Hecha Pedazos: Diario de una chica Rota

Página XVIII

añaba en ello a pesar de ser un poco reticente. Hacía poco había visto una carrera de autos en la tv. Me había obsesionado. La adrenalina corría por mis venas de solo pensar en estar en uno de esos autos, a máxima velocidad, corriendo sin preocupaciones. Le pedí a mi madre que me enseñara a conducir. Ella era oncóloga. Trabajaba aquí si te lo preguntas. Por eso cuando terminé así decidí venir aquí en vez de quedarme en casa. Solo y atormentado por los recuerdos.
«No me porté bien con mi madre. Ella era tan dedicada con nosotros. Nunca olvidó un cumpleaños o un evento escolar. Escuchaba nuestras chorradas de adolescentes y nos aconsejaba sobre cosas que debería habernos dicho nuestro padre. – continuó diciendo con voz temblorosa. Cogí sus manos entre las mías y las apreté suavemente. Esperaba que el entendiera el significado “Estoy aquí. No me iré”. – Tomé su coche sin permiso y me volví temerario. Me atraparon con una botella de alcohol medio vacía, aliento que podría tumbar a un caballo y sin licencia. Solo tenía 16. Llamaron a casa y mi madre acudió de inmediato. De camino a casa no me dio un sermón. Creo que eso fue lo que más culpable me hizo sentir de todo. Esperaba un regaño y sabía cómo respondería a eso debido al alcohol, pero en cambio no esperaba aquel frío silencio. Así que me enfadé. Era lo único que podía hacer para deshacerme de la culpabilidad. Discutí con ella durante todo el camino y no sé cómo... Lo último que llego a recordar fue como nos estrellábamos contra una camioneta. – su voz se cortó repentinamente y sus ojos se llenaron de lágrimas. Una de estas, en actitud rebelde se escapó de sus ojos y rodó por su rostro. Me levanté con rapidez y sentándome en su regazo lo abracé tan fuerte como pude. No tenía tiempo para pensar si era muy atrevido o ofensivo de mi parte lo único que venía a mí  mente es que debíamos estar lo más cerca posible para consolarnos.
- ¿Qué pasó después? – pregunté contra su cuello.
- Desperté en un hospital lleno de médicos que decían que nunca más podría recuperar la movilidad de las piernas y... Mi madre ya no estaba. Habíamos impactado de frente con una camioneta y murió en el acto. – dijo temblando por los sollozos que se le escapaban.
- ¿Por qué me cuentas esto? – digo mirándolo a los claros ojos empañados y secando el rastro de lágrimas que quedaban en sus mejillas suavemente.
- Porque mi hermano vendrá pronto y porque tenías que saber que yo soy un asesino. Que maté a mi madre.



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En el texto hay: amor esperanza vida

Editado: 25.05.2020

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