Hecha Pedazos: Diario de una chica Rota

Página XIII

Halloween llegó como una barada de viento fresco al centro médico. Los familiares no paraban de llegar a visitar a los niños pacientes. Eso me emocionó. No es que antes fueran despreocupados pero nunca antes había visto marea tan grande de personas como ese día.
De lejos capté el vistazo de el infantil y travieso rostro de Ivy riendo junto a una alta mujer de rostro suave y dulce que debía ser su madre. Sus carcajadas me hicieron sonreír y su disfraz de Campanilla de tanto brillo me provocó ceguera instantánea. Verla tan alegre aligeró el peso de la culpa por estar presente en su quimioterapia y no poder hacer nada por aliviar su dolor.
Cuando llegué hasta Theo me fue imposible esconder una carcajada. Tapé mi boca con las manos pero el sonido salió de todas formas de manera estrangulada llamando la atención de mi amigo que sonrió de manera coqueta mostrando un pequeño hoyuelo.
Se había disfrazado de Chewbacca. No sabía cómo era posible que se hubiera metido en ese traje, la cuestión es que lo había hecho. Su mirada se detuvo en mi y por primera vez me arrepentí en el día de no haberme disfrazado a excepción de unas diminutas orejas de gatita. Mi sonrojo aumentó al percatarme de que Theo llevaba conversando un buen rato con Lisa, una joven de 15 años en lista de espera para un trasplante de corazón que iba perfectamente ataviada de Wonder Woman. Unos extraños celos me sacudieron y no eran precisamente por su disfraz.
- Te ves preciosa. – soltó con una sonrisa dulce que me aceleró el pulso. – ¿Te gusta mi traje?
- Te ves... llamativo. – dije haciéndolo reír y a Lisa también.
Unos pequeños brazos se enrredaron en mi cintura y la adorable cara de Ivy me dedicó una gigantesca sonrisa. No pude más que devolvérsela.
- Jess ¿irás conmigo y con Theo a pedir dulces? – el puchero en su rostro me hizo dudar de darle una respuesta negativa. La muy insolente ya sabía cómo manipularme.
- ¿Desde cuando quedé en ir contigo duendecillo? – Theo cruzó los brazos sobre su pecho fingiendo una expresión de enfado. Ivy sin más sonrió picaramente y le dijo sin reparos:
- Desde que me quieres. – reí al ver la expresión de derrota de el chico y me dispuse a aceptar rindiéndome a los encantos persuasivos de mi pequeña amiga.
- Pero no puedes ir así. De esta forma no asustarás a nadie. Espera un momento. – dijo Ivy al fijarse en mi aspecto tan poco Halloweenseño y salió corriendo hacia su madre. Minutos después volvía con una sonrisa triunfante y un marcador negros en las manos.
Me dejé hacer mientras con concentración infantil me dibujaba un par de bigotes gatunos en la cara. Cuando terminó Theo estaba partiéndose de la risa y la madre de Ivy aguantaba las ganas de seguir a mi amigo.
Fue así como minutos después cuando un pobre inocente abría su puerta que Theo, Lisa, Ivy, su madre y yo gritamos a coro:
- ¡¡¡TRUCO O TRATO!!!
Bigote torcido y todo la contagiosa energía de Halloween me llenó de alegría y esperanza. Nunca me había sentido tan entera como ese día. ¿Eso significaba que ya me había recuperado? Esa pregunta no recibió respuesta.



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En el texto hay: amor esperanza vida

Editado: 25.05.2020

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