Hecha de Estrellas

15. Perfección

Los siguientes en ensayar fueron Luke y una chica que juraría que se llamaba Sharon. Cada pareja interpretaba la pieza asignada por el profesor mientras los demás observábamos con atención su ejecución, todos menos Emily. Ella estaba a mi lado, escondiendo el móvil mientras enviaba mensajes calenturientos al chico de los tatuajes que conoció en el Tártaro. Peter estaba en la otra punta, con Vanessa muy pegada a él con un aura melosa. Supongo que a nadie le gusta que le pateen los huevos. Yo no le quería hablar y él no iba a dirigirme la palabra después de dejarlo de rodillas en un sucio bar. Un pacto de no agresión. Me sentía más ligera y segura sin su collar en mi cuello.

     El señor Bourdeu dio la señal y la pianista deslizó los dedos por las teclas, la música del segundo acto del Lago de los Cisnes sonaba dulcemente junto con el pequeño cuchicheo general. Era justo el momento en el que el príncipe conoce a la Reina Cisne y ambos se enamoran a primera vista el uno del otro.

     Analicé cada movimiento de la pareja. Luke rayaba la perfección, un príncipe enamorado persiguiendo a su cisne. Sin embargo, en uno de los últimos saltos realizó un giro de más en el aire. Sharon, por su parte, tuvo varios problemas tanto en su postura como en el pas de basque. Parecía no recordar bien los pasos, lucía insegura y sus pies no cumplían con las órdenes. Allí venerábamos la perfección, lo perseguíamos en cada instante de la clase y no podíamos permitirnos cometer errores. Las cosas más insignificantes y pequeñas podía ser la diferencia entre ser elegido o no para asistir a una academia de prestigio.

     El señor Bourdeu estuvo todo el tiempo callado, una con la mano en el mentón hasta que la música terminó. Finalmente, se dirigió a los dos.

     —¿Por dónde empiezo? —Su voz hastiada no dejaba duda de lo molesto que estaba.

     Iban intercalando la mirada de Sharon a Luke, se decantó por este último para empezar.

     —¿Qué ha sido eso? La coreografía indicaba un tour en l'aire doble, no triple.

     Luke alzó el mentón para hablar, no se achantó fácilmente.

     —Cuando salté, vi que tenía el impulso para hacerlo y pensé que podría ser más...

     —Cíñete a mi coreografía —le interrumpió Bourdeu—. Fuerzas las rodillas demasiado y no están para eso a menos que desees lesionarte otra vez. Y en cuento a ti.

     Señaló a Sharon, quien estaba cabizbaja.

     —Hay tantas cosas mal.

     —Yo... ¿Puedo repetirlo? —preguntó ella con un hilo de voz.

     —No son solo errores técnicos —reclamó—. Has engordado, ¿cierto?

     Los cuchicheos de antes se detuvieron. Creo que la clase nunca estuvo en un silencio tan profundo como ese. Emily alzó la cabeza, supongo que tan o más alucinada que yo. Sharon abrió la boca, mucho más nerviosa.

     —No, no y no. Sigo la dieta de mi nutricionista.

     Bourdeu negó con la cabeza.

     —Veamos entonces.

     Fue directamente a uno de los armarios donde guardaban cintas elásticas para el calentamiento, artículos de limpieza y demás objetos para la clase. Nadie entendía lo que estaba buscando hasta que sacó una especie de plataforma blanca cuadrada. Era una báscula. Algunas chicas murmuraban entre ellas y se reían por lo bajo. ¿Era capaz de hacerla subir ahí delante de todos para comprobar su peso?

     Mi mundo se tornó más oscuro en ese momento cuando supe la respuesta a esa pregunta, viendo como el profesor colocaba la báscula justo delante de la chica. Sharon pasó de tener un color rojo de vergüenza a un pálido y macilento.

     —Quítate las zapatillas y sube —le ordenó.

     —Suficiente, no tienes que hacerlo —reclamó Luke a ella, pero esta solo miraba a Bourdeu.

     Sharon empezó a temblar de pies a cabeza, aunque obedeció. Logró desatarse las puntas y se puso encima de la báscula.

     —Sí, lo que yo pensaba, un peso muy inadecuado. Debes ponerte a dieta o terminarás partiéndole la espalda a tu acompañante.

     Las lágrimas no tardaron en correr por las mejillas de la chica, acababa de obligarla a pesarse delante de todos nosotros, la había humillado y lo peor era que él no se mostraba afectado. Desde fuera, Sharon se veía como una chica delgada, con poco pecho y piernas tonificadas por el ejercicio constante. Igual que todas las chicas que se estaban riendo de su desgracia.

     —Si no puedes aceptar una crítica, entonces este no es tu lugar. —Se dio la vuelta y chasqueó los dedos—. Siguiente grupo.

     Su tono volvió a ser neutral, como si no acabara de destruir a nadie. No dije nada porque no sabía qué decir. Solo hubo dos reacciones: las personas que se rieron de Sharon y los que callamos por miedo.

     Sharon se bajó de la báscula, enjugándose las lágrimas y agarró sus zapatillas, alejándose junto a Luke quien le susurraba algo. Emily era la siguiente en actuar con su pareja y yo fui hacia Luke para hablar con ellos.

     —Hola, ¿cómo estáis? —pregunté bajando el tono.

     Sharon se sorbió la nariz.

     —Bien... —Esa palabra sonaba más a mentira que los 'te quiero' de mi ex.

     —De puta madre —respondió él—. Es un cabrón, a ver cuándo le echan un polvo y se le quita ese aire de fracasado.

     —Bourdeu es un gran bailarín pero... —no era capaz de completar la frase.

     —Ser un gran bailarín no te hace un buen profesor y mucho menos un coreógrafo. Se cree que es Matthew Bourne, con sus piezas pretenciosas y aburridas. El gilipollas de mi padre debería darle algunas lecciones.

     Luke apenas hablaba de su padre y lo poco que decía era para insultar. Pasaba incluso menos tiempo que mi papá en casa, su trabajo consistía en crear coreografías para varias compañías exitosas y algunos artistas de renombre, algo que no le permita pasar más de una semana seguida estando en casa.

     —De todas formas —continué —. Ha sido muy cruel. Sobre todo contigo, Sharon. ¿Quieres que luego practiquemos el pas de basque juntas?




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