Hecha de Estrellas

20. Conexión

La corona de Odette era mía.

     Me acababa de convertir en la bailarina principal de la obra y no podía creerlo por muchas veces que releyera mi nombre en la lista. Luke me abrazó seguido de Emily quien pudo alzarnos a ambos, felicitándome por el papel. Algunos compañeros, incluida Sharon, también me elogiaron por conseguirlo e intentaba no sonreír como una boba, pero era inevitable. Me ardían las mejillas y no solo por los golpes de Vanessa, sino por la emoción, todo hubiera sido perfecto de no haber tenido la espina de la culpa por lo ocurrido.

     Odette era el sueño de toda bailarina, un nuevo reto interpretativo y una muestra de lo que podía hacer con mis puntas. Estaba feliz por ganar, un poco asombrada conmigo misma, asustada por dar el nivel del señor Bourdeu y algo afligida por las lágrimas de Vanessa... quien sería parte del pas de quatre en la danza de los pequeños cisnes junto a Emily y dos chicas más.

     Mi amiga me rodeó la cintura y yo me abracé con fuerza.

     —Mi reina.

     —Mi hermoso cisne. —Le sonreí y miré a Luke que se pegó a mi derecha—. Mi príncipe.

     —Seré el príncipe que toda señorita quiere, pero no puede. —Se atusó el cabello en un gesto exagerado de elegancia.

     Felices los tres, con buenos roles en la representación y ninguno asesinado por una compañera. Empezamos a hablar de la manera en la que lo celebraríamos cuando el señor Bourdeu llegó junto al chico moreno que ¨casi¨ (pero no) logró destrozar la puerta y me sacó del vestuario. Me sentía roja de vergüenza utilizando aún mis mallas. Tenemos 15 segundos para poder dar una buena primera impresión y yo los aproveché para que me viera encerrada, gritando y casi llorando. Qué gran comienzo.

     —Chicos —anunció el señor Bourdeu más emocionado y nos acercamos un poco formando un semicírculo frente a él—. No ha sido fácil, pero tras analizar los resultados ya tenemos a las estrellas. Por supuesto, con ayuda de Dominik Legris. Fue alumno mío y acaba de terminar sus estudios en la academia de Nueva York. Estará aquí de prácticas y nos honrará con su presencia como mi asistente durante algunas clases.

     —Gracias, señor Bourdeu —respondió el susodicho y nos sonrió—. Espero que seáis pacientes conmigo y poder ayudar para que brilléis en la obra delante de los mecenas. No es fácil destacar entre las estrellas. Es una gran oportunidad, especialmente para los solistas.

     El señor Bourdeu dio unos aplausos, toda la clase soltó unas palmadas de bienvenida al chico. Hubo un murmullo general mientras algunos alumnos empezaban a recoger sus cosas para marcharse. Quienes éramos los personajes principales, tuvimos que quedarnos un rato más, dándole las gracias al profesor y hablando de los ensayos que empezarían en breve. El señor Bourdeu fue presentando uno por uno a todos los solistas hasta que llegó a Luke y a mí.

     —Y nuestras estrellas, Luke y ya conoces a Aurora.

     Dominik apretó la mano de Luke, igual que hizo con los demás. Intenté no ser infantil y cuando llegó mi turno, le estreché la mano y clavé la mirada en sus ojos. Me di cuenta de que eran de un verde oscuro. No me había dado tiempo a eliminar toda la vergüenza de mi organismo para mirarlo a la cara sin ponerme roja al recordar el sonido de él vs. la puerta maligna. Abrió su boca, luego la cerró, como si estuviera inseguro de cómo proceder y puede que me viera tan sonrojada que no añadió más.

     «Muy bien, siempre pareciendo tonta. Como debe ser», me dije a mi misma de forma autodestructiva, pero muy cierta.

     Finalizados los formalismos, los tres retomamos la conversación por donde la dejamos. El castigo por la pelea más patética de la historia afectaba a mi horario, pero todos coincidimos en que el viernes era el mejor día para celebrarlo.

     —Derek viene a recogerme en su moto —alardeó Emily en un tono cantarín—. Dice que puede enseñarme a manejar.

     —Em, te caíste de la bici y te rompiste una pierna —le recordó Luke.

     —Fue con ocho años.

     —El profe de la autoescuela te ha pedido que no conduzcas por el bien común —dije yo.

     —Voy a tener cuidado, llevaré casco... —Hizo un puchero—. Además, Derek se preocupa mucho por mí. Me ha dicho que soy especial y que tiene una conexión conmigo.

     Luke y yo compartimos una mirada perpleja, sin saber si debíamos comentar algo. De nuevo, él decidió intervenir primero, pero no me esperaba que dijera eso.

     —No hay que cocer el arroz antes de pescar el pez.

     —¿Qué dicho es ese? —pregunté.

     —Es uno de Freddy, para preparar sushi debes tener un listo pez y no empezar con el arroz hasta que estés seguro de que lo tienes.

     —Él me quiere —respondió Em.

     Gran consejero, mejor cocinero era Freddy. Empecé a hacer cuentas, apenas llevarían saliendo poco más de una semana, pero ella parecía muy convencida.

     —¿Te lo ha dicho ya?

     —No, pero siento que me quiere.

     Casi podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Tanto Luke como yo nos alegramos por ella, era la primera vez que se enamoraba así que decidimos no darle mucha importancia al principio. Supuse que todo era fruto del encaprichamiento por el chico rudo, con tatuajes y que se fumaría una sustancia psicotrópica cuyo nombre desconocía. Luke dijo que tenía una videollamada con Freddy en un rato y se despidió. Emily se marchó por la puerta para encontrarse con su galán de melena larga. Yo me quedé ahí, sola.

     Recuerdo que sentí un poco de envidia. A mí también me hubiera gustado poder quedar con alguien especial esa tarde... alguien que verdaderamente sintiera algo por mí. Dejando salir un gran suspiro, tuve que hacer algo que aún hoy en día tengo traumas. Cambiarme en el vestuario. Me debatí internamente si estaba capacitada para poder poner un pie ahí, pero no me quedó más remedio que entrar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.