El camión de mudanza apareció una mañana nublada, justo cuando yo pensaba que nada interesante pasaba en mi calle. Mi abuela dice que los cambios siempre traen energía nueva... y a veces, problemas nuevos también.
Desde mi ventana vi cómo un chico bajaba unas cajas como si el mundo le debiera algo. Alto, serio, con el tipo de rostro que parece tallado para no sonreír jamás.
Y claro, el universo decidió que debía mirarme justo en ese momento.
Solo fue un segundo. Pero el aire se volvió más denso, mi colgante de estrella se calentó contra mi piel, y una ráfaga de viento agitó las hojas del jardín.
—Genial —murmuré—. Seguro es un encantador.
De los que encantan problemas.
Intenté ignorarlo, aunque no era fácil con todo ese misterio goteando por la cerca. Pero el destino, que tiene sentido del humor, decidió que debía pasar justo frente a su casa cuando él salía con una caja en las manos.
—Cuidado —le dije, al ver que tropezaba con el borde de la acera.
—Lo tengo bajo control —respondió sin mirarme siquiera.
Mi ceja se arqueó automáticamente.
Perfecto. Orgulloso, serio y con tono de “no necesito ayuda”. Un combo irresistible… si te gustan los idiotas.
—Claro, se nota —repuse con sarcasmo.
Él levantó la vista entonces. Sus ojos eran de un verde tan claro que casi parecían brillar bajo el cielo gris. Por un momento me quedé quieta, atrapada en esa mirada que parecía leerme. Luego, algo pasó. Un zumbido en mis oídos, una chispa en mis dedos.
La caja que sostenía se abrió de golpe, y un montón de papeles salieron volando como si el viento tuviera prisa por humillarlo.
—¿Qué rayos…? —exclamó él, mirando alrededor.
Yo también estaba confundida. No había viento. Solo… esa sensación eléctrica, la misma de antes.
—Ups —dije, mordiéndome el labio para no reír—. Supongo que el “control” se escapó volando.
Él me lanzó una mirada que podría haber congelado el sol.
Y ahí lo supe.
Mi nuevo vecino era un problema con piernas largas y ojos verdes.
Y algo dentro de mí, muy dentro, sabía que ese fue el momento exacto en que mi vida cambió.