Hecha de Estrellas

19. Rivalidad

En una hora, colgarían los resultados de los papeles en el tablón de anuncios. Si de algo estaba segura, era que esa vez bailé increíble. Fue como respirar, algo inconsciente y no sabía cómo lo logré, pero un sentimiento salvaje y potente conducía mis extremidades aun. Finalizada la representación, mi próxima misión era Vanessa.

     De todas las personas en la academia Castle, ella era la que más papeletas tenía para ser la responsable del incidente del vestuario de la muerte. Luke, Emily y yo salimos formando una especie de triángulo mientras caminábamos por los anchos pasillos.

     —Casi no hago la prueba por su culpa —insistí a Luke con mis sospechas—. Traedme a Vanessa.

     —Pequeña Thanos, tranquila —me contestó—. ¿Cómo estás tan segura de que fue ella?

     —¿Estuvo todo el tiempo en la sala desde que me marché?

     —No... salió detrás de ti —me contestó Emily, lo anoté mentalmente como testigo principal del caso.

     —Y justo antes, ella me vio hablando con Peter. Se acercó y cuando salí del estudio, debió seguirme hasta los vestuarios. Unos minutos después, encerrada. ¡Estoy harta!

     Luke aceleró el paso y me agarró por los hombros.

     —Oye, estoy contigo, pero ¿qué quieres hacer? —me preguntó a las claras.

     —Lo que debería haber hecho cuando me dijo que se acostó con Peter. ¡Enfrentarme a ella!

     —Movida... Movida.

     La mayoría de los estudiantes fueron a la sala con el panel de anuncios, así que tenía una idea de donde debía estar Vanessa. Los tres entramos en la sala blanca y con suelos de roble, varias fuentes para beber agua (no iba a ser refresco) estaban repartidas por el lugar y en una de ellas, Vanessa se hidrataba junto a otros bailarines. Aún llevaba la tiara en lo alto de su cabeza.

     —¡Tú! —grité acercándome a la arpía.

     A la basura las sutilezas, era la guerra. Todo el mundo me vio caminando con paso firme hasta la fuente. Vanessa dejó de beber y se secó los labios pintados con el pulgar. Vaya, Will no era el único que sabía lucir sexi haciendo eso.

     —En serio, no me creo que hayas podido caer tan bajo, ¿no has sido ya lo bastante horrible? —reclamé.

     —¿Qué mosca te ha picado?

     —Me encerraste en el vestuario para que no hiciera la audición porque es la única forma que tienes de quitarme el papel.

     —Yo no he hecho eso, ¿me acusas sin pruebas, zorrita de metro y medio? —Su expresión se oscureció.

     —Metro sesenta. —Redondeé hacia arriba.

     Pasé de Thanos a zorrita en menos de cinco minutos. La boca se me estaba secando, pero no iba a dejar pisotearme y menos, habiéndome enfrentado a William Wolf y sobrevivido para contarlo. Eso y hacer un match up a Godzilla era lo mismo.

     —No has dejado de robarme cosas. Tiene que ser triste no tener una vida y querer copiarte de la mía.

     Lo solté igual que un piloto dejar caer una bomba atómica. Ella no tuvo piedad conmigo ayer, yo no la tendría ahora. Me destrozó hasta el punto de las lágrimas, quien fue antes mi mejor amiga.

     Sus hermosos ojos miel se endurecieron, su ceño estaba aun más fruncido y dio un paso hacia mí, hasta estar a menos de un metro.

     —Si yo voy contra alguien —dijo muy despacio y se me heló la sangre—. Lo hago de frente y te lo demostré ayer, ¿quieres que te vuelva a hacer llorar?

     —Me das pena, si te esforzaras en ballet tanto como en hacerme daño, serías la mejor.

     —Si no estuviera a punto de recibir el papel principal, me quitaría la tiara, los pendientes, las extensiones y te machacaría.

     Empecé a temblar, aunque me mantuve quieta. Mi amígdala, sabia como ella sola, me dijo caos, muerte y destrucción. Dios, yo nunca me había pegado con nadie desde los 6 años y ella me sacaba más de 10 cm. Si me pegaba un tortazo, me iba de viaje a la Luna.

     —¿Me estás amenazando? —Di un paso atrás y sentí el abrazo de Emily.

     —Chicas, por favor...

     Intentó ser la voz de la razón, pero ahí no había lugar para la lógica y Luke lo demostró cuando decidió intervenir:

     —Lo que a ti te pasa es que tienes envidia de que los dos chicos que te gustan estén detrás de ella.

     Un murmullo general se escapó de todos los allí presentes, observando el espectáculo dramático que estábamos formando. Pude ver en instante en el que el corazón de Vanessa se retorció en una espiral de odio. Miró a Luke, que sonreía con malicia, y le agarró del cuello de la camisa.

     —¡Te voy a planchar el pelo a golpes, puto friki! —Le soltó a punto de pegarle.

     Emily chilló y yo reaccioné sin calcular lo que hacía. Empujé a Vanessa, pero mi mano le dio fuertemente contra su pecho izquierdo.

     —No lo toques —dije furiosa y avergonzada.

     —¿Me has golpeado en la teta? —dijo asombrada y llevando su mano al pecho donde la toqué.

     El murmullo se convirtió en silencio, uno muy denso e incómodo. Era la primera teta no propia que tocaba. Se sintió muy raro.

     —Yo... lo siento, solo quería que...

     Vanessa se quitó la tiara mirándome fijamente. Antes de que pudiera entender que pretendía, cargó contra mí y sus manos estaban tirando de mi pelo. Chillé de dolor, asustada y se me soltó otra vez el moño. Atiné a clavarle las uñas en el brazo, intentando soltarme. Todo se descontroló muy rápido y no estaba preparada para ello. Emily intentó ponerse entre Vanessa y yo, pero ambas forcejamos, desplazándonos por el cuarto. Un corrillo de personas a nuestro alrededor apostaba por quien ganaría, rubia uno o rubia dos. Nuestro público vitoreaba y gritaba animando la pelea tan desigual que teníamos. Luke me abrazó, tirando de mí y me dolió aun más el cuero cabelludo. Parecíamos dos gatas peleando por una sardina rasposa, igual de ridículo porque solo sabíamos arañar y tironear del pelo.




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