Las palabras de Heather aún retumbaban en mi cabeza cuando entramos en el ascensor. No le rompas el corazón, difícil hacerlo cuando le pertenece a otra persona. La cena había ido mucho mejor de lo que planeé, así que al menos estaba satisfecha. Will pulsó el botón mientras yo revisaba las fotos de Káiser. Acaricié la superficie de la pantalla de mi iPhone con cuidado de no cortarme. Comprobé a las personas que habían visto las Stories. Vaya, Vanessa miró todas mis fotos posando con Sammy y el baile con Yin. La maldad vivía en mí.
También había una nueva solicitud en la bandeja de notificaciones, Dominik quería seguirme. Guau. Ya había visto su cuenta, las fotos y videos de las coreografías descamisado, pero desde el anonimato que proporciona internet. Había cuchicheos sobre mi y el señor Bourdeu, quizás debía mantener cierta distancia con todos los profesores.
—Mierda —escuché decir a Will.
Levanté la cabeza del móvil y vi como pulsaba repetidamente el botón del ascensor.
—¿Qué pasa? —pregunté justo cuando una señora lograba colarse entre las puertas que estaban a punto de cerrarse.
La mujer debía tener unos cuarenta y largos, llevaba un salto de cama de color púrpura y pantuflas de conejo. Iba demasiado maquillada para andar en pijama, el borde de sus labios era mucho más oscuro que el centro y llevaba un anillo de matrimonio. Una bolsa de basura colgaba de su mano.
Will se movió hasta colocarse detrás de mí.
—Buenas noches, William —le saludó en un tono meloso.
—Buenas noches, señora Farrés —respondió él y me envolvió la cintura con sus brazos.
Me tensé. ¿Qué estaba tramando?
—¿Te lo has pasado bien, amor? —dijo con voz suave, acercándome hasta que mi espalda quedó pegada a su pecho.
Tenía clarinete que ahí había gato encerrado. Seguí su juego y puse una mano sobre las de él, pero no para alejarlas. Era muy alto, tenía los hombros anchos y sus brazos eran fuertes. Me sentía totalmente envuelta y pequeña cuando me abrazaba, como si fuera un gatito siendo protegido por un puma. Miau.
—Sí, Heather es encantadora.
—Oh, me alegro —respondió besándome el cabello y mi temperatura corporal subió dos grados.
«¿Qué sensación producirá estar debajo de un hombre tan enorme?», me golpeé mentalmente por preguntar cosas lascivas.
Rodé los ojos hacia la otra ocupante de la cabina. La señora tenía pinta de que le hubieran obligado a tragar una pastilla. Supongo que desde fuera parecíamos dos adolescentes muy empalagosos que mostraban su afecto, movidos por la influencia de las múltiples escenas sexosas en ascensores.
Will apoyó la el mentón en mi cabeza, haciendo que ese viaje fuera el más largo de mi vida.
—Qué pena que no puedas quedarte esta noche —comentó en un falso tono de pena y yo contuve la risa.
«Claro...quedarme a dormir, sin pijama, sin pijama y con bragas supercaras».
Si quitas a la señora, me estaba diciendo eso en un lugar estrecho, quizás fue un set de grabación de una peli porno. Yo lo dejo ahí. Las puertas se abrieron y la mujer salió disparada, como si un demonio le acabara de poseer. Entonces, Will terminó el abrazo y me permitió recuperar un poco de mi serenidad.
—Gracias —soltó un gran suspiro.
—¿Por qué te has puesto tan cariñosito?
—¿Sabes lo que es una MILF?
—Una señora de cierta edad, pero atractiva que tiene relaciones sexuales con jovencitos. —Le di la versión menos ofensiva que se me ocurría—. Espera... ¿Tú y ella?
—No, pero si fuera por ella...
—No puedo contigo, amor.
Supongo que eso era el broche de oro para una noche así. Solté una risita mientras salíamos del edificio e íbamos hacia el coche. La nube de contaminación y las luces de la ciudad escondían a las estrellas del cielo. El viento de febrero soplaba con vehemencia, haciendo que caminara hasta el auto sujetándome el borde de la falda para no mostrar la ropa interior.
—Quería aclarar algo —dije sentándome en el asiento del copiloto—. Iba en serio lo de Heather, me parece que es divertida y linda.
—No la conoces suficiente —cuestionó él.
—Mi primera impresión ha sido muy buena.
—Tú le has caído demasiado bien, me lo dijo antes. —Colocó la llave en el contacto—. Ayuda mucho tu cara de no haber roto nunca un plato.
Sacudí la cabeza y gruñí por lo bajo, debía endurecerme la piel para que sus comentarios estúpidos no me afectaran. Repentinamente sonó su móvil, le estaban llamando y Will lo cogió nada más ver el nombre, justo en el primer tono. ¿A quién se lo coge al primer tono y no al tercero?
—Hey, ¿qué pasa?... Eso te ocurre por salir de fiesta con el idiota de Patricio —habló y miré mi móvil, disimulando estar distraída.
¿Vanessa tal vez? Sospeché, no debía prestar atención a su conversación, pero estaba justo a mi lado. Miré por el rabillo del ojo sus expresiones.
—¿De verdad? —Will sonrió victorioso—. Te veré en un rato, Vane.
Misterio resuelto.
—¿Buenas noticias? —pregunté siendo entrometida.
—Ha discutido con el idiota del tutú —se alegró con malicia.
—También ha visto lo que he subido a Instagram —añadí yo.
—Formamos una gran pareja, rubita. —Su sonrisa se agrandó y arrancó el auto—. Si tengo suerte, mañana no me esperes para correr.
Yo me revolví molesta. Había un sentimiento un poco amargo al saber que cuando me dejara en casa, él se iría a enrollarse con Vanessa. Quizás, a partir de mañana no fuéramos una pareja y volveríamos a ser un par de desconocidos. Al fin y al cabo, yo solo era un medio para un fin. Nada más. Entonces, ¿por qué me preocupaba? Tenía claro el final de esto, no había ningún cambio de planes.
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Editado: 25.09.2023