Hecha Pedazos: Diario de una chica Rota

Página IX

- Quiero morir. – musité mientras caía dramáticamente de espaldas en la cama de Theo llena de mis notas de Química.
Escuché la risa ahogada de mi amigo que rápidamente trató de camuflar con una tos. Una leve sonrisa estiró mis labios. Amaba provocarle ese tipo de reacciones. 
- No seas exagerada. Ya falta poco. – respondió lanzándome una mirada divertida por encima de su laptop donde llevaba toda la mañana concentrado. 
- Mira quien lo dice, el cerebrito que se está graduando con honores de la universidad antes de tiempo y que aunque no da Química recuerda a la perfección la descomposición del ácido metilencarboxíloco. 
Theo y yo no habíamos compartido aún mucho de nuestras vidas, al menos no de esas partes oscuras y ocultas de las que no podíamos desprendernos por miedo e inseguridad, pero lo que había llegado a contarme me hizo bullir de orgullo hacia él. Como si fuese más que una amiga orgullosa de su amigo. Eso me asustó.
Theo había estudiado el instituto con normalidad. Al menos a sus inicios antes de que ocurriera el accidente que lo dejó incapacitado. No me dio ninguna explicación más sobre eso y al ver que un halo de tristeza cubría sus ojos supe que esa no era toda la historia. Comprendía que no quisiera contarme, si yo no estaba preparada para compartir mi historia respetaba que el no lo hiciera con la suya.
Pero con la ayuda de su hermano (llamado Aaron por lo que me contó) término sus clases en casa. Evadió el tema del centro de salud y yo nuevamente evité preguntar. Él tendría sus razones. Así que sin dudar envió una solicitud para la universidad en línea de Arquitectura y sin tardar una semana su solicitud había sido aprobada para gran alegría de Theo que amaba crear cosas. Su explicación había sido:
- “Mi corazón late con tanta fuerza del solo hecho de que he creado un pequeño mundo. Muchos creerían que solo es una simple casa o un simple edificio cuando en verdad no  
se percatan de lo mucho que pueden significar para alguien algún día. A veces imagino una pequeña cabaña en el campo rodeada de flores y árboles. Dentro yo y la que sería la mujer de mi vida dedicándome la más hermosa de las sonrisas. – me mira con la intensidad marcada en sus ojos. – Quizás un bebé. Un hogar. Una familia que poblen la casa de recuerdos la convierten en un pequeño mundo de felicidad. – su voz decayó y la melancolía por la imagen de un futuro que se esfuma lo inunda. – Al menos para los que puedan tener eso.” Desperté de mi ensoñación viendo a Theo que hacía aspavientos con sus manos para que me acercara.
- ¿Qué te parece? – pregunta con la voz llena de esperanza. En la pantalla de su laptop destellando un plano. El plano detallado de una cabaña pequeña y hermosa, perfecta. La imagen llenó mis sentidos y casi pude sentir el aroma del roble en las tablas pulidas, la brisa que traía el delicado olor de la lavanda, el sonido apresurado de pasitos torpes y pequeños en el suelo y una cálida mano en la mía.
- Se siente como un sueño. – dije con una sonrisa ilusionada en los labios. Theo sonrió ampliamente como si supiera un secreto que nadie más sabía e hizo silencio mientras que el último resquicio de la brisa del campo me llegaba exactamente como en un sueño que querría fuese algún día realidad.



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En el texto hay: amor esperanza vida

Editado: 25.05.2020

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