Me senté en el suelo, con las piernas cruzadas y el cabello hecho un desastre, mientras Luna se acicalaba como si acabara de soltar la bomba más normal del mundo.
Yo aún seguía procesando la frase:
“Eres una bruja, cariño.”
—Luna… —tragué saliva—. ¿Qué significa exactamente el vínculo con Leo?
Ella dejó de lamerse la pata y me miró con la misma expresión que usaría una profesora cansada que explica por quinta vez la misma cosa.
—Muy bien, pequeña calamidad, presta atención. Esto es importante.
—Ey, ¿calamidad?
—¿Quieres entender tu vínculo o prefieres discutir tu nuevo apodo?
—…continúa.
Luna carraspeó.
Sí. Carraspeó.
Una gata.
—Los vínculos mágicos existen desde los primeros linajes de brujos. Son raros, poderosos y generalmente causados por emociones fuertes, rituales específicos o, en tu caso… idiotez.
—¡Luna!
—Tú seguiste un hechizo de TIKTOK, Nara.
Toqué mi muñeca, donde la marca de corazón seguía brillando suave, como un recordatorio de que mi vida se había arruinado/encendido/complicado.
—Ok… ¿pero qué hace exactamente el vínculo?
Luna se estiró, arqueando el lomo como si estuviera despertando para dar una conferencia TED.
—Primero: sienten lo que el otro siente. No todo, no siempre, pero lo suficiente para complicarte la existencia.
Yo abrí los ojos.
—¿O sea que si estoy nerviosa, él también lo siente?
—Ajá. Si tú te angustias, él siente un tirón. Si él se altera, tú lo percibes también.
—¿Y si me enojo?
—Eso ya lo probaste quince veces hoy. Tu marca parecía luces navideñas.
Me tapé la cara con las manos.
—Oh Dios mío…
—Segundo: están atraídos mágicamente uno al otro. Literalmente. Si él se aleja mucho, siente la necesidad de acercarse y viceversa.
—Eso explica por qué me persiguió en clase…
—Sí. Aunque también explica que tiene cara de que no sabe manejar emociones humanas.
—No seas cruel.
—Soy gata. ¿Por qué me pides imposibles?
Rodé los ojos.
—Y tercero…
Luna bajó la cola, dramática.
IMPORTANTE-nivel-Dumbledore.
—Tercero: el vínculo no aparece entre una bruja y cualquier persona. Se activa solo con alguien que… comparte el mismo destino.
Mi corazón dio un vuelco.
—¿Qué significa eso? ¿Destino de qué?
Luna se acomodó frente a mí, seria por primera vez en toda la conversación.
—Que ese chico no es un accidente en tu vida.
—Luna…
—Y que lo que tú despertaste… él también lo lleva dentro.
Me quedé paralizada.
—¿Lo que yo desperté?
Luna asintió.
—El lazo nace cuando dos energías compatibles se encuentran. Dos caminos se cruzan.
Sentí un escalofrío.
Un tirón en el pecho.
Y la marca brilló.
—Entonces… ¿Leo es…?
—No sé si brujo. No sé si algo más. Pero sí sé que su magia reaccionó a la tuya.
Mis labios temblaron.
—Pero él no sabe nada de esto.
Luna suspiró como si yo fuera la tarea más difícil del mundo.
—Lo sabe. Y por eso viene para acá.
—¿Qué?
—Sí, cariño. Lo estoy sintiendo. Se está acercando. Muy rápido.
—¿Y tú cómo lo sabes?
—Instinto felino, bebé. Y porque tú estás hecha un desastre emocional y él lo siente como si lo estuvieras llamando con megáfono.
Me puse de pie de un salto.
—¡No estoy lista para hablar con él! ¡Ni para ser bruja! ¡Ni para nada!
Luna bostezó.
—Pues apúrate, porque ya está en tu porche.
—¿QUÉÉÉÉÉ?
—Por cierto, arregla tu cara. Pareces una bruja salida de oferta.
Y entonces…
Alguien tocó la puerta.
Toc. Toc. Toc.
La marca de mi muñeca brilló como una llamarada.
Luna sonrió.