Mi padre no me daba miedo, pero sí le respetaba. Me preocupaban las consecuencias. Quedé con la mente en blanco mientras pensaba en algo para que no me castigara hasta el día de su muerte. Will condujo rápido y tardó poco en llegar a mi casa, lo cual agradecí porque cada minuto que pasaba yo lo sentía como un clavo en mi ataúd.
—¿Qué hace Emily ahí? —preguntó él.
Me incliné hacia la ventana para verla en el porche, hablando con mi padre junto a la puerta. Incluso de lejos, se notaba cohibida. La conversación no debía ser muy agradable. Empecé a imaginarme por qué mi amiga estaba ahí desde tan temprano.
—Quizás —comencé—, solo quizás… puede que mi padre creyera que estaba en su casa. Gloria sabía dónde me encontraba, pero Emily no.
—¿No pediste a tu amiga que te cubriera?
—No tengo el móvil y ella me dejó el suyo antes de marcharse. Tampoco pensé que… —Me cubrí el rostro con las manos y solté un suspiro—. No puedo estar más sin teléfono.
—Te voy a comprar uno nuevo —bromeó o eso pensé.
—Vale —le seguí el juego.
—¿Rosa?
—A poder ser.
Will reprimió una sonrisa. Entonces, aparcó junto al bordillo, apagó el motor y abrió la puerta.
—¿Qué haces? No es necesario que bajes.
—Voy a hablar con tu padre —dijo con voz tranquila, todo lo contrario a mí.
Aquello podía salir mal o terriblemente mal. Tenía la opción de pedir que arrancara y huir por carretera como Thelma y Louise o enfrentar la situación, aunque esta última no me agradara tanto. Ambos bajamos del auto y nos dirigimos a la entrada. Mi padre también se acercó con Emily siguiendo su paso.
—Aurora —me llamó él.
Tragué saliva con dificultad antes de abrir la boca.
—Papá.
—William. —Clavó los ojos en el pelirrojo.
—Señor Evans —contestó Will, su tono calmado seguía ahí.
—¿Emily? —me dirigí a ella.
—Yo.
Nos saludó con timidez. Estábamos en la puerta principal de mi casa, la cual permanecía abierta. Seguro que Gloria y mis hermanos estaban con la oreja puesta. Papá, por su parte, nos miró con el ceño fruncido y los puños en las caderas.
—Llevo 30 horas de guardia en el hospital —nos explicó—, solo quería llegar a casa y acostarme. Gloria me dijo que te quedaste a dormir con Emily, así que iba a descansar cuando, de pronto, llama tu amiga a la puerta. Ella ni siquiera sabía dónde te habías metido.
—Lo siento —intervino Emily, algo acongojada—. Es que tú tenías mi móvil y me marché a casa de Derek.
—¿Fuiste a su casa? —dije llena de incredulidad al verla asentir—. ¡No me lo puedo creer!
Hice una mueca y me mordí la lengua. Intenté pensar que estaba en un mal sueño o que solo lo hizo para romper con él, pero no tenía pinta. Saqué su móvil y se lo devolví sin mirarla a los ojos.
—Nena —susurró casi con vergüenza—, hay muchas fans que se cuelan en la zona privada.
Me guardé el dolor de saber que mi amiga no me creía y que un chico la pudiera influenciar tanto como para dudar de mí. Confiaba más en un tipo que tenía pinta de decir que no usaba condones porque le ¨apretaban¨. Las cosas no parecían mejorar.
—Yo no vi eso —me limité a decir.
—Tampoco tienes pruebas.
—Te basta la palabra de él —intervino Will—, pero le pides pruebas a ella. Déjala ya, Aurora.
Me quedé muda. Will dijo algo que pensaba, pero jamás me habría atrevido a soltar. No obstante, era el peor momento para comenzar una discusión como aquella delante de mi padre.
—No, es decir… —Emily tartamudeó—. Yo no quiero pensar mal de ninguno.
—Em —la corté—. Hablamos luego, por favor.
Miré de reojo a mi padre y luego regresé la mirada a mi amiga. Ella pareció hacerse una idea de mi incomodidad y resentimiento, así que se despidió de todos. Íbamos tener una discusión pronto.
Mi padre fue el primero en hablar. Daba golpecitos con la punta del pie.
—¿Podemos empezar o tengo que esperar otro drama adolescente?
—No eches la culpa a Gloria —le pedí lo primero—. Enfádate solo conmigo.
—No —contestó Will—. Fue una idea mía.
—Will, por Dios.
—En la fiesta, Aurora se cayó en la piscina y le dije que fuéramos a mi casa —continuó con voz respetuosa—. Se nos hizo tarde, así que le pedí que se quedará porque quería pasar tiempo juntos. Si quiere culpar a alguien, que no sea ella. La pobre también dijo dónde estaba.
El rubor no desaparecería de mis mejillas jamás. Mi corazón fue a mil. No podía cuestionar la sinceridad de Will, ya que no dijo ni una sola mentira; sin embargo, obvió que tomé alcohol, pedía a Gloria que no dijera nada a papá y todo lo que pasó entre ambos.
—Ya basta de estupideces —dijo mi padre contrayendo el gesto, inspiró hondo y cerró un puño—. No me puede importar menos de quién fue la idea. —Clavó la mirada en mí con displicencia—. Lo que me preocupa es que tú no tuvieras la confianza como para decirme la verdad.
—¿No estás enojado porque pasé la noche fuera en casa de un chico?
—Por Dios, tienes 18 años. No puedo negarte hacer nada, pero vives bajo mi techo. A cambio, te pido que seas responsable y sincera conmigo.
Papá sacudió la cabeza y rodó los ojos hasta Will. Alzó un poco el mentón, en un intento de dar un pelín de empaque.
—William. Si has tenido el valor de pedir a mi hija que se quedara en tu casa, supongo que lo tendrás también para venir esta noche a cenar y a conocerte más.
—Por supuesto, doctor —aseguró sin pestañear.
Me quedé ahí, sin saber qué decir ni qué hacer. Por un segundo, pensé que se me ablandaban los huesos.
Nota de la autora: he vuelto. Sé que el cap está chiquito, pero formaba parte del siguiente y quería publicar pronto algo seguro. Voy a darme prisa con el próximo y lo tendréis la semana que viene.
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Editado: 25.09.2023