Hechizo fallido, romance garantizado.

Capítulo 20 — Ojos que no debería sentir.

El día siguiente parecía normal.
Demasiado normal para una bruja con entrenamiento avanzado…
y un vínculo mágico que parecía tener voluntad propia.

Llegué a la escuela temprano.
Leo no estaba todavía.
Emma sí, por supuesto, mirándome con su típica cara de “algo no me cuadra”.

Intenté ignorarla y seguí mi camino al salón.

Pero antes de llegar a la puerta,
lo sentí.

Un tirón.
Pequeño, casi imperceptible…
pero helado.

Un escalofrío recorrió mi espalda.
Como si alguien hubiera deslizado un dedo frío por mi columna.

Miré alrededor.
Nada.

El pasillo vacío excepto por un par de alumnos distraídos.

Di unos pasos más.
Otra vez.

Un pinchazo detrás de la nuca.
Una sensación clara:

Estoy siendo observada.

No era la conexión con Leo.
Eso lo sentía cálido, intenso, vivo.
Esto era distinto.

Frío.
Pesado.
Incómodo.

Tragué saliva y seguí caminando, fingiendo normalidad.

Pero la sensación crecía.
Como si ojos invisibles se movieran con cada paso mío.

—¿Nara?

Me giré tan rápido que casi me tropiezo.

Era Leo.

Respiré.
Mucho.

—Me asustaste —dije.

Él frunció el ceño al ver mi expresión.

—Estás pálida… ¿todo bien?

Intenté sonreír, pero la sensación seguía ahí, punzante, justo detrás de mí.

—Sí. Es solo… nada. Estoy cansada.

Leo se acercó un poco.
Mi marca vibró leve, cálida.

—No es nada —murmuré por dentro.

Pero sabía que mentía.

Cuando entramos al salón, Leo se sentó a mi lado.
Yo intenté enfocarme, pero mi mirada se deslizaba una y otra vez hacia la puerta.

Y cada vez que lo hacía…
sentía ese mismo tirón frío en la nuca.

En el recreo.

Decidí ir a la biblioteca.
Menos ruido.
Menos ojos.

Pero apenas crucé la entrada, sentí otra vez ese pinchazo helado.
Me giré.

Nada.

Caminé entre los estantes.
Fingí buscar un libro.
La sensación se intensificó.

Como si alguien estuviera parado justo detrás de mí, respirando sobre mi hombro.

Me giré de golpe.

No había nadie.

Pero…

En la esquina del salón, algo se movió.
Una sombra.
No grande, no definida.
Pero real.

Parpadeé.

Ya no estaba.

Mi corazón golpeaba contra mi pecho.

Saqué mi celular y escribí rápido a Luna:

> Nara: ¿Puedes sentir algo raro?

Pasaron varios segundos.

> Luna: Estoy ocupada.

Fruncí el ceño.

> Nara: ¿Ocupada en qué?
Luna: Usando tu laptop.
Nara: ¿QUÉ?
Luna: Estoy viendo videos de gatos talentosos. Tengo que estudiar a la competencia.
Nara: ¡Luna, hablo en serio!
Luna: Ugh… está bien… olfatea el aire a distancia mágica…
Luna:
Hm. Hay algo. No sé qué. Pero no me gusta.

Genial.
Justo lo que necesitaba.

Después de clases.

La sensación no se fue.

Siendo honesta… empeoró.

Cuando caminaba por el pasillo final hacia la salida, la luz pareció bajar un tono.
Apenas.
Pero lo suficiente para que mis manos se helaran.

Y entonces lo escuché:

Un susurro.
No palabras.
Solo… un sonido suave.
Como ropa moviéndose.
Como alguien dando un paso.

Me giré lentamente.

El pasillo estaba vacío.

Pero algo…
algo estaba allí.

Oculto.
Sin cuerpo.
Sin forma.

Observándome.

La conexión con Leo se activó de golpe, brillando por dentro de mi piel.
Como si intentara protegerme.
O advertirme.

Corrí fuera de la escuela sin pensarlo.

En casa.

La abuela estaba en la sala, leyendo.
Me miró apenas entré.

Y su expresión cambió.

—¿Qué pasó?

No dije nada.
Mis piernas seguían temblando.

Luna saltó a mis hombros.

—Ay, no…
Esta es tu cara de “algo nos persigue y no he almorzado todavía”.

—Alguien me estaba mirando —susurré.

La abuela dejó el libro lentamente.

—¿Dónde?

—En la escuela… en los pasillos… en la biblioteca.
No lo vi.
Pero lo sentí.

Ella cerró los ojos, respiró hondo…
y su voz salió más baja que nunca.

—La magia despierta muchas cosas, Nara.
Y no todas son buenas.

Luna se acurrucó en mi cuello.

—Y algunas… ni siquiera son humanas.

La abuela la miró de reojo pero no la contradijo.

Yo tragué saliva.

—¿Qué… qué crees que es?

Mi abuela no respondió.

Solo dijo:

—Mañana entrenaremos algo nuevo.
Algo que deberías haber aprendido hace tiempo.

—¿Qué cosa? —pregunté.

Ella se levantó despacio.

Me miró a los ojos.

Y dijo:

—Protección.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.