —Emily estaba curiosa, los cotilleos sobre chicos siempre nos gustaban, pero no cuando te arrinconaron contra una pared igual que un depravado.

     Estábamos en el comedor sentados, comiendo nuestros almuerzos de bajo impacto calórico en una mesa que considerábamos nuestro territorio. Un poco apartados de los demás, aunque lo suficientemente cerca como para apreciar la fauna de Royal High.

     —Igual que tener un alien sobre ti. —Trinché una rodaja de plátano y me la comí—. Angustiante.

     —Venga, cuenta nos a qué olía —exigió Luke.

     —Iuug. —Hice una mueca de disgusto—. Estaba más concentrada en conservar los dientes que en cómo olía. Que, por cierto, suena asqueroso.

     —¿Qué pasó después?

     —Nos sentamos, hicimos el trabajo, hablamos un poco, incluso nos reímos. —No les dije que preguntó sobre mis experiencias sexuales—.  Y bueno, él... Se ofreció a llevarme en su coche.

     Lo último casi fue un susurro, pero cayó como una bomba. Sus bocas se abrieron de la impresión y se miraban sin poder creer lo que decía. Si me hubieran dicho que el mismísimo Wolf se ofrecería a subirme a su coche, creería que sería por una broma. Ambos éramos especies distintas, qué digo, de universos lejanos que por pura casualidad se habían juntado en el espacio-tiempo.

     —¿Subiste? ¿Entraste en su coche? ¿Te hizo algo? ¿Qué te dijo? —Emily fangirleaba y Luke estaba gozándolo.

     —Sí y nos liamos, luego fuimos a Las Vegas y nos casó un Elvis gordo. ¿Queréis ver las fotos? —dije. siguiendo con mi plátano—. En serio, solo me despedí y subí al autobús. Aunque, un señor en gabardina me enseño su...

     —¿Por qué tanto problema con él? —me interrumpió Luke—. Hace semanas que Peter dejó de ser tu sombra, eres libre para salir con quien quieras. Wolf podría ser una experiencia única, las cosas que sabrá hacer en la cama y te lo podrías pasar bien.

     Puse los ojos en blanco y suspiré. Reaccioné de manera natural buscando a Peter. Él estaba en la mesa de los más populares y, sobre su regazo, Vanessa mordisqueaba una fresa. Se veían igual que una pareja goals en Tumblr, tan perfecta que parecía irreal, pero ahí estaban juntos. No sabía si salir corriendo hacia él, tirar a Vanessa al suelo y luego... ¿Qué? ¿Besarlo o darle un puñetazo? Peter giró la cabeza y nos miramos unos segundos, los suficientes como para que mi corazón se retorciera un poco. No me encontraba del todo recuperada, aunque el dolor al verlos ya era soportable. Sentí el peso del collar con su inicial en mi cuello.

     Aparté la mirada y apoyé el mentón sobre las manos.

     —Creo que lo que necesito no es pasármelo bien, sino estar bien. Hablando de salir con gente, ¿qué tal con el chico de la otra vez?

     —Ignoraré tu manera de cambiar de tema tan mala y os diré que todo está muy bien. —Mostró una sonrisa pícara—. Fuimos a mi casa y si no fuera por mi madre, se hubiera quedado a dormir.

     —¿No lo sabe aún? —compartía el asombro de Emily.

     —Pronto se lo diré.

     —No sé cómo no te ha descubierto —dije con claridad, la homosexualidad de Luke no era algo que ocultara con esmero.

     —Soy muy bueno disimulando delante de ella. —Solo se encogió de hombros y se llevó el batido a los labios—. Y además, uso el modo incógnito.

     Nos guiñó el ojo y los tres nos reímos terminando nuestro almuerzo. Los bailarines debemos seguir dietas que nos permitieran no ganar grasa, pero lo suficientemente consistentes para mantener la fuerza. Ligeros como plumas, tenaces como espadas. Esa era la idea, así que yo tenía por costumbre contar las calorías igual que una resta de lo que podía permitirme en las comidas y el ejercicio como una suma hasta conseguir un balance perfecto. Más que comer, lo que hacía eran cuentas mentales. Estaba a punto de morder el último trozo de plátano cuando noté a dos chicas se sentaban cada una a mi lado.

     —Hola, Alicia —dijo la más alta y morena, sentada a mi derecha.

     —¿Qué tal estás? —me preguntó la otra, tenía el pelo negro y también los labios, sentada a mi izquierda.

     —Aurora —les corregí aunque yo no me acordaba de sus nombres—. Y estoy bien, ¿queréis algo?

     —Solo queríamos saber si es cierto que tú y Wolf os conocéis bien —me preguntó la morena con sonrisa amable que me recordaba más a una mueca, en fin, la hipotenusa.

     Enarqué una ceja y miré a mis amigos un poco flipada, ellos parecían divertirse.

     —Sí, le conozco. Pero ¿por qué me preguntáis por él?

     —Dicen que os han visto fuera del instituto, en un bar —me contó la gótica.

     —Sí, pero...

     Iba a responder, pero no me dejaron terminar.

     —¿Estáis juntos? ¿Qué hay entre vosotros? —me preguntó sin rodeos y me atraganté con el plátano.

     Emily y Luke rieron. Yo tosí un par de veces y los fulminé con la mirada, se reían de mi desgracia. Me aclaré la voz antes de contestar.

     —No estamos juntos.

     —Por ahora. —Emily intervino.

     —¿Y lo has visto con alguna chica? —La morena me preguntó, pero ya me estaba cansando de preguntas—. ¿Te ha hablado de alguien?

     —¿A qué huele? —preguntó la gótica.

     —¡Ves cómo hay gente que le interesa! —Señaló Luke.

     Al instante, empecé a levantarme despacio. Me estaba doliendo la cabeza.

     Metí el tenedor en el táper, lo cerré y guardé en mi mochila. Miré a las dos chicas frunciendo el ceño. Empecé a comprender cómo se sentía Emily cuando la atosigábamos a preguntas incómodas.




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