Hechizo fallido, romance garantizado.

Capítulo 9 — Cosas que brillan, cosas que callan

Leo entró a mi habitación con un cuidado absurdo, como si cada paso pudiera activar una trampa mágica.
Yo no sabía si reír, gritar, o esconderme debajo de la cama con Luna.

La marca de mi muñeca seguía brillando.
La de él también.

—¿Por qué está más fuerte? —pregunté, intentando no entrar en pánico.

Leo miró su muñeca como si también buscara respuestas.

—Creo que… es porque estamos cerca.

—Genial. Ahora somos luces de emergencia —bufé.

—Más bien luces de motel barato —comentó Luna desde la cama.

—¡LUNA! —dije entre dientes.

Leo la escuchó perfectamente.
Abrió los ojos como si acabara de ver un fantasma con diploma universitario.

—Tu gata…
¿acaba de…?

—NO —respondí rápido.
—O sí.
—No hablemos de eso, ¿ok?

—Ay, claro, ignórenme —dijo Luna—. Total, solo soy la única con sentido común aquí.

Yo puse una mano frente a ella para bloquearla de la vista de Leo.

—No… le prestes atención —le dije a él—. Está… muy creativa hoy.

Leo soltó una risa nerviosa.

—Me di cuenta de algo —dijo suavemente—.
No podía dejar de sentir tu angustia.
Era como… un tirón.
Como si algo me empujara hacia tu casa.

Mi corazón dio un salto.

—¿Tú también lo sientes?

Leo dudó un momento, pero finalmente asintió.

—Sí. Es como si… hubiera un hilo que me jala cuando estás mal.

La marca brilló más fuerte.
Luna soltó un silbido exagerado.

—Uy, qué romántico. Ya casi puedo oler el drama.

—LUNA, ¡CÁLLATE!

Leo se rió por lo bajo.

—Me gusta tu gata.

—NO TE ACOSTUMBRES —dije—. Ella no es… normal.

—Tú tampoco, cariño —respondió Luna—. Pero aquí estamos todos tratando de sobrevivir.

Leo se acercó un poco más, sin tocarme, sin forzar nada.

—Nara…
yo no entiendo completamente lo que está pasando.
Pero sí sé que no quiero que tengas miedo.

La calidez en su voz me derritió el cerebro.
La marca latió como un corazón.

—Qué bonito todo —dijo Luna—. ¿Van a besarse o debo ir por palomitas?

Yo quería abrir un portal y lanzarme dentro.

—¡LUNAAAAA! —grité.

En ese momento, la lámpara de mi cuarto explotó en chispas.

Leo dio un salto atrás.
Yo abrí los ojos.
Luna solo sonrió como si hubiera ganado algo.

—Sí, vean —dijo ella—. Emociones fuertes + bruja nerviosa = boom. Esto es ciencia.

Leo se acercó otra vez, despacio.

—Todo está bien —murmuró—. No tengas miedo.
No voy a ninguna parte.

La marca brilló tan fuerte que llenó de luz rosa la habitación.

Y por primera vez, aunque no entendía nada…
no sentí ganas de correr.

Sentí ganas de quedarme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.