- Otra vez. Otra vez por favor.
- Pero Ivy ya lo he leído cuatro veces. – refunfuñé resignada a leer nuevamente esa tonta historia que mi pequeña amiga amaba. Nunca me podía resistir a sus adorables pucheros y ojitos tristes.
Ivy tenía 10 años pero desde los 3 había sido diagnosticada con Hepatoblastoma un cáncer bastante inusual que atacaba a los niños menores de 4 años.
Hasta el momento Ivy había pasado por varias quimioterapias para disminuir el tamaño del tumor sin resultado alguno pero no abandonaba la esperanza de que cuando esto sucediera encontraría un hígado compatible para el trasplante que necesitaba.
Los sueros y la sorafenib además de los tratamientos de quimioembolización habían provocado que su cabello casi desapareciera y que su cuerpo se mantuviera delgado y desnutrido. Aún no me adaptaba a mirarla sin que un dolor agudo en mi corazón me atacara con la fuerza de un puñal.
- Porfiiiiii. – repitió con un hilo de voz y no pude evitar alarmarme al ver sus ojos avellanas cristalizados por las lágrimas.
- Está bien. Lo leeré. – dije abriendo con rapidez el pequeño libro de cuentos en la página ya marcada.
Comencé con el relato de La Hermosa Flor. La historia contaba de una flor tan absolutamente hermosa que era amada por todos. Su belleza y colorido deslumbraba y opacaba a las demás flores, hasta que una terrible tormenta arrasó con todos los habitantes del bosque incluyendo a la flor.
Sus hermosos pétalos coloridos cayeron y quedó ñerma y fea. Destruida y rota. Esta parte provocó un dolor profundo dentro de mi ser pero lo ignoré y seguí leyendo.
Todos los animales y las otras flores que se habían dado cuenta del actual estado poco agraciado de la flor aprovecharon su debilidad para burlarse de ella haciendo que nuestra flor cada vez se cerrara más en sí misma.
Un ángel que vio el sufrimiento de la flor quedó prendado de su fragilidad y de esa hermosura que no se veía desde el exterior pero que se escondía en lo más profundo de ella así que decidió ayudarla.
Con la ayuda del ángel la flor recuperó sus colores brillantes y su aroma penetrante volviéndose nuevamente la más hermosa del valle y recordando la ayuda del bondadoso ángel. Aprendiendo lo que es dar sin pedir nada a cambio como hizo este con ella.
Finalizada la historia Ivy se lanzó sobre mi casi tumbandome mientras me abrazaba fuertemente.
- Te quiero mucho Jess. – canturreó en mi oído.
Cerré los ojos alegre al no tensarme por su toque inofensivo y le devolví el abrazo. La ternura me inundó.
- Yo también te quiero pequeño demonio.
Al salir de ahí entendí el por qué le gustaba tanto esa historia. Se sentía identificada con la pequeña flor y sin pensarlo yo también me sentía así. Ivy tenía la esperanza de que un ángel la salvara. Pero y yo ¿tendría en realidad uno que lo hiciera?
Divisé a Theo concentrado en la lectura de un libro y no pude evitar pensar que así era.